Por Iván Carrillo

Nueva York tiene la capacidad de marcar tendencias. Lo ha hecho con la moda, con la cultura, con las finanzas y, desde hace más de una década, también con el clima. Cada septiembre, mientras las calles se llenan de diplomáticos que acuden a la Asamblea General de la ONU, la ciudad se convierte en un gran escenario donde se discute el futuro del planeta. Es Climate Week NYC, la Semana del Clima, y este año llega con más fuerza que nunca.

Más de mil eventos registrados —la mayor cifra en sus 16 años de historia—, con la participación de gobiernos, empresas, organizaciones civiles y voces culturales que buscan algo más que diagnósticos: buscan acción. El lema de esta edición, Power On, es una declaración de intenciones. No es momento de bajar el ritmo ni de perder la ambición.

La relevancia de esta cita no es menor. Aunque no tiene el carácter vinculante de una COP, se ha consolidado como el encuentro climático internacional más grande fuera de ese marco. En paralelo a los discursos solemnes de Naciones Unidas, la Semana del Clima funciona como un contrapeso práctico, una suerte de recordatorio incómodo y al mismo tiempo inspirador: el tiempo para actuar se acorta, y la retórica debe transformarse en resultados.

Foto cortesía de Climate Week NYC
Foto cortesía de Climate Week NYC

Este año, la convergencia no podría ser más significativa. Líderes como Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, William Ruto, presidente de Kenia, y representantes de países insulares como Vanuatu —que viven día a día las consecuencias más crudas del cambio climático— compartirán escenario con empresarios, activistas y hasta figuras de Hollywood como Jane Fonda o Mark Ruffalo. La mezcla puede parecer heterogénea, pero revela un punto fundamental: la crisis climática atraviesa todos los ámbitos de nuestra vida.

La presión sobre la Asamblea General es evidente. Mientras en los salones de la ONU los gobiernos discuten resoluciones y compromisos multilaterales, en las avenidas de Manhattan se multiplican los foros, talleres, exposiciones, manifestaciones artísticas y tecnológicas que muestran tanto el potencial como las carencias de nuestra respuesta al cambio climático. Nueva York se convierte así en un enorme altavoz global que empuja, que incomoda y que inspira.

Para América Latina, esta semana también es una oportunidad. Nuestra región no sólo es una de las más vulnerables a los impactos del cambio climático, también es un reservorio de soluciones: energías renovables, biodiversidad, saberes comunitarios, propuestas innovadoras de conservación. Pero para que esas soluciones tengan escala, necesitamos visibilidad y acceso a financiamiento internacional. Foros como Climate Week ayudan a poner ese potencial sobre la mesa.

Foto cortesía de Climate Week NYC
Foto cortesía de Climate Week NYC

Es cierto, los anuncios grandilocuentes no siempre se traducen en cambios inmediatos. Pero ignorar el poder de esta semana sería un error. Nueva York vuelve a marcar la pauta, no con pasarelas o con estrenos de Broadway, sino con la exigencia de un futuro sostenible. Y lo que ahí se diga —y más aún, lo que ahí se haga— resonará mucho más allá de Manhattan.

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