Norteamérica enfrenta una elevada hipoteca que coloca al Estado al borde del colapso financiero y las decisiones ejecutivas adoptadas además de afectar aún más al país trastocan profundamente el orden económico y político internacional. En este año, Norteamérica debe pagar 9.2 billones de dólares de su deuda pública, cantidad que representa 25.4%, del total de dicha deuda, la cual supera al PIB en 120.8%. Esta deuda es mayor a la de fines de la Segunda Guerra Mundial, cuando en 1946 fue del 118.9%, del PIB. La principal causa de la deuda se debe a la acumulación del pago de intereses en el presupuesto público desde aproximadamente 1980 a la fecha. Hoy en día, el pago de intereses rebasa al resto de pagos del gobierno como el gasto en defensa, en salud y otros. El déficit público en 2025 será de 6.1%, en relación al PIB del cual, 62.3%, se destinará sólo al pago de intereses, en tanto el déficit primario, del resto de actividades del gobierno abarcará sólo 37.7% del déficit total. En 2035, el déficit público será 6.2% del PIB, de ese porcentaje, dos terceras partes, 4% del PIB corresponderá sólo al pago de intereses y el déficit primario será 2.2% del PIB. La Oficina del Presupuesto del Congreso (CBO; por sus siglas en inglés), estima para 2054 una deuda pública de 166%, por encima del PIB, en tanto el déficit público será 8.5%, del PIB y el pago neto de intereses 6.3% del PIB, muy superior al total del déficit público actual.

La actual administración presidencial desesperadamente intenta obtener dinero de quien se deje, ya sea imponiendo aranceles, elevando del costo de las visas, recortando el gasto en salud, en asistencia social o por cualquier otro medio con el que pueda detener el aumento de la deuda o que le evite caer en insolvencia o incapacidad de pago de la misma.

Pero, el problema del Tío Sam no es sólo de dinero, el colapso financiero es acompañado de otros problemas igual de graves. Desde hace años que Norteamérica viene participando cada vez menos en el mercado mundial y la llegada de Trump sólo acelera su decadencia, a la vez que apresura la formación de un nuevo orden internacional con cada vez menor presencia norteamericana. Las acciones de Trump están dejando más pérdidas que ganancias no sólo para su país sino para el mundo entero. Los Estados Unidos crecen menos a causa en parte de la reducción del mercado interno provocado por el recorte del gasto en ayuda social, despidos del personal del gobierno, incluso la persecución y expulsión de trabajadores extranjeros contribuye a reducir el tamaño del mercado interno. En el primer trimestre del año, el PIB retrocedió -0.5%, en el segundo creció 3%, debido en parte porque algunas empresas adelantaron compras ante los efectos nocivos de los aranceles. Los aranceles intentan reducir las importaciones y a su vez, proteger la producción local de la competencia externa; pero esto no se ha logrado, por el contrarió además de disminuir el crecimiento como ya se mencionó, se complicó aún más el mercado externo. Las ventas hacia otros países cayeron más que las compras norteamericanas. De abril a junio de 2025, las exportaciones norteamericanas cayeron -4.6%, en cambio las importaciones se redujeron -3.8%. Japón y Europa, en especial Alemania, a raíz de la guerra ruso-ucraniana,

absorbieron con mayor inflación y menor crecimiento el aumento de precios de los hidrocarburos y menores ventas a Rusia. Adicionalmente Trump les impuso aranceles bajando aún más sus ventas, y su crecimiento, dejando con ello libre el camino para la expansión china. Por ejemplo, la industria automotriz occidental enfrenta una fuerte competencia ante los autos eléctricos chinos y la reducción del mercado norteamericano la coloca al borde de la bancarrota. China en cambio, cuenta con opciones diferentes al mercado norteamericano pese a ser este uno de sus principales destinos de exportación. Los Estados Unidos no pueden reducir fácilmente las importaciones con aranceles y menos el déficit comercial porque gran parte de sus compras externas son insustituibles para la producción y el consumo nacional. La única forma de reducir las importaciones no es a través de aranceles sino, dejando de crecer y consumir. Por otro lado, el arancel eleva los precios de productos importados impactando los precios nacionales. En junio de este año, los precios al consumidor aumentaron 2.7%, el nivel más alto desde febrero. El aumento de precios causado en gran parte por los aranceles, provoca que el dólar pierda valor en el mercado local mientras que en el mercado mundial la inflación se traduce en devaluación. La devaluación del dólar eleva el costo de las importaciones lo que se suma al costo de los aranceles. Para evitar una mayor devaluación del dólar, la Reserva Federal se ve obligada a elevar la tasa de interés, provocando la bancarrota de productores que se financian con créditos encarecidos por el aumento de la tasa de interés. Los productores buscan entonces apoyarse en otras monedas más estables y con menor tasa de interés, lo que empuja a una mayor devaluación del dólar y a nuevos aumentos en la tasa de interés y de los precios. El dólar deja de ser atractivo para los que solicitan un crédito por lo alto de la tasa de interés y para los que venden en dólares, que prefieren vender en otras monedas más estables. En suma, los Estados Unidos enfrentan un colapso financiero, que de no reducir la tasa de interés y su déficit público tendrán que elevar todavía más la deuda para pagar el vencimiento de la misma, pero ello, a su vez, elevará aún más la tasa de interés que es la principal causante de su déficit; por otro lado, reducir la tasa de interés aceleraría la fuga de capitales ya iniciada por Trump. El país se encuentra en un círculo perverso en el que para pagar el déficit tanto público como el comercial externo debe de contratar nueva deuda, la que elevará nuevamente el pago de intereses y el déficit público. El sistema llegará al colapso cuando ya no sea posible contratar nueva deuda. Al problema financiero se le agrega además la reducción del mercado interno, la inflación, el aumento de costos por los aranceles y la devaluación del dólar. Lo anterior está empujando a los principales socios de los Estados Unidos, incluyendo México, a buscar otras alternativas comerciales y financieras, lo más alejadas posible de ese país.

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