En el ciclo de conferencias "El desafío del otro. Náufragos, exiliados y migrantes en la literatura", Juan Villoro (Ciudad de México, 1956) reflexiona sobre la migración, los efectos del colonialismo y los desplazamientos, a través de la obra de cinco escritores: Daniel Defoe, Jorge Luis Borges, Doris Lessing, Michel Tournier y J. M. Coetzee.
En entrevista, Villoro dice que la migración es un tema necesario en tiempos de gran repudio hacia la diversidad: “Si pensamos en el resurgimiento de movimientos de ultraderecha en Europa, la discriminación de inmigrantes, ciertos ataques contra ellos y, por supuesto, políticas como las de Donald Trump que tanto agravian a gente de muchos países que han llegado a trabajar ahí, entre ellos los mexicanos, y que niegan la vocación de este país de ser tierra de inmigrantes. Estamos en un momento de recomposición de la familia humana y me parece esencial reflexionar acerca de los vasos comunicantes que puede haber entre distintas culturas y la importancia que para cualquiera de nosotros tiene el contacto con el que es radicalmente distinto; es decir, el encuentro con el otro”.
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Villoro, ganador de premios como el Xavier Villaurrutia, el Herralde de Novela y el galardón a la Excelencia del Premio Gabo, subraya la necesidad de poner en tensión y comprender el exilio, su papel trascendental en este momento, ante el “peligro de considerar que la cultura es una ciudadela feudal que no debe ser asediada por gente extraña. Esto está ocurriendo con el resurgimiento de un pensamiento neonazi en Alemania, un pensamiento neofascista en Italia, un partido político como Vox en España, que se acerca mucho a lo que era el ideario de la Falange que llevó al franquismo, y por supuesto las ideas de Trump, que muchas veces son racistas y discriminatorias hacia los extranjeros, a pesar de que ese país fue forjado por inmigrantes. Hay que volver a las bondades de los desconocidos; esa es una frase de Tennessee Williams: volver a lo que te dan los extraños”, abunda.
La primera de las tres conferencias (que impartirá en el Aula Mayor de El Colegio Nacional el 5, 12 y 19 de agosto, a las 18:00 horas) se llama “El aprendizaje de la soledad: de Daniel Defoe a Michel Tournier”: “Me interesó empezar con Tournier porque él retoma un tema clásico de la literatura: la función de la isla desierta”. Un espacio estimulante, en palabras de Villoro, para la fabulación en los libros de aventuras, especialmente en la novela que fungió como “matriz fundadora de todas”, Robinson Crusoe, de Daniel Defoe. “Una obra típica del surgimiento del capitalismo inglés. Marx consideraba al náufrago como un hombre industrioso del capitalismo que se dedica a crear una pequeña empresa en una isla y cuando encuentra un aborigen lo convierte en su empleado, una lógica típica de la época de Defoe. Ahí hay una matriz potente de lo que significa el encuentro con el otro. Defoe no lo supo captar porque no tenía la capacidad, digamos, de entender la antropología del otro. La riqueza de las diferencias culturales convirtió exclusivamente a Viernes en un súbdito”.
“Quiero detenerme especialmente en Tournier porque él entiende de manera muy distinta la función del aborigen, el dueño esencial de ese mundo y ese paisaje, que es Viernes. Tournier le pone, justamente, como título a su novela Viernes o los limbos del Pacífico. Y cambia la significación del encuentro”.
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Sobre Doris Lessing afirma que es una autora africana a quien, desde muy niña, le sorprendieron las diferencias raciales, sociales y económicas que marca el color de la piel. “Lessing dejó algunos textos extraordinarios al respecto. Nos vamos a concentrar exclusivamente en uno, pero que es inagotable porque me atrevo a decir que, en unas cuantas páginas, ella dice lo mismo que Coetzee en una novela que tiene que ver con el desafío de encontrar a los demás, la tentación de hacerlo, las bondades que eso comporta, los miedos que eso también entraña. Esperando a los bárbaros, de Coetzee, se ubica en un territorio imaginario, pero que es una metáfora clara de la Sudáfrica del apartheid, de la Sudáfrica de la discriminación. Lo que Lessing había aprendido en Rhodesia y en la propia Sudáfrica, él lo plasma en un territorio que, aunque no tiene toponímicos que nos puedan remitir a un país específico, es un sitio descrito al estilo de Kafka como un lugar sin nombres propios, pero que es una metáfora perfecta de la discriminación, el miedo a los demás, la injusticia, la colonización y las pulsiones de liberación que existen en ese entorno”.
Por último, Villoro habla de ciertos relatos de Borges que alcanzan el entendimiento de lo ajeno, “el conocimiento de una cultura que no es la nuestra, de una civilización que no se puede expresar por sí misma muchas veces porque es una civilización que no tiene voz; porque ha sido reprimida o destruida ya por completo. Entonces, ¿cómo decodificar los lenguajes que no parecen hechos para nosotros y cómo interpretarlos? Él aborda esto desde distintos ángulos, porque habla de interpretaciones. Pero también de falsas interpretaciones y sobreinterpretaciones. Esta manera de decodificar el pasado, que es múltiple y depende de los otros, de los extraños, también brinda algunas lecciones importantes. En el camino mencionaremos, por supuesto, autores que teóricamente han abordado este tema, como George Steiner, el gran ensayista que nos dice que toda literatura es extraterritorial: escribir es situarse en una patria alterna, escoger un mundo imaginario donde las cosas ocurren de otro modo. Pero ese mundo es un espejo de éste y nos permite entenderlo mejor”.