“Así, paso a paso, me fui enamorando de esta tierra que rinde culto a la muerte, que se la come envuelta en dulces y baila con ella mirándole a los ojos”.

JOAN MANUEL SERRAT

La mañana del 7 de noviembre de este luminoso 2024 −en medio de la celebración número 22 de mi matrimonio con GEMY, mi idolatrada esposa−, leí con gran ternura la emotiva noticia de que nuestra Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL, [en la añoranza detallaré por qué la considero nuestra]) tuvo a bien conceder el doctorado honoris causa, de manos del rector don Santos Guzmán López, al célebre catalán, autor, poeta, cantante, filósofo, pensador, simplemente genial y místico, Joan Manuel Serrat (27 de diciembre de 1943, Barcelona, España).

Con una pequeña −como sus “pequeñas cosas”− joya discursiva, conmovió a la audiencia que se arremolinó en el Teatro Universitario, para aclamarlo ante su recitado amor a nuestra tierra, a México en general, pero igualmente citando sus travesías desde nuestro pedacito de patria, Tijuana, Baja California, hasta concluir, por carretera, en el resplandeciente Cancún, Quintana Roo, a finales de la década de

1960, cuando pisó nuestra nación por primera vez, poco después de los dolorosos acontecimientos de 1968, previo a las Olimpiadas.

No puedo dejar de mencionar que, este año, también fue galardonado con el prestigioso Premio Princesa de Asturias de las Artes, que le otorgó el Rey Felipe VI, en presencia de la comunidad en pleno, acompañado de la Familia Real. Estas acciones me hicieron recordar un par de columnas que le dediqué en 2022 y 2023 al compositor de “Mediterráneo”, “Cantares”, “Tío Alberto” y “Penélope”, solo por citar algunas de mis canciones favoritas de su incandescente repertorio.

La primera entrega la publiqué el día 22 de enero de 2022 bajo el título “El caminante”: más que un reconocimiento a su rica trayectoria, que por supuesto bien lo merece, lo que me salió del fondo del alma fue un cariñoso reclamo al anunciar su retiro en diciembre de ese mismo año, el 7 de diciembre para ser exactos, en pleno corazón de Madrid, donde el que teclea estuvo presente en una noche inolvidable e irrepetible, guiado por la mano de mi amada esposa, citada líneas arriba.

La segunda entrega dedicada al inmortal catalán se publicó el 13 de mayo de 2023 con el título de “Tres Penélopes”, donde recordaba las lágrimas que me provocó exactamente la noche de su despedida en la capital española al concluir el concierto, precisamente con la maravillosa interpretación de Penélope, el poema hecho canción de un desgarrador amor.

Para concluir esta entrega inspirada en el marco de un sentido homenaje al maestro Joan Manuel Serrat, finalizo con una parte del efusivo mensaje que nos obsequió el pasado 6 de noviembre en Monterrey...

“Sin darme cuenta mi mirada iba cambiando y mi vocabulario: no sé cómo ni cuándo, pero un día me descubrí llamando guajolote al pavo; clóset al armario; la rubia era la güera; la bañera, la tina, y también supe que la chingada está muy lejos y que sin guacamole, epazote y cilantro se puede vivir, pero la vida no sabe igual. México vive en mí, ahora y para la eternidad”.

Añoranza

La Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) es nuestra, nuestra casa editorial, gracias a mi editor y compadre, el filósofo y dramaturgo Hugo A. Hinojosa, que generoso como es hasta la médula de los huesos, me presentó hace algunos ayeres con el espléndido maestro Antonio Ramos Revillas −vaya nombre taurino−, quien es nada más y nada menos el director de Editorial Universitaria, para el escribiente, de la mejor institución académica del norte del país, que nos ha hecho el monumental honor de publicarnos media docena de obras literarias, cómo no agradecerle enfáticamente.

Hasta siempre, buen fin.

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