El Reporte de Riesgos Globales 2025 del Foro Económico Mundial presenta un panorama preocupante para el futuro cercano. De acuerdo con este informe, los riesgos percibidos más relevantes a dos años se centran en la malinformación y desinformación, así como en los eventos climáticos extremos. En un horizonte de diez años, los riesgos ambientales encabezan la lista, destacando los eventos climáticos extremos, la pérdida de biodiversidad y el cambio drástico en los sistemas planetarios.

Lo anterior significa que la percepción de los líderes del mundo identifica adecuadamente el riesgo de la malinformación, desinformación y fenómenos extremos en el mundo, pero siguen viendo los problemas ambientales como un asunto serio al futuro, en 10 años, mientras la ciencia nos advierte de la necesidad imperiosa de actuar ahora. Los líderes deberían elevar el nivel de urgencia, como un riesgo actual y no futuro.

Frente a este contexto, las universidades deben desempeñar un rol crucial al crear conocimiento y consciencia, y diseminar información basada en ciencia sólida y la búsqueda de soluciones para enfrentar estos retos para lograr esa transformación necesaria y urgente hacia la sostenibilidad.

Las universidades se encuentran en una posición idónea para movilizar la acción climática para un futuro sostenible. Sin duda, la educación, misión principal de las universidades, es un medio fundamental para combatir el cambio climático. Mediante la formación de líderes comprometidos en forjar un futuro sostenible, las universidades están dotando de herramientas y habilidades a la próxima generación de tomadores de decisiones para abordar los complejos desafíos globales. La clave está también en la promoción de la cultura de la sostenibilidad: solo cambiando nuestra forma de vivir, las decisiones que tomamos, nuestras actitudes y comportamientos es como vamos a lograr una verdadera transformación.

Desde el campo de la investigación, las universidades tienen la responsabilidad de fomentar la interdisciplinariedad y la aplicación del conocimiento que no solo responda a las necesidades tecnológicas, sino que también considere las repercusiones sociales, económicas, ambientales y políticas de las soluciones propuestas.

Por otra parte, las universidades también lideran el camino hacia la sostenibilidad mediante la mitigación de su impacto ambiental a través de prácticas de construcción sostenible, el uso eficiente del agua, la reducción de residuos y la implementación de estrategias de movilidad sostenible. Un ejemplo de este liderazgo es el compromiso Race to Zero (“Carrera hacia el Cero”), de lograr las cero emisiones netas a más tardar el 2050, que 11 universidades mexicanas, incluido el Tecnológico de Monterrey, han asumido.

Bajo este compromiso, como universidad lanzamos Ruta Azul en 2021, el Plan de Sostenibilidad y Cambio Climático, y en noviembre de 2023 se reportó la reducción del 49% de las emisiones de gases de efecto invernadero, en sus alcances 1 y 2, comparando con 2019, a nivel nacional. Los esfuerzos de sostenibilidad también se reflejan a nivel local, y en ese mismo reporte se destacó la evaluación de 10 campus con la metodología STARS, distinción reconoce el trabajo en áreas operativas, educación, investigación y otros, y en la que se obtuvieron distinciones nivel Oro y Plata. A nivel mundial, instituciones como el MIT y Princeton University cuentan con el mismo reconocimiento.

Ante la magnitud de la emergencia climática que ya vivimos, es evidente que ningún sector podrá enfrentar estos desafíos por sí solo. La colaboración multisectorial es, por lo tanto, una estrategia imprescindible y las universidades, por su propia naturaleza como centros de conocimiento, deben convertirse en espacios de encuentro entre academia, gobiernos, sector privado y sociedad civil para desarrollar soluciones innovadoras e integrales. El cambio climático es el problema más grande al que nos enfrentamos hoy en día, porque está en riesgo nuestra propia existencia. Frente a este gran reto, vemos que la desinformación domina al respecto, como indica el reporte del Foro Económico Mundial: las personas no están preparadas para enfrentarlo y mucho menos están en posibilidad de plantear soluciones a sus comunidades.

Las universidades tenemos el poder de convertirnos y convertir a nuestras comunidades en agentes clave de cambio. No solo debemos continuar liderando la investigación científica y la innovación tecnológica, sino también debemos ser catalizadores de la colaboración multisectorial y de la educación que forme a una sociedad más consciente y preparada para enfrontar los desafíos del futuro. Las universidades estamos llamadas a ser el puente que conecte conocimiento y acción, y la acción con el cambio, guiando al mundo hacia un futuro más sostenible y resiliente.

Directora de Desarrollo Sostenible y Vinculación del Tecnológico de Monterrey

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