Odette Nashirah Ferrer Aldana
América Latina ha dejado de ser un mero seguidor de los países industrializados que se propusieron descarbonizar su economía. La región podría decirle adiós al carbón antes de 2040, en línea con el Acuerdo de París.
La Semana del Clima 2025, organizada por la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (CMNUCC), se llevó a cabo del 19 al 23 de mayo en Panamá. Su lema fue “acelerar la implementación climática con impacto real”. Marcó el impulsor de acciones climáticas efectivas con miras a la Conferencia de las Partes COP que se llevará a cabo en Belém, Brasil a finales de año.
En ese espacio se exigió a los gobiernos, sector financiero, sociedad civil y startups presentar proyectos concretos y financiables, tecnologías y reglas claras para operar los mercados de carbono.
El evento dejó atrás la retórica diplomática para enfocarse en resultados tangibles. La participación de más de mil actores clave permitió consolidar una visión compartida: el límite de 1.5 °C en el aumento de la temperatura global. La elección de Panamá fue simbólica: la región dejó claro que Latinoamérica pasó de patio trasero a laboratorio de descarbonización, mientras que el Canal de Panamá, amenazado por sequías, recordó que los riesgos climáticos ya alteran la economía real y que la inacción no es opción.
Latinoamérica dio un paso firme contra el carbón, no más centrales. Honduras canceló la propuesta de “Puente Alto Energy” y se sumó a la alianza internacional Powering Past Coal. De igual forma, Brasil suspendió la planta Pedra Altas. Brasil, México y República Dominicana deberán fijar fechas de salida total, ya que aún tienen centrales de carbón.
El financiamiento acompañó el tono ambicioso. Se presentó una línea regional de bonos soberanos ligados a adaptación que aspira a movilizar 10,000 millones de dólares en tres años. Fondos de pensiones chilenos y colombianos exploraron invertir en renovables transfronterizas, mientras startups de agrotech mostraron prototipos que combinan Inteligencia Artificial con saberes indígenas para regenerar suelos. El clima dejó de ser un pasivo y se convirtió en estrategia de competitividad.
La geopolítica añadió dramatismo. Mientras Donald Trump continúa su campaña en Estados Unidos de duplicar la producción de petróleo y recortar inversiones en energía limpia, la región envió un mensaje claro: no esperará a que Washington marque el ritmo y llegará a Brasil con resultados tangibles ejemplares.
El broche final fue mexicano. El 26 y 27 de mayo, Simon Stiell, secretario ejecutivo de la CMNUCC, visitó México para impulsar un NDC 3.0 (contribuciones nacionales) “que ponga el bienestar en el centro”. Con nearshoring verde y músculo industrial, México puede transformar el reto climático en palanca de empleo, salud y seguridad energética.
La Semana del Clima cumplió su promesa de hechos no palabras: menos carbón, más dinero sobre la mesa y un calendario político de cumplimiento de compromisos concretos.
La región que pedía indulgencias ahora ofrece soluciones: hidrógeno patagónico, captura de carbono en el Golfo y créditos forestales amazónicos. Resta blindar estos avances ante los vaivenes electorales, pero la señal es inequívoca: el futuro se medirá en kilovatios sin carbón, dólares climáticos y planes que, por fin, se instrumentan.
Estudiante de Licenciatura en Ciencia Política y Relaciones Internacionales, CIDE