Los aranceles que decidió implementar el garrulo Trump no son un juego, aunque él los trate como si lo fueran. La Universidad de Michigan ya reporta un incremento sustancial en las expectativas inflacionarias en el corto plazo, mientras que las expectativas de inflación en el largo plazo han llegado al nivel más alto en tres décadas.
Prácticamente el 60 por ciento de los que responden la encuesta de la Universidad de Michigan esperan que su negocio esté peor dentro de un año. En febrero cerca del 47 por ciento de los gringos tenían planeado tomarse unas vacaciones en los próximos seis meses, esa cifra cayó en diez puntos porcentuales en la última semana. Es preocupante. Parece que vienen tiempos secos.
No es momento de gastar en un viaje para subir a insta fotos del arco del triunfo, es tiempo de invertir en cosas duraderas, preferentemente con retorno sobre la inversión en el futuro, antes de que no nos alcance el dinero. Eso están empezándolo a entender los consumidores gringos. Verbigracia, la venta de coches en EU incrementó casi 13 por ciento en marzo, por el miedo a los impuestos del sandio que duerme en la Casa blanca.
El déficit comercial de EU hoy está por los cielos, superando incluso los niveles a los que llegó durante la primera guerra comercial con China. Así que Trump puede salir a decir hoy, feliz, que su política arancelaria está justificada, porque, ‘vean, importamos muchísimo más de lo que exportamos, se están aprovechando de nosotros’, pero es otra más de sus falacias. El déficit comercial de EU explotó en este primer trimestre de 2025 por culpa de Trump. En enero, por ejemplo, las importaciones de computadoras aumentaron 57 por ciento y las de celulares 33 por ciento (comparado con el mismo mes del año anterior). La gente, temerosa de la subida en precios después de que Trump implemente los aranceles, salió a comprar todos los bienes que desea producidos en otros países. Es decir, el efecto inmediato de su política ha sido provocar exactamente lo que -supuestamente- no quería.
Trump, el zafio, dice -como buen político mentiroso- que sus acciones ayudarán a todos los gringos (a los extranjeros nos odia). Pero las empresas no opinan no lo mismo. La encuesta de la Reserva federal de Richmond reporta que los directores financieros de empresas gringas están preocupados por los nuevos aranceles. A lo mejor Trump respondería que a él no le importan ellos, porque su preocupación no son las grandes empresas, sino las pequeñas. De acuerdo con la encuesta del Wall Street Journal, el 64 por ciento de los pequeños empresarios gringos están convencidos de que los aranceles van a afectar negativamente a sus negocios. Incluso si Trump tiene intenciones loables (extremadamente cuestionable) aquellos a quienes supuestamente ayudará están convencidos de que sus medidas solo traerán desgracias. Y tienen razón: los aranceles van a hacernos mal a todos.
Hay un punto al que debemos ponerle especial atención. Por primera vez desde el confinamiento por covid las expectativas de inflación de los negocios están divergiendo de la inflación que están experimentando. En otras palabras, las empresas ven los precios actuales como una ilusión, y apuntan a planear su producción futura basados en precios significativamente más altos. Es tiempo de comprar bienes raíces, seguros de ahorro, de educación, seguros médicos, invertir en una buena obra de arte, no de comprar bolsas de diseñador.
El concepto clave en todo esto es incertidumbre. Lo que Trump está generando con todas estas políticas imbéciles es incertidumbre. La encuesta de la Reserva federal de Dallas muestra que los niveles de incertidumbre que las empresas sienten hoy no se veían desde la pandemia. Y la incertidumbre es veneno puro para la sociedad. Ninguna sociedad puede prosperar en medio de la incertidumbre. De hecho, sucede lo contrario: la incertidumbre socava a las sociedades, y, entre más dura, más daño hace. Por eso hoy escuchamos a dirigentes políticos hablando de organizar bloques fuertes entre países afectados por las políticas trumpistas, para reorganizar sus economías y no depender de los gringos. Lo que están proponiendo es crear certidumbre con una nueva organización.
La incertidumbre también está golpeando a la cultura. Trump quiere recortar el presupuesto del National Endowment for the Humanities (NEH) en 80 por ciento. Es la principal agencia gubernamental encargada de fomentar la promoción, la educación y la investigación. Ya está firmada una orden ejecutiva para eliminar al organismo que financia museos y bibliotecas en EU. En esto Trump y López Obrador (y sus achichincles que gobiernan México hoy) son igualitos: le temen tanto al conocimiento que quieren destruirlo.
Las universidades, lamentablemente, tienen que ajustarse. La universidad de Harvard ya anunció un paro indefinido a las contrataciones, lo mismo de profesores que de personal administrativo. Notre Dame también anuncio una pausa en las contrataciones, por ahora solo de personal administrativo. En un país, Estados Unidos, donde la mayoría eligió el camino del aislamiento, el racismo y la irracionalidad, las universidades parecen el último bastión de la búsqueda de un mundo mejor, y hoy también están en peligro.