Adrián Montemayor

El 12 de agosto la presidenta Claudia Sheinbaum envió a la Comisión Permanente la ratificación de Jenaro Villamil ante el Sistema de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR) por otro periodo de cinco años.

En este momento, alrededor del mundo la prensa atraviesa una crisis existencial. Mientras los medios tradicionales luchan por sobrevivir en un mercado que ya no los sostiene, el internet y las redes sociales se inundan de desinformación y contenido generado por inteligencia artificial, sin consideración por la verificación de información en muchas ocasiones. En este contexto, México requiere urgentemente una política de Estado que fortalezca la libertad de expresión y garantice el acceso universal a información verificada para sostener nuestra democracia.

La crisis del modelo tradicional

La prensa mexicana replica los problemas globales que documenta la academia, desde el colapso del modelo de negocio basado en la publicidad, la migración de audiencias hacia plataformas digitales (especialmente los jóvenes) y la concentración de ingresos publicitarios en monopolios tecnológicos extranjeros como Google y Meta. Según datos internacionales, países como Estados Unidos han perdido un tercio de sus periódicos y dos tercios de sus periodistas desde 2005. En México, esta tendencia se agrava por factores adicionales como la violencia contra periodistas, la captura mediática por intereses económicos y políticos, y la persistente centralización de la producción informativa en la capital. La información verificada no es un lujo. Es un bien público esencial para el funcionamiento democrático.

El potencial de los medios públicos

México destina más de 3 mil millones de pesos anuales a medios públicos federales distribuidos entre una decena de instituciones diferentes desde el Sistema Público de Radiodifusión hasta Estudios Churubusco, pasando por Radio Educación, el Instituto Mexicano de la Radio y Canal Once.

La experiencia internacional muestra el potencial transformador de sistemas públicos bien articulados. Países como Francia han fortalecido France 24, China proyecta su influencia cultural a través de CCTV International, y el Reino Unido mantiene la BBC como referente global de calidad periodística. México cuenta con los recursos y el talento para desarrollar capacidades similares, pero requiere una visión estratégica más coherente.

Hacia una política integral de libertad de expresión

México necesita un debate nacional sobre el futuro de sus medios públicos y su papel en la defensa de la libertad de expresión. Esta discusión debe involucrar no solo a políticos y empresarios mediáticos, sino a académicos, periodistas, organizaciones civiles y ciudadanos preocupados por la calidad de la información que reciben.

La reforma del sistema de medios públicos no debe verse como un tema técnico o sectorial, sino como un componente esencial de la arquitectura democrática del país. En una era donde la información es poder y la desinformación es arma, garantizar el acceso universal a periodismo de calidad se convierte en una cuestión de seguridad nacional democrática.

La solución radica en crear un sistema público coherente, descentralizado y técnicamente competente que coordine todos los organismos públicos con producción audiovisual. Una reforma permitiría concentrar recursos burocráticos y capacidades de producción para generar economías de escala, mientras descentraliza geográfica y temáticamente la creación de contenidos. En lugar de mantener múltiples redacciones con funciones similares, se podría crear una agencia noticiosa unificada con proyección internacional, similar a modelos exitosos como la BBC o Deutsche Welle, que sirva tanto al consumo doméstico como a la diplomacia cultural. La pérdida de Notimex ha dejado un gran vacío en la capacidad de proyección de información del país a nivel internacional.

El componente crucial es la descentralización creativa. Los ahorros generados por la eliminación de redundancias deberían canalizarse hacia subsidios y asignaciones para periodistas y productores independientes en todo el territorio nacional. Esto fomentaría la diversidad de voces y perspectivas mientras reduce la actual concentración capitalina.

La violencia contra periodistas obliga a incluir mecanismos robustos de protección física y legal para quienes ejercen la función periodística. La diversidad cultural y lingüística del país demanda contenidos que reflejen esta pluralidad, no sólo los intereses y perspectivas de la capital. La competencia con plataformas digitales exige estrategias de distribución innovadoras y formatos adaptados a las nuevas formas de consumo mediático.

Complementando con incentivos al sector privado

Una política integral debe también fortalecer la sostenibilidad del periodismo privado. Una reforma a la Ley del ISR puede permitir que las suscripciones a medios sean deducibles de impuestos, al amparo del artículo 6º constitucional que garantiza el derecho a la información, lo que representa un mecanismo eficiente y democrático de apoyo indirecto.

Este esquema, ya implementado en países como Canadá, permite que los ciudadanos "voten con su dinero" por el periodismo que consideran valioso, mientras el Estado mantiene distancia editorial. Es una forma de subsidio que preserva la autonomía periodística y fomenta la competencia por calidad en lugar de por sensacionalismo.

Los riesgos de la inacción

No actuar implica aceptar un escenario donde los medios públicos corren el riesgo de ser irrelevantes. Significa tolerar que la desinformación y el contenido generado artificialmente dominen el debate público. Representa, en última instancia, desaprovechar una oportunidad de fortalecer la democracia mexicana.

México tiene la oportunidad de convertirse en referente regional en políticas públicas para medios de comunicación. El país cuenta con creativos talentosos, infraestructura tecnológica creciente y una prensa rica que puede proyectarse internacionalmente. Lo que falta es articular estos elementos en una estrategia coherente.

El autor es politólogo y especialista en comunicación y medios públicos. Bluesky: ‪

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