Dr. Kamel Athié Flores

Miembro del Comité del Agua del CICM

Con la intención de poner en contexto la relevancia que tiene el agua subterránea para la subsistencia de la humanidad, es pertinente invocar algunos datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, cuyos científicos coinciden que en términos generales el planeta está constituido en un 70% de agua, y sólo el 30% es tierra firme; afirman que el 97.5% de esa agua es salada, dado que está decantada en océanos y mares y, por lo tanto, sólo el 2.5% es dulce.

Ahora bien, de ese 2.5% de agua dulce, el 69% se localiza en ambos polos del planeta y en las altas montañas en su estado sólido, o sea hielo, conformando los grandes glaciares, en tanto que otro 30% se estima que está en los acuíferos subterráneos, y sólo el 1% restante escurre por las cuencas a través de ríos y arroyos para albergarse en presas, lagos y lagunas y finalmente al mar.

Queda claro que el agua subterránea es la primera en importancia del total de agua dulce disponible en el planeta, al significar el 30% de ella. También es la más utilizada a nivel global tanto para el consumo personal y doméstico como en actividades productivas. La tendencia de usar agua subterránea para el abastecimiento público urbano es mundial, porque ofrece múltiples ventajas tales como menores costos en la infraestructura, menor tiempo en la construcción y menores pérdidas por evaporación. Los acuíferos son menos vulnerables a la contaminación y no pierden capacidad de almacenamiento.

Frente a esas ventajas, se pone en evidencia la irresponsabilidad de gobiernos y usuarios que han permitido el abuso y sobreexplotación de este recurso fundamental para la sobrevivencia humana, pues es evidente que las extracciones de agua subterránea a nivel mundial han aumentado considerablemente, triplicándose en algunas latitudes, ya que la dotación de agua para todos los usos depende hasta en un 95% de agua subterránea en condiciones de sobreexplotación, tales son los casos de algunos países del sureste asiático, ciertas regiones de India, China y África, así como en países árabes y desde luego México.

De acuerdo con el Sistema Nacional de Información del Agua (SINA), de los 653 acuíferos que existen en el país,114 se encuentran en franca sobreexplotación; sin embargo, si se consideran aquellos en los cuales la extracción es 10% superior a la recarga éstos llegan a 157, en tanto que en 286 ya no existe disponibilidad y por lo tanto ya no se otorgarán nuevas concesiones.

Desde hace años la CONAGUA por falta de presupuesto, no ha realizado estudios geofísicos para determinar el estatus real de cada acuífero, lo cual demanda de la contratación de profesionales y técnicos especializados; tampoco cuenta con la tecnología moderna para medir los niveles en acuíferos, situaciones que limitan su capacidad para calcular la recarga y disponibilidad anual del recurso, por lo cual se infiere que el número de acuíferos sobreexplotados es mayor, en virtud del crecimiento poblacional, el derroche que se hace en todos los usos y las severas sequías cada vez más frecuentes y prolongadas que azotan al país, especialmente en los estados del norte.

Es urgente que el Congreso Nacional actualice el marco jurídico vigente en materia hídrica, ya sea modificando la Ley de Aguas Nacionales, o bien formulando una nueva, ya que actualmente se permite a los concesionarios una serie de acciones y trámites que están impactando en la sobreexplotación de los acuíferos.

Se recomienda incrementar en forma importante el presupuesto a la Comisión Nacional del Agua, para fortalecer sus áreas técnica, jurídica, operativa y de supervisión, ya que el debilitamiento progresivo a que se ha sometido está ocasionando que sea omisa para cumplir con lo que las leyes en la materia le mandatan, más aún con la inminente aprobación de la nueva Ley General de Aguas, normativa del Artículo 4° constitucional.

Igualmente, es urgente clausurar miles de pozos ilegales en los cuales se están extrayendo importantes volúmenes de agua. Procede también exigir a los concesionarios la instalación de medidores satelitales en sus aprovechamientos, para monitorearlos y poder controlar los volúmenes usados, pues en la mayoría de ellos se extrae hasta dos o tres veces más agua de la concesionada, lo cual, conforme a la Ley de Aguas Nacionales vigente, los poseedores de los títulos deben ser multados y en su caso cancelados tanto títulos como pozos.

Si bien es cierto que la sobreexplotación de las aguas subterráneas se explica en parte por la falta de  vigilancia y control del gobierno, también es cierto que se debe al desperdicio que de ella se hace en todos los usos, principalmente en la agricultura, que es la que más consume y derrocha, por lo que es impostergable la modernización y tecnificación de las áreas de riego, lo cual requiere de  inversión pública para mejorar la conducción y distribución del agua, la cual debe complementarse  con  el otorgamiento de créditos oficiales a los usuarios con bajas tasas de interés, para eficientar el riego de cada parcela con equipos ahorradores de agua, los cuales son amortizables mediante las cuotas de riego, con ello se evitaría el desperdicio de  hasta el 60% del agua.

Como ya se dijo, el abastecimiento de agua potable a grandes ciudades y poblados rurales proviene hasta en un 70% del agua subterránea, por lo cual las 3 esferas de gobierno en coordinación con la autoridad del agua, amparados en el Artículo 4º Constitucional sobre el derecho humano al agua, deben emprender acciones concretas para hacer más eficiente el servicio que ofrecen los organismos operadores, detectando y corrigiendo fugas, sectorizando redes y sistemas de distribución, propendiendo a la autosuficiencia financiera con tarifas progresivas y eficacia en su cobro.

A manera de conclusión general, puede afirmarse que el agua dulce que se encuentra en estado sólido en los grandes glaciares ya no representa el 69% del total porque éstos se están desvaneciendo progresivamente por el calentamiento global, y que tampoco el 30% de la misma se encuentra en el subsuelo, en virtud de la acelerada y progresiva sobre extracción de los acuíferos…el agua subterránea SÍ se está acabando.

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