Hace unos días, el presidente López Obrador solicitó que le hicieran llegar a su escritorio una serie de expedientes de distintos personajes políticos que actualmente forman parte de su movimiento y que buscarán una candidatura rumbo al 2024. Su idea es ir lo más blindado que pueda a una elección que estará en completo escrutinio.
El Presidente centró la petición en figuras en las que por una u otra razón desconfía. Hay nombres de quienes tienen años acompañándolo, pero que recientemente le han generado dudas. Y también están nombres relativamente nuevos en sus filas. Entre ellos, Omar García Harfuch, exsecretario de la Policía de la Ciudad de México, que quiere ser jefe de gobierno.
Primero al Presidente le entregaron una escueta carpeta del antiguo CISEN, hoy conocido como Agencia Nacional de Inteligencia. El análisis estaba fundado, principalmente, en recortes de periódicos y notas que recordaban los tiempos en los que Omar García Harfuch obedecía y actuaba bajo las órdenes de su mentor Genaro García Luna, en el sexenio de Felipe Calderón.
No conforme con el resultado, el presidente pidió el trabajo que había encargado a las áreas de inteligencia de la Secretaría de Marina y de la Defensa Nacional. Era una tarea bajo pedido, porque fuentes me aseguran que no existe un seguimiento por protocolo automático a ningún cargo.
Ambas oficinas reportaron que Omar García Harfuch y su familia tienen una fortuna importante de varios dígitos, aunque no es nueva ni de formación inexplicable. El historial retrata que tanto el exsecretario como su familia manejan un nivel de vida alto, aunque él está más limitado por las complicaciones que significó el atentado de 2020, a manos del Cártel Jalisco Nueva Generación, en Reforma. También enlista una serie de propiedades en la Ciudad de México y Jalisco.
En otro apartado, el reporte habla de los vínculos y relaciones en distintas esferas. Primero detalla la conexión de García Harfuch con generales del Ejército Mexicano. Eso no sería ninguna novedad por el historial de su abuelo Marcelino García Barragán, jefe del Ejército en 1968 durante la matanza de Tlatelolco, y de su papá, Javier García Paniagua, quien encabezó la Dirección Federal de Seguridad. Salvo que una acotación indica que esos militares no necesariamente simpatizan con la autodenominada Cuarta Transformación.
También aparece una conexión con dos de los personajes más poderosos que ha tenido el PRI en su historia. Cuatro manos que mecieron la cuna en todos los aspectos durante el gobierno de Enrique Peña Nieto y que al día de hoy apenas se les ha volteado a ver en este sexenio: Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón. El informe cuestiona el porqué de esas relaciones, si García Harfuch se ha presentado siempre como un policía y no como un político.
Más adelante, el análisis de las Fuerzas Armadas aborda, de la misma manera superficial que la ANI, la relación con Genaro García Luna preso en Estados Unidos por sus vínculos con el Cártel de Sinaloa. Esa misma organización aparece en el apartado de seguridad. El reporte de las Fuerzas Armadas revisa el crecimiento del Cártel de Sinaloa en la CDMX, al mismo tiempo que el Jalisco Nueva Generación ha sentido la ofensiva después de que quiso matar al funcionario con más de 400 tiros de alto calibre.
Finalmente, aparecen las relaciones personales de García Harfuch, donde se enlistan alrededor de 12 nombres con quien tiene encuentros recurrentes.
Con todo esto, me dicen fuentes, sería mentira afirmar que López Obrador ya palomeó la candidatura de Omar García Harfuch. El Presidente no está convencido por el tema de la incongruencia histórica que resultaría. Claudia Sheinbaum le vendió el argumento de que el exsecretario garantizaría una victoria holgada en la ciudad y que retendría el voto de la adolorida clase media. No ha sido suficiente. Incluso ella no lo da por garantizado.
Stent:
Hablaron las dirigencias del Frente Amplio por México. Preocupados por los escándalos recientes con su candidata Xóchitl Gálvez, una de las voces preguntó: En medio de la euforia que nos causó tener una candidata de la noche a la mañana, ¿de pura casualidad alguien se sentó a preguntarle si tenía algún otro escándalo además de la hermana acusada de secuestro? La respuesta fue que no. Nadie tomó la precaución. Montada en el entusiasmo ciudadano, Xóchitl no se deja ayudar. No cuida a qué casas se está metiendo a dormir, el nivel de descoordinación es importante en su equipo. Con todo esto, una de esas voces deslizó otra posibilidad: hay que ver si Ebrard termina rompiendo, porque en una de esas lo necesitamos como candidato.