"Vivir libre y morir luchando es el destino del toro de lidia.
Si algún día las corridas de toros desapareciesen sería una gran pérdida para la humanidad y para la animalidad".
FRANCIS WOLFF
En infinidad de tratados, ensayos, escritos e impresiones, hemos estudiado sobre la búsqueda de la perfección en cualquier actividad humana.
Son particularmente célebres dentro de la cultura japonesa, los niveles de sublevación que alcanzan reales artistas tan disímbolos como los que van desde la gastronomía, pasando por la ingeniería, la confección, llegando hasta la mística jardinería, donde los acercamientos a lo perfecto, por la aplicación del arte personal, lo convierte en algo único, irrepetible e incomparable.
Con toda proporcionalidad, en este texto deseo destacar brevemente la monumental trayectoria de don Florencio Fernández Castillo (14 de febrero de 1962, Talavera de la Reina, España), conocido en el universo taurino simplemente como FLORITO (CON MAYÚSCULAS) Florito el de LAS VENTAS, que en su profesión no tiene comparación y se acerca permanentemente a la perfección, lean si no a continuación; queridas amigas, apreciados amigos, distinguidos lectores, irredentas e irredentos aficionados a la fiesta más hermosa de todas las fiestas.
Este novillero español en retiro - que jamás tomó la alternativa - ejerce su apostolado como mayoral, torilero y especialmente como cabestrero, desde el año 1986 en la principal Plaza de Toros del mundo, el coso venteño, ubicado en la calle Alcalá, bautizada como LAS VENTAS en Madrid.
En este escenario, que cuenta la leyenda se construyó a iniciativa del legendario torero, José Gómez "Joselito", inaugurado en el 34' del siglo pasado, cada temporada madrileña y particularmente durante toda la Feria de San Isidro el emblemático Florito, ejerce con aptitudes impresionantes su magisterio, sin embargo lo que mayor fascinación genera, es cuando un toro es devuelto a los corrales y la maestría del mejor cabestrero del mundo se despliega de forma fosforescente, así es, así sucede, nadie lo iguala en el planeta en ese arte único, casi perfecto me atrevo a escribir en honor a esta figura de la tauromaquia, que ha desplegado sus versátiles capacidades a lo largo de cuatro décadas.
Antes de concluir esta entrega, tomo con todo respeto con la licencia correspondiente a la referencia, el apoyo de wikipedia que nos regala con
precisiones muy puntuales las siguientes letras: Se llama cabestro a un toro, generalmente de una raza utilizada para producción de carne, que se castra a los dos años para facilitar su doma.
Tras un largo proceso de aprendizaje se emplea en las ganaderías de toros de lidia para diferentes operaciones relacionadas con el manejo de las reses bravas en el campo.
También se usan en las plazas de toros para conducir de vuelta a los corrales a los toros que por alguna circunstancia no son aptos para la lidia o a los que son indultados, y en los encierros - como el de Pamplona - para abrir y cerrar a la manada e indicar el camino al resto de los animales.
El cabestro es manso por ser bovino de una raza diferente a los de lidia y no por efecto de la castración, como pudiera erróneamente pensarse.
Finalizo señalando puntualmente con una respetuosa aseveración, todo esto y mucho más en su infinita ignorancia pretendieron acallar los que enarbolaron las prohibiciones por la ignorancia de un hermoso universo que nunca entenderán desafortunadamente.
Hasta siempre, buen fin.