La transición hacia la electromovilidad es una prioridad para modernizar y hacer más sostenible el sistema de transporte en México. Sin embargo, la nueva Ley del Sector Eléctrico (LESE) introduce cambios regulatorios que podrían redefinir el papel de la inversión privada en el desarrollo de la infraestructura de carga para vehículos eléctricos (EV, por sus siglas en inglés), retrasando la adopción de este medio de transporte.

Un marco regulatorio centralizado cuando el sector requiere dinamismo

La nueva ley establece que la Secretaría de Energía (Sener) será la encargada de regular la infraestructura y el suministro eléctrico para la electromovilidad, a través de la creación de la Comisión Nacional de Energía (CNE). Este nuevo órgano administrativo tendrá la facultad de establecer criterios de interconexión, mecanismos de compensación y condiciones de uso para la infraestructura de carga eléctrica.

Si bien la nueva regulación asume la importancia de la electrificación del transporte y la necesidad de regular la infraestructura de carga, debería contemplar también retos clave para la adopción de vehículos eléctricos, como los costos iniciales elevados, la falta de infraestructura de carga y el necesario cambio en los hábitos de consumo. La centralización excesiva en el Estado podría restringir la participación del sector privado en el desarrollo y operación de estaciones de carga, ralentizando la transición a la electromovilidad.

Los baches que deberán esquivar los vehículos eléctricos

El ahorro, la eficiencia energética o una menor huella de carbono son argumentos poderosos para convencer a los potenciales compradores de vehículos eléctricos privados, sin embargo, su adopción enfrenta tres retos principales: costos iniciales altos, infraestructura de carga y cambios en el comportamiento de transporte por restricciones de carga y rangos.

  1. Pagar un alto costo de entrada

Los EV siguen siendo más caros que los vehículos de combustión interna, a pesar de que sus costos de mantenimiento pueden ser menores a largo plazo. No obstante, los consumidores suelen priorizar beneficios inmediatos en lugar de ahorros a futuro. En México, se ha seguido una política basada en subsidios, restricciones vehiculares favorables a los EV (como el acceso a programas de circulación) y cierta inversión en infraestructura. Sin embargo, estos esfuerzos han sido limitados y aislados.

  1. Dónde llenar el tanque eléctrico

Otro de los mayores obstáculos al despliegue de los EV es el desarrollo de una red de carga adecuada. A diferencia de las gasolineras, la infraestructura de carga para EV requiere una integración con el sistema eléctrico y modelos de negocio aún en evolución. Pero parece que nos encontramos en un punto muerto, pendientes de resolver aspectos como:

  • Falta de un modelo de negocio definido: Opciones como battery swap y distintos estándares de carga aún no se consolidan como modelo dominante.
  • Compatibilidad de cargadores: Ya se han establecido estándares de carga compatibles con marcas automotrices americanas, europeas y asiáticas, lo que ayuda a la interoperabilidad de la infraestructura.
  • Rezago en inversión en distribución eléctrica: El crecimiento de la electromovilidad exige mejoras en la infraestructura de distribución eléctrica, algo que la nueva ley no aborda con claridad.

Poner la direccional del cambio.

Cuando se produjo la transición en el sector eléctrico hacia fuentes renovables, estos cambios fueron prácticamente invisibles para los consumidores, ya que no requirieron modificar sus hábitos de consumo. Sin embargo, la electrificación del transporte presenta un escenario distinto. Aunque la mayoría de los viajes diarios son relativamente cortos, los vehículos de combustión interna ofrecen una flexibilidad que los EV aún no igualan, pues estos últimos requieren una planificación más detallada. Para trayectos largos, los conductores de EV deben ajustar sus hábitos de carga, anticipando dónde y cuándo cargar y adaptando la logística del viaje. Esto puede ser un desafío en un país donde los bloqueos carreteros o fallas en el suministro eléctrico pueden interrumpir el acceso a puntos de carga, aumentando la incertidumbre y la necesidad de contar con una infraestructura más resiliente y confiable.

Para que México logre un arranque exitoso de la electromovilidad, será esencial:

  1. Asegurar inversiones en infraestructura de carga y distribución eléctrica que permitan la expansión del parque vehicular eléctrico.
  2. Implementar incentivos económicos que reduzcan el costo inicial de los EVs y fomenten su adopción.
  3. Fomentar la colaboración público-privada para desarrollar modelos de negocio sostenibles y acelerar la transición a la electromovilidad.

En conclusión, la LESE presenta oportunidades, pero también desafíos para la electromovilidad en México. Si bien establece un marco regulatorio para la infraestructura de carga, su enfoque centralizado podría limitar la inversión privada y frenar el despliegue de la red de carga eléctrica. Pisar el acelerador de la transición energética en el transporte requiere ajustar la regulación para fomentar la inversión privada y expandir la infraestructura de carga.

Profesor investigador de EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey

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