Muchas herencias son pésimas. Unas son más tóxicas que otras; algunas alertan contra el recipiendario y lo culpabilizan; otras pueden hundir a quienes continúan en el poder. En Culiacán, Claudia Sheinbaum tiene un brete inmenso. Imposible desprenderse de Andrés Manuel López Obrador. En cambio, hablar en voz alta sobre Rubén Rocha Moya es necesario si no desea perder credibilidad. Urge se decante por la razón. Debe optar por los habitantes de Culiacán: sin contar a los que han huido y a los que matan mientras escribo, suman poco más de un millón de seres humanos; el anverso de la tragedia es su gobernador y el de Andrés Manuel. No hay intermedios ni dobles raseros: los culiches o Rocha. La doble moral es dañina.

Sheinbaum seguro recuerda la época del actual embajador en España, Quirino Ordaz Coppel. Ordaz, entonces miembro del PRI, gobernó Sinaloa entre el 1 de enero de 2017 y el 31 de octubre de 2021. Bajo su mandato no hubo votaciones para elegir gobernador: las casillas del PRI no abrieron debido a amenazas. La votación para escoger gobernador fue denominada “elecciones del narco”. López Obrador incorporó a Ordaz a su partido y lo premió con la embajada de México en España.

La Presidenta conoce dichos sucesos: ¿los aprueba?, ¿comulga con esas acciones?, ¿cree en el cambio ideológico de sus compinches del PRI y de otros partidos a Morena? Después de “incontables” asesinatos en Culiacán sería ético, urgente y necesario escuchar no solo la opinión de Claudia con respecto a la cifra “incontables”, sino la condena, juicio y destitución de Rocha Moya. El equipo Sheinbaum tiene la obligación de compartir el número de negocios cerrados debido a la violencia, la cifra de habitantes que han abandonado la ciudad, la tasa de aprobación actual de Rocha y el número de asesinatos en Culiacán a partir del inicio de su mandato. Menuda y obligada tarea presidencial.

El 19 de enero, la familia Sarmiento Ruiz, mientras viajaba en su automóvil, fue asesinada por un comando. Antonio (41 años), Gael (12 años) y Alexander (9 años) perdieron la vida cuando el padre intentó esquivar a “quien resulte responsable”. Las comillas las deben eliminar Rocha y Sheinbaum.

A partir del macabro asesinato, las marchas en contra del gobernador dan cuenta del encono de la población. El punto de inflexión fue la muerte de los pequeños. “Con nuestros niños, no”, “Queremos vivir sin miedo”, “Fuera Rocha”, “Rocha asesino”, rezan algunas pancartas. Asimismo, la población reclama el paradero de algunos desaparecidos.

Feliciano Castro Meléndez, secretario General del Gobierno de la entidad, declaró, “Los adversarios a combatir para recuperar la paz en Sinaloa son los generadores de violencia, no las autoridades del estado”. Castro no aclaró quienes son los “generadores de violencia” ni las razones por las cuales ésta se reproduce ad libitum. Pidió también no politizar la crisis: “La seguridad no se politiza”, remató. ¿Qué opina el equipo Sheinbaum al respecto?; ¿es factible no politizar la crisis? Imposible, señor Castro, secretario de Rocha, no politizar los asesinatos de la ciudadanía. Le sugiero efectuar un escrutinio en las escuelas preparatorias para comprender el yerro de sus observaciones.

México como Culiacán. Culiacán como México. Inadecuado soslayar a Ioan Grillo, periodista inglés quien lleva 24 años trabajando en México, Meses atrás escribió: “Llevo décadas cubriendo al narco y nunca había visto una guerra civil como la que está ocurriendo en Culiacán”.

Inmenso tropiezo presidencial mantener a Rocha. Culiacán recorre el mundo. Somos noticia cotidiana. ¿Cuánto tiempo y cuántos cadáveres más requiere Sheinbaum para juzgar a su gober?

Médico y escritor

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