Este 1 de septiembre iniciaron las labores del Tribunal de Disciplina Judicial, una institución nueva y conformada por cinco magistrados elegidos por el voto popular, cuyo llamado tiene por objetivo recuperar la confianza ciudadana en el Poder Judicial de la Federación.
Como presidenta del Tribunal —y junto a las magistradas y magistrados que integramos su Pleno— asumo con total seriedad la responsabilidad que este mandato histórico nos ha conferido para fijar el rumbo hacia la consolidación de un sistema más cercano y más transparente.
Este órgano nació en el marco de la reciente Reforma Judicial, como una respuesta a la inminente necesidad de supervisar con rigor, ética y legalidad la actuación de juezas, jueces, magistradas y magistrados del Poder Judicial de la Federación, así como para asegurar que sus acciones se basen en la integridad, la imparcialidad y el apego estricto a la ley, pero también, que sean producto de una constante profesionalización.
Es menester subrayar que el Tribunal de Disciplina Judicial no es un órgano punitivo, pues su propósito no es castigar, sino fortalecer la cultura de la integridad judicial y establecer bases para que la labor de los impartidores de justicia sea cada vez más eficiente y humana.
Entre los propósitos de este Pleno se encuentra mejorar todas las prácticas y, en consecuencia, proteger la función jurisdiccional de interferencias indebidas y asegurar que las personas juzgadoras actúen con sensibilidad y responsabilidad social. Porque sin ética judicial, no hay justicia verdadera.
La Ley establece que las principales funciones del Tribunal de Disciplina Judicial son: conocer y resolver procedimientos de responsabilidad administrativa en que puedan incurrir juezas, jueces, magistradas y magistrados; garantizar procesos disciplinarios imparciales, donde prevalezca el debido proceso y el derecho de defensa, así como emitir resoluciones firmes y vinculantes que fortalezcan la confianza ciudadana en la justicia.
Además, entre sus obligaciones se encuentra fomentar la cultura de la integridad judicial.
Desde el primer día en que comienzan sus labores, este nuevo Tribunal de Disciplina permanecerá abierto al escrutinio público, consciente de que la justicia no se defiende desde la distancia, sino desde la cercanía con quienes acuden a ella para obtener alguna resolución que implica un cambio en sus vidas. La transparencia regirá nuestras actividades.
Las y los mexicanos merecen jueces profesionales, pero también humanos. Técnicos, pero también sensibles. Imparciales, pero nunca indiferentes.
Por eso, este Tribunal será parte de una nueva etapa. Con reglas claras, trabajo cotidiano, responsabilidad pública y vigilancia ética, responderemos a la exigencia de millones de mexicanos de tener una verdadera justicia social que fortalezca nuestra democracia a través de acceso a juicios imparciales, eficientes, y a la altura de las circunstancias que nos demanda el momento histórico.
La ciudadanía acudió a las urnas y votó. Ahora nos toca responder con hechos. Desde este día, la historia de la justicia mexicana suma un nuevo capítulo. Y este Tribunal sabrá estar a su altura.
Presidenta del Tribunal de Disciplina Judicial





