En el corazón de la capital de la República, en la ciudad pretendidamente más progresista del país, ocurrió hace unos días un grave atentado contra la libertad de expresión: la censura de una exposición porque, según el juez Francisco Javier Rebolledo Peña, rebasó la libertad de expresión y afectó “el honor de los católicos en sus creencias y símbolos de la religión que profesan”.

La muestra titulada La venida del señor, montada en la Academia de San Carlos, exhibía obras de Fabián Cháirez, con imágenes de hombres y mujeres vestidos de curas y monjas en alambicados juegos eróticos sadomasoquistas.

Esta columna, que ha visto, leído y oído muy gruesas herejías contra varias creencias, puede opinar que la muestra de Cháirez era incluso timorata porque, muy lejos de presentar grueso contenido sexual, ni siquiera mostraba rostros de personajes bíblicos ni de vírgenes o de deidades identificables, como han hecho otros artistas de verdad intrépidos en México y en otras partes del mundo con conocidas consecuencias... Cháirez, que es un provocador en progreso en busca de cada vez mejores reflectores, logró una nueva hazaña gracias a los Abogados Cristianos de México, un grupo ultramontano que promovió un amparo contra la exposición abierta en un recinto de la UNAM.

Cháirez tiene mejor mano para el show que para el dibujo y la pintura, pero aquí no le vamos a escatimar ahora su gran éxito: con La venida del señor ha mostrado que los derechos civiles pueden retroceder o desaparecer, ha exhibido el absolutamente cuestionable trabajo de un juez convertido en inquisitorial censor del arte y ha expuesto a la UNAM como institución incapaz de reaccionar a la altura de un ataque a la manifestación de ideas a través de la creación artística, ocurrido dentro de un recinto universitario... Más allá del perjuicio puntual contra un artista, la judicialización del desacuerdo hacia obras artísticas argumentando un ataque a los derechos al “honor” de una comunidad religiosa es un despropósito retrógrado en un estado laico como el nuestro que debe preocuparnos a todos. En este país, ningún mexicano debe aceptar que la moral religiosa de unos le sea impuesta a otros con el visto bueno de un juez.

El procedimiento de los Abogados Cristianos de México ha abierto un camino para que otras exposiciones, libros, películas, puestas en escena, música, etc sean blanco de ataques de la intolerancia vía judicial.

La UNAM, cuyos funcionarios implicados han callado, tendría que responder a ese amparo en defensa del artista agraviado, de los espacios universitarios y de la creación artística del país, pero hasta donde sabemos por el propio Cháirez, la institución no ha hecho nada.

¿Qué está pasando en la UNAM? Seguiremos atentos...

(Escríbanos a columnacrimenycastigo@gmail.com)

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