Los aranceles del 25 por ciento de Trump a coches y autopartes provocan un daño mayor que todos los aranceles combinados que implementó durante su primer cuatrienio. Y durante su primer periodo la situación ya era preocupante. Su ocurrencia le pega a algo así como 353 mil millones de dólares en importaciones. Todo eso sujeto al 25 por ciento de impuesto. Dimensionemos cuánto es esa cantidad: el PIB de Chile, enterito, apenas ronda los 340 mil millones de dólares.

Por ahora (y lo recalco, por ahora) los aranceles para México excluyen los componentes que no son gringos de las autopartes producidas en México. Por ejemplo, si en México producimos las puertas para un Ford que se ensambla en EU, pero parte del plástico para producir esas puerta en México viene de Asia, ese plástico asiático no paga impuestos. Pero el gobierno gringo quiere cambiar eso, lo cual incrementaría en 68 mil millones de dólares la cantidad de importaciones sujetas a impuestos. Y si a eso le añadimos los camiones pesados y sus componentes (que hasta ahora también se han salvado de los aranceles), la cantidad subiría en otros veinte mil millones de dólares.

La estenosis mental de los políticos llega a lugares insospechados. Hoy, una compañía que manufactura coches en EU puede recibir 3.75 por ciento de reembolso (sobre el precio total del coche). Esto permite compensar los aranceles que le pegan a componentes que valen hasta 15 por ciento del coche. Pero ¿qué pasa con las autopartes que valen más del 15 por ciento del valor del coche? Las tiene que pagar en sobreprecio el consumidor final, desde luego. Por si fuera poco, la tasa de reembolso disminuirá a 2.5 por ciento el próximo año, y al siguiente desaparece (claro, porque el dinero no es un recurso ilimitado). Y así los dirigentes en D.C. están convencidos de que toda la industria automotriz se mudará mañana a EU. Cándidas criaturitas del señor.

Pero pongámonos serios. La mitad de los carros que se compran en EU se ensamblan en otros países. Lo que quieren en la Casa Blanca es que todos esos coches, toda esa mitad, se haga en EU. El problema es que ni siquiera los coches de la otra mitad son gringos. En otras palabras, ningún coche, ninguno, es cien por ciento gringo. Fijémonos en los tres coches más vendidos del 2024 en EU: el Toyota Camry, el Toyota RAV4 y el Tesla Model Y. El porcentaje de partes gringas en estos tres autos no llega al 75 por ciento. Es decir, que más de la cuarta parte de los coches más gringos no es gringa. Y falta ver qué porcentaje de ese 75 por ciento está hecho por esa raza gringa superior a todos que defiende el filisteo golfista, y qué porcentaje hecho por mexicanos ilegales, de esos que odia con cada célula.

La icónica (icónica en EU) Ford F-150 no llega ni a una tercera parte de componentes gringos. Seamos estrictos con los ardides nacionalistas, esa camioneta es todo menos gringa. Además, la cadena de suministro de EU y Canadá es tan interdependiente que el propio gobierno gringo no hace ninguna distinción entre autopartes gringas y autopartes canadienses. Sí, el gobierno de EU considera producción doméstica lo que se hace en Canadá cuando se trata de coches, así que con toda seguridad el porcentaje de autopartes gringas está sobreestimado para todos los coches que mencioné.

Estos movimientos de política pública llegan en un momento que ya era malo para la industria automotriz estadunidense. Los precios de coches (nuevos y usados) eran muy altos antes de los aranceles, no se habían recuperado del efecto inflacionario post-covid. La cantidad de consumidores que caen en impago de sus autos ya mostraba una tendencia creciente, que está relacionada con la inflación, es decir, el incremento en general del costo de vida. La producción gringa de coches es muy débil; para muestra los más de veinte mil despidos en la industria en el último año.

Durante el primer trimestre de este año, ya lo he dicho antes, hubo un incremento significativo en las ventas de autos, porque las personas querían evitar el incremento en precios que está ocasionando la locura arancelaria. Esto significa que las concesionarias tienen poco o nulo inventario, así que si hay que traer un coche de China hoy, el precio ya es con arancel. Sumémosle el retraso tecnológico de la industria automotriz gringa frente a los productores chinos, particularmente en coches eléctricos. Este rezago ya estaba apapachado por las políticas proteccionistas previas a Trump; ahora solo le están dando más estímulos a la industria gringa para que no se preocupen por mejorar.

En promedio, el Budget Lab de la Universidad de Yale dice que el precio de un coche nuevo (modelo 2024) incrementará en 6,400 dólares. Gracias a su caprichito, cada persona tendrá que pagar alrededor de 130 mil pesos más por un coche en EU. Lo bueno es que él vela por los trabajadores, los que menos tienen. Benditas sean las buenas intenciones.

Carlos Alejandro Noyola

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