Luego de realizar maniobras legales para permitir, por segunda vez, una entrega masiva de narcotraficantes y otros criminales, ayer México entregó a Estados Unidos a 26 delincuentes solicitados por autoridades estadounidenses, pero sin pasar por el largo y complejo proceso de la extradición.
La concesión mexicana fue recibida con muy poco reconocimiento por parte del Departamento de Justicia y de la fiscal general estadounidense Pam Bondi, quien en un extenso comunicado en el que dio a conocer los nombres de los entregados señaló que “la detención de 26 fugitivos mexicanos” es “el ejemplo más reciente de los esfuerzos históricos de la administración Trump para desmantelar cárteles y organizaciones terroristas extranjeras”.
Y dentro del amplísimo comunicado, solo un renglón para quienes hicieron posible esta entrega. “Agradecemos al equipo de Seguridad Nacional de México su colaboración en este asunto”.
Aunque, ciertamente la embajada de Estados Unidos en México fue más diplomática en sus agradecimientos y reconoció el valor de la presidenta Claudia Sheinbaum, para el público estadounidense, se trató de uno más de los hermosos logros del presidente Trump.
Y antes de que acabará el día, el Departamento de Estado mandó un bofetón de vuelta al gobierno mexicano. Por primera vez incluyo en sus alertas de viaje a México los riesgos por terrorismo, y fue con todo, pues advirtió a sus viajeros que en todos y cada uno de los estados de la República Mexicana “existe riesgo de violencia en el estado por parte de grupos terroristas, cárteles, pandillas y organizaciones criminales”.
¿Se pondrá la otra mejilla?