Por Alberto Martínez Romero
El debate sobre el futuro de la comunicación suele tener variables que se reducen a dos: el impacto de la Inteligencia Artificial (IA) y la constante evolución de las redes sociales. Ambas son, sin duda, catalizadores de una amplia discusión profesional y ética. Sin embargo, el futuro próximo no reside en la herramienta tecnológica, sino en la recuperación de la credibilidad y el rigor, mismas que la clase política e institucional mexicana ha destruido sistemáticamente.
El futuro de la comunicación no es más tecnología; es mejores seres humanos que lo demuestren en la congruencia de sus mensajes; y muy pocos están considerando ese paradigma. Se impone la soberbia sobre la longanimidad.
El futuro demandará un regreso a la pedagogía de la comunicación asertiva. El futuro castigará a los líderes que solo sepan repetir el mensaje clave. La IA puede generar miles de posts idénticos y derivados de una idea central, pero estos no pueden generar confianza si no hay una correlación congruente entre el discurso y la reputación de quien emite el mensaje.
En el corto plazo los seres humanos tendremos confianza solamente en personas e instituciones que demuestren un dominio técnico de su materia y que traduzcan esa complejidad a un lenguaje ciudadano. El futuro favorecerá a instituciones que sepan explicar, por ejemplo, datos técnicos que no se conviertan en propaganda. Este es un principio fundamental en la gestión de la reputación derivado de la Escuela de Negocios de Harvard: la credibilidad se defiende con hechos, no con retórica.
La experiencia mediática en México ha demostrado que concentrar la comunicación en un solo líder o un solo canal es la fórmula perfecta para la vulnerabilidad y la incoherencia.
El futuro de la comunicación institucional exige múltiples voceros capacitados. No habrá espacio para el modelo actual en donde un solo personaje concentra los reflectores. La comunicación efectiva exige una distribución de la voz respaldada por un mensaje alineado.
Los estudios sobre comunicación y relaciones públicas que ha desarrollado el Doctor David Caldevilla Domínguez, académico de la Universidad Complutense de Madrid sobre comunicación de crisis insisten en la simetría y el diálogo. El futuro castigará a las instituciones que solo hablan hacia su base (comunicación unidireccional) y que ignoran a los críticos y a los stakeholders especializados. La proactividad será obligatoria: las crisis deben anticiparse con Comités de Crisis permanentes, no gestionarse con pánico y reacciones viscerales en redes sociales, como actualmente lo hacen muchas instituciones y personas en México.
La IA bien utilizada puede optimizar la difusión, pero no puede reemplazar la empatía y el juicio ético en momentos de crisis. El futuro de la comunicación será determinado por el grado de entrenamiento de sus líderes.
La figura del vocero debe ser transformada. Ya no se necesita un propagandista, sino un líder capaz de pasar la "Prueba del periódico" (tesis desarrollada en la Escuela de Negocios de Harvard), en donde se sugiere que un individuo debe demostrar calma, consistencia y se centre en atender el fondo de la crítica, evitando la personalización del conflicto.
El futuro de la comunicación, entonces, dependerá de la decisión humana de defender la consistencia y la transparencia, sobre la ganancia política inmediata.
La IA y las redes sociales son la infraestructura del mañana. Pero el contenido que construya el futuro no será el algoritmo, sino la autoridad moral que solo se recupera con la verdad técnica, la rendición de cuentas honesta, la pedagogía constante y la comunicación asertiva.
El futuro de la comunicación en México es simple, aunque difícil de implementar: dejar de mentir y empezar a explicar con sustento.
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Licenciado en Periodismo por la UNAM. Tiene un MBA por la Universidad Tec Milenio y cuenta con dos especialidades, en Mercadotecnia y en Periodismo de investigación por el Tec de Monterrey.
Tiene diversas diplomaturas en Habilidades Gerenciales y Redes sociales por la Universidad Iberoamericana y se ha especializado en Relaciones Públicas y Atención de Crisis en Comunicación y marketing político. Ha sido reportero y editor en medios como Reforma y El Universal. Fue corresponsal en Centroamérica para Reforma y Notimex. Fue subdirector general de Comunicación Social en la Suprema Corte de Justicia de la Nación de México. Actualmente es consultor de comunicación para empresas, partidos y gobiernos.
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