La presidenta Sheinbaum salió irritada a ofrecer su conferencia mañanera. En la reunión previa, su gabinete de Seguridad le acababa de presentar nuevos datos de sus investigaciones sobre el caso Teuchitlán:

Que hasta el momento no han encontrado restos humanos ni de una sola persona. Que los restos óseos exhibidos en video por el colectivo que descubrió el rancho Izaguirre son huesos de animales. Que los pares de zapatos encontrados en el rancho formaron parte de un montaje orquestado por integrantes de la organización Guerreros Buscadores de Jalisco. Que habría vínculos directos entre este colectivo y el cártel de Sinaloa. Y que, al armar el escándalo de Teuchitlán, el cártel de Sinaloa estaría interesado en que la atención pública nacional dejara de concentrarse en ellos y se fuera hacia Jalisco, donde operan sus rivales del cártel Nueva Generación.

Eso es lo que arrojan los primeros datos concentrados por el gabinete federal de Seguridad y presentados a la doctora Sheinbaum esta semana en la reunión previa a la conferencia mañanera, según me revelan fuentes del primer nivel.

Me cuentan que la presidenta salió encendida de la reunión. ¿Porque se convenció de que le tendieron una trampa y cayó? ¿Porque no les creyó a sus funcionarios que le presentaron estos datos preliminares? ¿Porque sabe que nadie le va a creer esta versión, aunque la respalde con no sé cuántos estudios y peritajes? ¿Porque incluso el “detenido estrella” del gobierno, José Gregorio alias El Lastra, habló de secuestros, torturas y asesinatos llevados a cabo en el rancho Izaguirre de Teuchitlán? ¿Porque incluso la idea de bajar de “campo de exterminio” a “campo de entrenamiento” implicaba un menor número de muertos, pero no cero cadáveres? ¿Porque, por más que lo trate de evitar, la presidenta se acerca cada vez más al escenario político de la “verdad histórica”, un término que su propio movimiento estigmatizó al grado de volverlo sinónimo de manipulación y mentira orquestada desde un gobierno?

No lo sé. Lo que sí sé es que varias áreas del gobierno federal están evaluando qué hacer con estos primeros datos que arrojan sus investigaciones, midiendo el capital político de la presidenta Claudia Sheinbaum para calcular cómo puede salir de este pantano lo menos lastimada posible.

Porque lo que no hay duda es que la presidenta está empantanada con el tema Teuchitlán. Casi parece que le urge que lleguen los aranceles para poder hablar de otro tema.

historiasreportero@gmail.com

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