Los partidos políticos de la derecha y el autoritarismo ganan terreno a nivel internacional, pero en México se invoca un excepcionalismo peculiar para afirmar que esa oleada no llegará a nuestro país.

Morena y sus aliados se ubican a sí mismos en ‘el lado correcto de la historia’, y piensan que estarán en el gobierno eternamente.

En las elecciones del 16 de noviembre en Chile, las derechas conjuntaron el 70% del voto, mientras la izquierda alcanzaba menos del 27%.  En los comicios del 30 de noviembre en Honduras, las derechas en conjunto sumaron 80% del sufragio, reduciendo al izquierdista LIBRE por debajo del 20%.

El presidente chileno Gabriel Boric registró avances muy importantes en la agenda social y en derechos, pero lo persiguió siempre una marcada percepción de ineficacia en el tema crucial de la seguridad pública.  

A su vez, el gobierno de la presidenta hondureña Xiomara Castro registró avances en la economía, y en la mejora de la educación y la salud, pero lo pierden la total impunidad por el enriquecimiento corrupto de sus dirigentes, y sus relaciones peligrosas con el crimen organizado.

En ambos países el humor social llegó al hartazgo y cambió el rumbo para cortar la continuidad de las fuerzas 'de izquierda'.  

Los casos chileno y hondureño no pueden trasladarse mecánicamente a la situación mexicana, pero de que hay similitudes, las hay.  Los gobiernos de Morena registran los aumentos sostenidos en el salario mínimo -que benefician ya a siete de cada diez empleados- y las pensiones universales, pero la herencia del sexenio 2018-2024 es muy pesada: los homicidios violentos se acumulan (y se ocultan como desaparecidos), de cara a un Estado caracterizado por su no-respuesta y su falta de empatía frente a las víctimas. La corrupción y las alianzas inconfesables de políticos con el crimen organizado llegan al entorno del exmandatario, y el nulo crecimiento volvería insostenibles las transferencias monetarias.  

Morena es un amasijo ideológico en que la derecha ha tenido cabida desde su nacimiento.  Allí están como muestra La Luz del Mundo, la militarización de la seguridad pública, los promotores de la prisión preventiva oficiosa, e incluso un seudo líder corporativista que nada tiene que ver con la libertad, la justicia y la democracia sindical.

En Tamaulipas, los políticos del oficialismo se han fusionado con el crimen organizado en empresas criminales conjuntas para postular candidatos, financiar campañas y controlar el territorio para sus negocios ilícitos.  La marca Morena les garantiza impunidad.

En una encuesta reciente el 35 por ciento de los encuestados cree que Morena es un partido progresista, mientras que el 36 por ciento lo ve como conservador; 41 por ciento ve a Morena como un partido autoritario, y el 34 por ciento como democrático  .

El profesor Alberto Aziz acierta: el gobierno debilitó la narrativa neoliberal, pero no se produjo una transformación de las políticas más importantes del modelo dominante ().

¡Ahí viene el lobo!, señala Morena a la derecha internacional, mientras toma medidas para que nadie más pueda tener acceso al poder político por la vía de elecciones libres y competitivas.  Las derechas sonríen socarronamente: les están pavimentando el camino desde adentro.

Profesor asociado en el CIDE

@Carlos_Tampico

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