Mucho se ha escrito ya sobre la división rispidez con la que se han dando las cosas entre el PT y Morena, tanto a nivel legislativo, como de dirigencia, por lo que llaman la “soberbia” de los morenistas.
Sin embargo, los petistas mandan mensajes al Poder Ejecutivo de que el enojo es con el partido, pero no con la presidenta Sheinbaum, de la que aseguran seguir siendo aliados.
Sin embargo, nos hacen ver que esa división de enojos se antoja algo complicada, pues una de las mayores utilidades que el PT tiene para la Presidenta es que apoyen sus iniciativas en el Congreso, y para ello requieren de buena coordinación con los coordinadores y legisladores de las bancadas, calificadas por ellos mismos como “soberbias”.
Todo empezó con el reclamo fuerte que hizo el jueves pasado el coordinador petista en San Lázaro y uno de los hombres más cercanos a la dirigencia nacional de su partido, Reginaldo Sandoval, cuando acusó que la relación entre ambas bancadas estaba congelada y llamó soberbios a los morenistas, desde la dirigencia hasta la militancia y les advirtió que si no veían sus errores podrían acabar como el PRD.
Ayer, uno de quienes consideraban un político morenista muy cercano al PT, Gerardo Fernández Noroña, fue abucheado en su Congreso Nacional al grado de correrlo y llamarlo “malagradecido”.
El presidente nacional petista, Alberto Anaya señaló que Morena debe entender que son aliados y "no sus empleados", y dijo que la alianza entre el Partido del Trabajo y Morena está fracturada y estaría a punto de desaparecer, pues los guindas no tratan a los petistas como sus pares.
Ante este escenario, nos hacen ver, se observa muy complicado que el PT pueda ser considerado como un aliado de la Presidenta y un adversario de Morena.
¿Se convertirá el PT se en el primer hijo que deja la casa de la 4T?
Las penurias por las que tiene que pasar un partido satélite, nos dicen.
LL