Sin contrapesos internos, en su primer aniversario de gobierno, la Presidenta continúa con una narrativa fantástica: vamos bien y vamos a ir mejor.
Leo con cautela que Israel y Hamas han acordado el cese el fuego en Gaza y un intercambio de prisioneros. ¿Cuánto durará y qué tanto se cumplirá?
Me pregunto si Netanyahu les dice a sus seguidores, en hebreo, lo mismo que le dice a Trump en inglés. Tom Friedman, columnista del NYT, ha escrito: «Lo que los políticos israelíes te digan en privado es irrelevante. En Washington, los funcionarios mienten en público y dicen la verdad en privado. En Israel, lo que importa es lo que sus políticos le dicen en hebreo a su gente, mientras que en privado te dicen lo que tú quieres escuchar».
La presidenta Sheinbaum tiene todo el margen del mundo para decirle a las masas lo que quiera. Con un monopolio político y una aprobación personal superior al 70 por ciento, nada le impide seguir los rituales de masas de AMLO y festinar sus logros como si solo existiera la realidad que le es favorable. Pero la otra cara de la realidad es terca.
¿Es viable el rescate de Pemex si continúa el huachicol fiscal? ¿Puede haber crecimiento económico con ese tamaño de boquete en las finanzas públicas? El huachicol ya llegó a la agenda bilateral y Washington lo puso en la renegociación del TMEC —terreno frágil—, que es esencialmente política, no técnica.
Los partidos políticos tienen como objetivo primario ganar elecciones, pero preguntémonos: ¿Puede Morena ganar elecciones sin el dinero del huachicol fiscal y de otras ramas del crimen organizado? ¿Cuál es la agenda hacia adelante? ¿Necesita la presidenta Sheinbaum de una mayoría calificada en la Cámara de Diputados obtenida por medios reprobables?
Aquí se evidencian los límites a la gestión del conflicto. Es terrible la fama pública de conspicuos liderazgos de la 4T: gobernadores, legisladores y funcionarios. Denise Maerker señala: Hoy en Morena están los que solo buscan construir fortunas al amparo del poder público, los que se protegen tras el fuero, los que ven el poder como un botín familiar hereditario. Hay también valiosas excepciones.
La humillación pública (public shaming) contra Adán Augusto ha llevado a muchos mexicanos a dar un veredicto de culpable, pero ¿quiere la Presidenta seguir operando con políticos que han mentido, robado y traicionado a su propio movimiento?
AMLO usó el giro verbal ‘parece que’, para deslindar a su hijo mayor de un estilo de vida opulento, señalando a su nuera: ‘parece que la señora tiene dinero’.
Hoy parece que la Presidenta se ha echado sobre la espalda la campaña hacia 2027, porque con la permanencia de los heredados de AMLO, los liderazgos que le son fieles a ella no terminan de emerger.
No habrá ruptura de la presidenta con su mentor, escuchamos. Quizá ni siquiera se abran carpetas de investigación por delitos graves contra el Estado mexicano, para proteger al entorno de su antecesor. La apuesta es que el escándalo se mantenga en el círculo rojo, sin que permee a la base electoral. Pero ello puede resultar contraproducente: cada día que los corruptos sigan impunes, parece que aumenta desde afuera la presión y el chantaje político contra Palacio Nacional.
Profesor asociado en el CIDE @Carlos_Tampico