El primer semestre del año ha sido una suerte de montaña rusa para la industria automotriz global y, en particular, para la de nuestro país. El vaivén arancelario del gobierno de Donald Trump ha marcado principalmente el rumbo del sector, pero también otros factores como una aparente desaceleración en la demanda de vehículos eléctricos, el imparable avance de las marcas automotrices chinas y hasta potenciales disrupciones debido a la escasez de tierras raras.

En los Estados Unidos, las cambiantes políticas comerciales del presidente Trump, así como la reciente eliminación de incentivos en la compra de autos eléctricos (a partir del mes de septiembre) tendrá sin duda un impacto relevante en la planeación de la estrategia de producto de las marcas en este país y, por consecuencia, un impacto importante también para México.

Veamos los números. De acuerdo con el reporte de resultados del Registro Administrativo de la Industria Automotriz de Vehículos Ligeros (RAIAVL) elaborado por el Inegi, en el primer semestre de 2025 se produjeron 2,006, 720 vehículos, lo que representa un aumento de 0.47% respecto al primer semestre de 2024. De seguir con este ritmo, México podría establecer otro año histórico de producción en 2025.

Lo que hay que ver también es la exportación de automóviles. Durante el primer semestre del año salieron del país 1,666,184 vehículos según Inegi, lo que significa una disminución de 2.83% con respecto al mismo periodo de 2024. Se trata de una reducción relativamente baja, pero teniendo en cuenta que 80% de las exportaciones de vehículos de México van a los Estados Unidos, es posible que el efecto arancelario ya empiece a ser un factor que considerar.

En el último reporte de resultados de General Motors, el principal fabricante exportador de automóviles de México a Estados Unidos, señala un incremento en costos de 1,100 millones de dólares a consecuencia de los aranceles para el segundo trimestre del año. A falta de conocer los resultados de los demás, esto nos dice que los fabricantes están absorbiendo, de momento, los aranceles impuestos.

La pregunta es hasta qué punto podrán resistir la urgencia de trasladar este costo a los clientes norteamericanos. Por regla de mercado, el primero que suba precios seguramente perderá participación de mercado. Será interesante entonces ver quién o quiénes serán los primeros en hacerlo.

Mientras tanto, varios fabricantes han anunciado también planes para relocalizar producción hacia los Estados Unidos (como es el caso del propio GM) o incluso, cerrar plantas en México, como ha sido el reciente anuncio de Nissan sobre su planta de Morelos. Esto nos habla de una creciente necesidad de reconfigurar sus cadenas de producción ante una mayor presión en costos.

Por lo anterior, el panorama para México para la segunda mitad del año no parece dar pie al optimismo. Un potencial incremento de precios de los vehículos en los Estados Unidos traerá consigo una disminución de la demanda y, por tanto, un eventual menor nivel de producción en México. Queda esperar si fabricantes y sus redes de proveeduría pueden encontrar formas distintas de trabajar y que les permita mantener sus cadenas de suministro intactas.

Profesor de Dirección de Operaciones de IPADE Business School.

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