“No te preguntes qué necesita el mundo; pregúntate qué te hace sentir vivo y ve a hacer eso, porque lo que el mundo necesita es gente que ha cobrado vida". MARCO AURELIO
En la entrega previa nos quedamos con nuestra llegada a la capital española durante la primera quincena de enero de 2025. Antes omitimos precisar que habíamos iniciado la travesía el 27 de diciembre de 2024, en un cómodo vuelo directo de menos de 10 horas, desde San Diego, California, con destino a Múnich, Alemania.
Después recorrimos Francia en el siguiente orden: Estrasburgo, Reims, Épernay, París, Burdeos (incluidos Saint-Émilion y la región de La Dordoña), Biarritz —hasta ahí, todos los trayectos fueron en distintos trenes— para continuar en vehículo por carretera, durante 35 minutos, hasta San Sebastián, concluyendo al día siguiente con un vuelo de escasos 45 minutos por Iberia desde esa ciudad hasta Madrid.
Todas estas precisiones tienen que ver con los servicios que, en cada una de estas ciudades del primer mundo, se ofertan al turismo. Con sus particularidades, mantienen un estándar que, en muchos casos, alcanza el más alto nivel.
Sin embargo —y sin menoscabar la afirmación de su categoría— vayamos a revisar enseguida los referentes que enunciamos en nuestra primera columna sobre este tema, si me hacen el favor de prestarme su atención, queridas amigas, apreciados amigos, distinguidos lectores.
La calidad ferroviaria de la Península Ibérica es una de las mejores de la Unión Europea, quizá la mejor en cuanto a conectividad, debido a la orografía de su territorio. En prácticamente tres horas, un visitante puede trasladarse a cualquier destino importante del país. La mayor ventaja radica en su estructura, donde la estación de ferrocarriles de Atocha, en Madrid, resulta muy eficiente, económica, práctica y, particularmente, ordenada.
En cuanto a costos, pondré solo algunos ejemplos sencillos y básicos: el trayecto de Madrid a Toledo no supera los 15 euros (menos de trescientos pesos mexicanos), en un precioso recorrido que toma menos de 45 minutos. El destino es una de las ciudades más bellas del mundo, que alguna vez fue capital del reino, y que sigue siendo hermosa y totalmente segura, donde musulmanes, judíos y católicos conviven en santa paz, por la gracia de mi Dios Padre.
Un caso igual de sencillo es el de la ruta Madrid–Sevilla, pasando por Córdoba. El trayecto dura unas tres horas y cuesta menos de 60 euros.
Por cierto, el tema de los vuelos domésticos es simplemente genial. El vuelo en el que llegamos a Madrid desde San Sebastián (hay tres diarios) nos costó menos de 100 euros. Y desde el aeropuerto de Barajas, prácticamente a cualquier destino dentro del país, el costo promedio es similar: no más de 100 euros. Incluso si se extiende la preferencia a cualquier capital de la Unión Europea, es posible volar desde Madrid por un promedio de 200 euros. Se trata de facilitar el traslado, no de afectar la economía. Usted saque sus propias conclusiones, sin ánimo de comparaciones.
Para finalizar esta entrega, cerraremos con una serie de estadísticas, a “vuela pluma”, que resultan aleccionadoras. Lean si no:
España, con una población de 50 millones de habitantes, recibe anualmente más de 85 millones de visitantes, ocupando el segundo lugar a nivel mundial, solo después de Francia, que supera los 100 millones de turistas al año.
Los siguientes lugares en la lista los ocupan:
· Estados Unidos, con 66 millones;
· Italia, con cerca de 60 millones;
· Turquía, con más de 57 millones.
Todas ellas, potencias mundiales en distintas materias, sin mayores problemas de seguridad pública o social.
Y para cerrar con broche de oro: nuestra bendita patria, México, que en 2024 se acercó a los 50 millones de visitantes extranjeros, ocupando con orgullo el sexto lugar mundial. Continuará.
Hasta siempre, buen fin.