“Si quieres torear bien olvida que tienes cuerpo, se torea con el alma,
como se sueña o se juega, como se baila o se canta”
JUAN BELMONTE
“¿Cómo regresó Ponce?” Eso nos preguntaron infinidad de aficionados a la fiesta más hermosa de todas, la mañana del 18 de mayo, al enterarse de nuestra presencia en la Feria de Corpus de 2024, donde se anunció la reaparición del maestro para arrancar su campaña definitiva (algún día les comentaré sobre el mágico libro de la magnífica rejoneadora, Conchita Cintrón, con el místico título Por qué regresan los toreros) como despedida de los ruedos en Les Arènes de Nîmes, en Francia.
Sin analizarlo con mucha profundidad, solo acertamos a comentar, francamente, que regresó tal como se fue: claro, puntual y realmente atinado, porque el de Chiva, Valencia, España, invariablemente ha cumplido con la papeleta a carta cabal en todas las plazas del mundo, sin la menor duda.
Pero, antes de adentrarnos en la estela monumental de logros, hazañas, récords, éxitos y un amplio, amplísimo etcétera de triunfos a lo largo de su carrera, en esta primera entrega deseo concentrarme en lo sucedido desde aquellos días, que concluyeron con su última corrida formal el pasado cinco de febrero de este incipiente 2025 en nuestro país. Esto va para ustedes, queridas amigas, apreciados amigos, distinguidos lectores y, particularmente, para los irredentos aficionados, quienes me hacen el alto honor de prestarme su generosa atención.
Al finalizar la tarde-noche francesa, el cariño desbordante entregado fehacientemente al torero en medio de su vuelta al ruedo —más allá de premios— fue sinceramente emotivo, ilustrativo y, literalmente, hasta las lágrimas. Fue en ese momento que entendimos el porqué de este regreso, para “irse” como lo desea en sus más íntimos sueños, tal como afortunadamente sucedió durante los siguientes nueve meses.
Cuando, por cierto, tuvimos la fortuna de verlo vestido de luces en Málaga, Bilbao, Valladolid y Murcia, en una tarde “goyesca” inolvidable en un mano a mano irrepetible con Pepín Liria (figura que jamás pudimos ver por su novel despedida), él regresó a los ruedos para acompañar a su mejor amigo-rival-compadre en una jornada para la historia, en la que ambos salieron a hombros ante el clamor ensordecedor de la afición, en esas corridas que se quedan en el corazón hasta la posteridad.
Ya no tuvimos la fortuna de verlo en sus “otras” despedidas; valga señalar que, en la de Las Ventas, en Madrid (España), en pleno corolario de la Feria de San Isidro, logró su quinta Puerta Grande, saliendo, en volandas, de la entusiasta asistencia que lo vitoreó feliz, por sus años de entrega absoluta.
Antes de concluir el 2024, y con los veinticinco compromisos —más o menos— firmados y cumplidos en su tierra, decidió cruzar el charco con la ilusión, más que la certeza, de despedirse en la CDMX, en La México, de ser posible, en el marco del 79º aniversario de la inauguración de la plaza de toros más grande del mundo, no sin antes asistir a todos los festejos a los que fue invitado para reafirmar su personalidad de máxima figura del torero “de aquí y de allá”, como muy pocos; como solo los más grandes, los de época, donde cada quien destaque sus querencias y señale sus propias admiraciones.
Por lo pronto, dejamos esta columna aquí, porque esta entrega, en medio de la emoción, ya se alargó demasiado. Por supuesto, nos leeremos la próxima semana, donde la presente continuará.
Hasta siempre, buen fin.
Añoranza: En todas las corridas de toros, sin excepción —antes, durante y después de cada celebración—, estuvimos radiantes, mi amada esposa GEMY y el escribidor. ¡Vaya forma de terminar e iniciar una nueva etapa! ¡Olé! ¡Olé! y ¡Olé!