Por Paloma Infestas
En México, la conversación sobre productividad y competitividad empresarial ya no puede separarse del bienestar de las familias. Cada vez es más evidente que el cuidado —ese trabajo que sostiene la vida familiar— debe dejar de ser una responsabilidad exclusivamente privada, para convertirse en un eje estratégico dentro del mundo laboral.
Esta convicción guió el reciente encuentro de la Red del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) por la Primera Infancia, donde se presentaron los resultados de la Primera Encuesta sobre Políticas Empresariales Amigables con la Familia, elaborada de manera colaborativa por UNICEF México, COPARMEX y empresas adheridas al Pacto Global.
En este estudio participaron más de cien empresas y arrojó importantes resultados como que seis de cada diez de ellas no ofrecen ningún apoyo para el cuidado infantil, aun cuando es una barrera que limita la participación laboral de las mujeres. Al mismo tiempo, el 27% de las corporaciones desconocen el número de personas en su plantilla que son madres, padres o cuidadores.
Si bien es cierto que existen áreas de oportunidad para las empresas, es un hecho que ha habido avances, por ejemplo: el 49.5% de ellas cuentan con salas de lactancia —un crecimiento notable frente al 10.3% registrado en 2020—, mientras que el 70% ha incorporado esquemas de flexibilidad laboral como trabajo remoto parcial o total, horarios escalonados o permisos para atender responsabilidades familiares inmediatas. Estas prácticas comienzan a transformar la cultura laboral del país, pero es necesario institucionalizarlas para garantizar que sean accesibles y sostenibles a largo plazo.
Las licencias parentales muestran un panorama contrastante: el 35.6% de las empresas extienden la licencia de maternidad más allá del mínimo legal y el 7.5% ofrece licencias de entre seis meses y un año, consideradas las más favorables para el desarrollo temprano de niñas y niños.
Al hablar de paternidad, el rezago es aún más evidente: más de la mitad de los padres solo tienen cinco días de licencia, lo que perpetúa los roles tradicionales de cuidado y limita la corresponsabilidad desde el nacimiento. Aún así, comienzan a emerger ejemplos inspiradores de empresas que aplican licencias parentales igualitarias o esquemas de reincorporación gradual después del nacimiento o la adopción.
Estos avances nos han enseñado que cuando una empresa invierte en políticas amigables con las familias, los beneficios son tangibles: disminuye la rotación, mejora el clima laboral, aumenta la permanencia del talento femenino y se fortalece la reputación corporativa. Pero sobre todo, mejora la calidad de vida de los colaboradores, creando un círculo virtuoso entre bienestar y productividad.
Los resultados de la encuesta confirman que en el campo laboral, México se encuentra en una transición en la que a pesar de los desafíos estructurales, cada vez más empresas avanzan hacia la construcción de entornos laborales más humanos, flexibles e inclusivos.
Este es justo el momento para impulsar un futuro en el que la productividad no esté reñida con la vida familiar. Invertir en la primera infancia es la decisión con mayor retorno social y económico; hoy más que nunca es momento de que el sector privado asuma este compromiso como parte de su visión de futuro.
Fuente: Empresas que cuidan: panorama de las políticas de apoyo a la familia en el sector empresarial mexicano. Ver encuesta.
Gerente Titular de Educación de Fundación Coppel y copresidenta de la Red CCE por la Primera Infancia.

