Están a debate, en distintos foros, el artículo publicado en la revista Science y las conclusiones a que arribaron Rafael Prieto-Curiel, Gian Maria Campedelli y Alejandro Hope, corriendo simulaciones con base en un modelo matemático para estimar la población de los cárteles mexicanos, su capacidad para reclutar personas y proponer una estrategia preventiva enfocada en minar esa capacidad, en contraposición a la idea de encarcelar a los delincuentes. En el reciente artículo publicado por el periódico LA Times, titulado “¿Cuántas personas trabajan para los cárteles de la droga mexicanos? Los investigadores tienen una respuesta”, firmado por Patrick J. McDonnell, se analiza el artículo de Science.
El artículo del LA Times sostiene que: El análisis para determinar el tamaño real de los carteles se realiza mediante una metodología compleja, basada en estadísticas relacionadas con encarcelamientos y decesos de la última década para formular estimaciones de reclutamiento, concluyendo que los cárteles deben incorporar entre 350 y 370 personas semanalmente. Esta cifra se deriva de una compensación proyectada por las detenciones y bajas ocurridas en enfrentamientos, arrojando un total estimado de 175.000 miembros activos al finalizar el año 2022. Sin embargo, los autores admiten que se recurrió a conjeturas para determinar qué proporción de las víctimas de homicidio y detenidos pertenecían efectivamente a organizaciones de narcotráfico.
McDonnell afirma: “Además, hace tiempo que los cárteles no sólo se dedican al tráfico de drogas, sino también a otros lucrativos negocios, como la extorsión, el secuestro, el robo de combustible y el tráfico de inmigrantes. Esto implica una economía inmensa y una enorme mano de obra”. Esta diversificación de actividades ha permitido a las organizaciones criminales incrementar su poder, influencia y recursos, fortaleciendo su presencia.
El modelo presentado ha generado críticas sustanciales por parte de otros investigadores. Entre las objeciones, se destaca la ausencia de datos precisos,
dada la naturaleza encubierta de las operaciones de los cárteles, que desafía cualquier intento de cuantificación exacta. Se cuestiona la procedencia y veracidad de los datos utilizados, así como la exclusión de actores clave, como agentes estatales que podrían estar en nómina de los cárteles. Además, el modelo parece no considerar la capacidad de adaptabilidad de las organizaciones criminales.
Otros elementos señalados por los críticos que dificultan la correcta aplicación del modelo matemático propuesto incluyen la relación directa con encarcelamientos y homicidios, la correlación entre los desaparecidos y los miembros de cárteles, y los cambios en la demanda de drogas ilícitas debido a tendencias actuales como la legalización del cannabis.
Prieto-Curiel y coautores proveen información sobre la infraestructura de los cárteles mexicanos y su diversificación en distintas actividades criminales, resalta la imperante necesidad de abordar el tema desde múltiples perspectivas y enfoques metodológicos. La colaboración entre la academia, las autoridades y la sociedad civil es necesaria para construir un entendimiento más profundo y exacto de la naturaleza, alcance y operaciones de estos grupos criminales, con miras a formular políticas públicas más efectivas para su desmantelamiento.