La economía estadunidense decreció 0.3% (a tasa anualizada) en el primer trimestre de 2025, después de que había crecido 2.4% en el último trimestre de 2024. La razón, para resumirlo en una oración, es la guerra económica. Lo que provoca la caída del PIB no es el incremento en importaciones, sino que, aunado al incremento de inventarios, las empresas están deteniendo sus proyectos de expansión por la incertidumbre sobre lo que vendrá en unos meses.
Las empresas y los consumidores han dejado de actuar como normalmente lo harían. Para protegerse de los aranceles acumularon muchos más productos extranjeros de los que usualmente tendrían. Así evitan el costo más alto que tienen que pagar ahora, pues los aranceles ya están en vigor.
La caída en el PIB muestra de forma inequívoca que distorsionar el mercado sin entender su funcionamiento es un error grave, y enfatiza el que quizá es el concepto más importante en el estudio de la economía: el costo de oportunidad. El costo de guardar en la bodega una caja de medicinas nueva son las personas que necesitan esa medicina y podrían curarse si se la toman hoy.
Las importaciones reales incrementaron en 11 por ciento en el primer trimestre del 2025. Los únicos incrementos similares ocurrieron durante la recesión por el confinamiento y en 2008, pero en esas dos crisis el volumen comercial de EU estaba disminuyendo, mientras que el incremento en las importaciones de los primeros meses de este año ha sido la expresión del incremento más rápido en el volumen comercial de EU en cincuenta años. Los consumidores gringos han visto en el horizonte el incremento de precios y dicen ‘mañana será más caro, así que vamos a comprar hoy’.
Son dos los sectores donde este incremento en importaciones ha sido más pronunciado: el farmacéutico y el computacional. Las importaciones de productos farmacéuticos incrementaron en 60 por ciento y las de computadoras de todo tipo en 50 por ciento en el primer trimestre. La pregunta, desde luego, es ¿dónde están estas medicinas y estas computadoras?
Los datos del Bureau of Economic Analysis (BEA) nos muestran que las medicinas extra (y otros productos relacionados) que han comprado las empresas gringas pasaron a formar parte de los inventarios. Es decir, las metieron en bodegas. Este incremento en inventario en el sector farmacéutico es el mayor incremento en la historia de EU (y el inventario actual es cuatro veces más alto que el inventario récord anterior). La tendencia apunta a que no solo no va a desacelerarse la acumulación en este sector, sino que los inventarios van a crecer más. Las empresas están convencidas de que el riesgo es real, incluso cuando el gobierno gringo, hasta ahora, ha excluido de la guerra comercial a casi todos los artículos farmacéuticos.
En cuanto a las computadoras, la mayor parte del incremento en las importaciones no se debe a que ahora haya más laptops nuevas en las bodegas de tiendas como Best Buy (o a que haya más personas con computadoras nuevas guardadas en su casa), sino a la compra de material computacional por parte de laboratorios de inteligencia artificial y otras compañías dedicadas a la tecnología. Esta inversión es ya la cifra más alta de inversión en ese sector en la historia de EU, y -al igual que la
tendencia en el sector farmacéutico- todo indica que la inversión en material computacional seguirá incrementando.
Esta acumulación de bienes extranjeros provocó un incremento récord en el déficit comercial gringo. Trump ha dicho una y otra vez que EU es la víctima del resto del mundo. ¿La razón? EU le compra a otros países más de lo que esos países le compran a EU. Bueno, la política de Trump, en el corto plazo, ha provocado que EU le compre aún más a otros países, y la respuesta arancelaria de otros países a los ataques gringos hará que esos otros países le compren menos a EU.
Claro, la idea del gobierno gringo es que esto solo es un efecto temporal. Que en unos meses las empresas moverán sus líneas de producción a EU y entonces los gringos solo comprarán productos gringos y el resto del mundo, superado por el poderío estadunidense, se hincará, es decir, quitará los aranceles a EU para que los gringos compren los pocos productos que siguen produciéndose en esos países después de la fuga de empresas que logró Trump. Una fantasía del señor que hoy vive en la Casa blanca, pues.
El precio oculto de esta política, como dije antes, es el costo de oportunidad. El material computacional que está llegando a EU podría usarse para abrir nuevos laboratorios de inteligencia artificial en otros lugares del mundo, o para expandir aquellos que están buscando expandirse hoy, en lugar de que laboratorios en EU lo tengan como reserva para cuando lo necesiten. Todas esas medicinas embodegadas podrían usarse para curar a personas en el resto del mundo que las necesitan hoy, en lugar de tenerlas en cajas por si acaso en unos meses alguna persona en EU las pide.
La clave es que las empresas gringas no hubieran comprado ese extra de computadoras ni tampoco ese extra de medicinas. Están comprando de más por el miedo al encarecimiento de esos productos en el futuro cercano. La historia, entonces, es que una primera distorsión, los aranceles, genera una segunda distorsión, la compra de material que no se necesita (en el sector computacional y en el sector farmacéutico), lo que a su vez introduce una tercera distorsión: si las empresas gringas están importando más de ciertas medicinas las empresas que las producen van a producir más de esas medicinas, y menos de otras, aun cuando las otras sean más necesarias, pues lo que quieren es vender más.
Desafortunadamente no tenemos datos para cuantificar cuántos avances grandiosos en tecnología hubiera logrado la humanidad sin los aranceles, ni cuántas personas hubieran dejado de sufrir o se hubieran salvado si este excedente de medicinas no hubiera ido a parar a bodegas gringas, pero el costo existe. Pensemos en un día de nuestra vida en que sentimos que hicimos mil cosas, recordemos la sensación; y ahora comparémoslo con un día de procrastinación en el que hicimos nada, todo el día en la cama viendo el techo. Nunca sabremos con exactitud qué habríamos logrado en ese día si hubiéramos salido de las cobijas, pero sí sabemos, con exactitud, que habríamos hecho más.