Al concluir la 2ª Guerra Mundial, los Estados Unidos fue el país más poderoso. No obstante, hoy en día comparte el liderazgo mundial con otras naciones. No es viable siquiera hacer un recuento de los múltiples aspectos involucrados en el ascenso del imperio y de los que ahora provocan su caída. Entre fines del siglo XVI y principios del XVII, llegaron los primeros europeos al norte de América; su sobrevivencia dependió enormemente de la población nativa del lugar que les enseñó a cazar, cultivar y en general a sobrevivir en las nuevas tierras, una vez aumentado su número, los europeos se dedicaron a masacrar a las naciones originarias. En la independencia, en el siglo XVIII, Norteamérica era un país pobre y pequeño, abarcaba una franja en la costa este del actual territorio y enfrentaba fuerte competencia del comercio inglés. Una circunstancia favorable para su nacimiento como nación fue la llegada de millones de migrantes que en su mayoría huían de la pobreza de su país, pero además venían artesanos, trabajadores especializados, empresarios que hicieron en suelo americano lo mismo que hacían en su lugar de origen, sin olvidar el tráfico de esclavos. Proliferaron así todo tipo de actividades que rápidamente se dispersaron por todo el país; en el sur predominaron grandes latifundios esclavistas y en el norte los bancos, las fábricas, minas, granjeros independientes, todo tipo de negocios individuales y de bandoleros. La guerra contra México (1846-1848) dio otro impulso al desarrollo del país. Antes de la guerra, bancos norteamericanos recibieron grandes depósitos de oro y plata provenientes de México donde los bancos casi no existían. Mexicanos adinerados trasladaron parte de sus fortunas hacia los Estados Unidos a través de la ruta de la plata que partía desde el estado de Guerrero, pasaba por Guanajuato, San Luis Potosí y Zacatecas hasta llegar a los Estados Unidos; ello engrosó las arcas de los bancos norteamericanos. los cuales no tenían otra forma de usar lucrativamente el dinero que no fuera por medio de préstamos al gobierno, mismo que lo utilizó para pagar la invasión a México y apoderarse finalmente desde Texas ya separada, hasta California, que ya mostraba abundantes yacimientos de oro. Ello hizo crecer el sistema financiero del país, el cual, en el mismo siglo XIX, además de la guerra, aportó fondos para la construcción del ferrocarril que unió el Océano Atlántico con el Pacífico y, que a su vez extendió una enorme cantidad de líneas de ferrocarril por todo el país, impulsando con ello además de los bancos a la industria del hierro y el acero, la minería, el comercio y el transporte. La anexión de territorio mexicano jugó para los Estados Unidos el mismo papel expansionista que para Inglaterra jugaron Egipto, la India, Australia y Canadá entre otros países. Otro escenario importante fue la guerra Norte-Sur (1861-1865), que impulsó el desarrollo industrial del norte del país por encima de la producción agropecuaria y esclavista del Sur. De haber ganado la guerra la parte sureña del país, los Estados Unidos serían en el momento actual igual que cualquier país latinoamericano agroexportador y nunca hubieran sido la potencia industrial y financiera que ahora son. No sólo fue importante el auge económico derivado de la guerra, sino que el entonces presidente Abraham Lincoln utilizó la emisión monetaria para financiar el conflicto, abasteciendo así al ejército del norte con infinidad de armas y gente para sostener y ganar la guerra, en tanto que el sur no pudo mantener la compra de armas cuando se le bloqueo del Rio Misisipi por donde pasaba gran parte de su comercio exterior. La guerra fue prácticamente gratuita para el norte, el gobierno en ese momento controlaba la emisión monetaria y fue la responsable última del impulso industrial logrado con la guerra. Entre fines del siglo XIX y principios del XX, nacieron algunas de las grandes fortunas norteamericanas que todavía hoy gobiernan la economía mundial en áreas como el acero, la banca, el automóvil, la electricidad y el petróleo entre otras. En 1918, al final de la 1ª Guerra Mundial, Norteamérica se involucró en asuntos internacionales aprovechando su situación económica privilegiada, era la principal acreedora y proveedora de todo tipo de materiales para Europa en tanto que esta última devastada por la guerra, tenía grandes necesidades financieras, de reconstrucción, abastecimiento y asistencia. Al final de la 2ª Guerra, los Estados Unidos quedaron como el país más poderoso del mundo, tenía tasas tan elevadas de crecimiento que a finales de los años sesenta llegó hasta la luna, alcanzó el pleno empleo y tuvo el reparto más equitativo de la riqueza jamás logrado en su historia.

Desde antes de la globalización, a fines de los años setenta, se empezó a desvanecer el idilio norteamericano. La política monetaria colocó la tasa de interés por encima de la inflación. En 1980, esta última fue de 10.3%, pero la tasa de interés alcanzó 13.35%. Para 2025, la inflación esperada en el año es 3.0%, en tanto la tasa de interés se sitúa entre 4% y 4.25%. Esa diferencia se traduce en déficit para el gobierno, el cual sólo se puede pagar con deuda. Actualmente, el pago de intereses supera al gasto en defensa; el gobierno contrata más deuda sólo para pagar la deuda vencida sin poder atender servicios esenciales como la salud o la educación. Desde mediados de los años setenta, los Estados Unidos han tratado de reducir el costo laboral por dos vías, una dando aumentos salariales por debajo de la inflación y de la productividad. La otra vía fue trasladar actividades industriales hacia países con menores salarios. Ello elevó Inmediatamente las ganancias, pero a su vez disminuyó el poder de compra del mercado interno, reduciendo la inversión y el crecimiento. China recibió gran parte de capitales y tecnología norteamericana, rivalizando ahora contra los mismos Estados Unidos por la supremacía económica y tecnológica mundial.

Ahora, Norteamérica enfrenta serios problemas; el pago de intereses ocupa una parte creciente de su presupuesto público; disminuye tanto la capacidad de compra de su mercado interno como su participación en el mercado mundial; los aranceles recientemente impuestos elevan la inflación y la aíslan aún más del mercado internacional. El país perdió el poder alcanzado al terminar la 2ª Guerra y la Guerra Fría, dando lugar a un nuevo orden económico mundial que reducirá los conflictos bélicos, los cuales fueron la constante durante el dominio norteamericano. Al no haber un solo poder hegemónico es de esperar mayor cooperación entre el Norte y el Sur, sin la consigna de que la riqueza de unos pocos depende o se nutre de la pobreza de la inmensa mayoría.

* Reseña del libro: Ascenso y Caída del Imperio Norteamericano. Editado por Armando Pineda Osnaya. Comunicación Científica, México, 2023.

Profesor Investigador Titular C. Departamento de Producción Económica. UAM Xochimilco

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