"El mundo es grande, cabemos todos, soy un pacifista, esto no es como la luna,

que cuando está en cuarto menguante, están todos apretados".

GERMÁN VALDÉS.

Resulta realmente muy aleccionador que cuando el escribiente nació en 1962, Don Germán Cipriano Teodoro Valdés y Castillo (CDMX 19 de septiembre de 1915 / CDMX 29 de junio de 1973) con menos de 30 años cumplidos ya había participado en 3 docenas de películas, la mayor parte de ellas como principal protagonista.

A través de la magia de Youtube se puede apreciar su monumental talento en una sola escena que lo pinta de forma magistral al inicio de la película "El hijo desobediente", grabada en 1944 y donde al concluir los créditos aparece en la pantalla - evidentemente en blanco y negro - interpretando una mística melodía, sin una sola palabra.

Esto, sin embargo, encierra la grandeza de su naciente y descomunal arte, porque son las primeras palabras que expresa durante el diálogo con su progenitor, lo que marcara desde ese día a varias generaciones de los millones de admiradores que lo

aplaudimos y seguimos hasta su última cinta titulada "El Capitán Mantarraya" estrenada en 1973, poco antes de su desaparición terrenal.

Recuerdo perfectamente como me entere de su temprana muerte a los 57 años de edad, debe de haber sido un miércoles, día de la comida familiar en la casa de mis adorados abuelos Ramón y Consuelo, padres de mi santa Madre.

Era yo un precoz infante con 11 años de edad, que ya charlaba y debatía abiertamente con mis mayores, cuando mi abuelo entró a la hermosa barra de la antigua casa de la Colonia Cacho (Colonia Madero como invariablemente me corrige mi amada GEMY) acto inusual porque bebía ocasionalmente, se sirvió un whisky doble en las rocas, por lo que mi GranMa Consuelo lo cuestionó con cierta preocupación....."¿Qué pasa Ramón, qué tienes...?", mi GranPa solo atinó a contestar, "Me han informado tristemente, de la muerte de Tin Tan, mi paisano al que conocí desde chamaco cuando me boleaba los zapatos en Ciudad Juárez, Chihuahua; era simplemente increíble platicar con él, Dios quiera que descanse en paz".

Y efectivamente mi GranPa nos contó esa inolvidable tarde, durante la comida, varias anécdotas con el genial Tin Tan y su incomparable talento, además de compartir prácticamente toda su filmografía con los comensales que lo escuchamos arrebatados de emoción, no era muy común que fuera tan locuaz, invariablemente permanecía muy serio, prefería escuchar que hablar, porque trabajaba rodeado por

miles de personas como una de las cabezas principales en el antiguo Hipódromo de Tijuana, cuando fue el mayor polo de atracción turística del noroeste del País.

Por cierto, aunque Tin Tan nació en la entonces Ciudad de México o Distrito Federal, desde muy pequeño se trasladó a la frontera norte, particularmente a Ciudad Juárez y del otro lado - como diría cualquier migrante, paisano o fronterizo - obviamente a El Paso, en Texas, donde aprendió a hablar, cantar y bailar, como un verdadero pachuco "pocho" con su genealogía universal que lo catapulto al máximo estrellato, para muchos a la altura de los hoy inmortales que tienen apellidos como Infante, Negrete o apodos como Cantinflas, desde mi muy humilde (que no se me da mucho) opinión.

Con más de un centenar de cintas, la mayoría como primer actor, considero respetuosamente que encabezó una época muy especial del cine nacional, sin dejar de lado la vivacidad de sus increíbles como irrepetibles títulos que acababan con cualquier duda sobre la temática, les dejo solo algunos que vi fascinado durante mi adolescencia, por supuesto mi favorita: "El hijo desobediente", "Con la música por dentro", "Hay muertos que no hacen ruido", "Músico, poeta y loco", "El Rey del Barrio", "La marca del zorrillo", "Simbad el mareado", "También de dolor se canta", "Mátenme porque me muero", "El bello durmiente", "El vizconde de Montecristo", "Los tres mosqueteros y medio D'Artagnan", "Rebelde sin casa", "Dos fantasmas y una muchacha",

"Vagabundo y millonario", "Tintansón Crusoe", y para concluir la serie donde interpreta a "Tsekub Baloyán" el eterno acompañante de "Chanoc".

Finalizo este sentido homenaje a Don Germán Valdés Tin Tan, resaltando lo que más admiración me despierta de su fosforescente estela de estrella de cine, radio y televisión, que aun se puede apreciar a través del internet en la entonación de su melodiosa voz. Los invito apreciados amigos, queridas amigas, distinguidas y distinguidos lectores, a dejarse acariciar por esas antiguas e inolvidables piezas musicales que nos llegan desde la posteridad.

Hasta siempre, buen fin.

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