El 3 de abril, los Estados Unidos declararon el día de la liberación, cuando en realidad se inició el día de la recesión. Es descarado que el imperio que desde la segunda guerra mundial ha estado en casi constante conflagración contra gran parte de la humanidad, ahora hable de su liberación. Muchos países han sufrido agresiones, golpes de estado, imposiciones de gobiernos títeres, embargos y otras acciones coercitivas practicadas unilateralmente por el Tío Sam. Pese a ello, se menciona que le mundo se ha aprovechado de los Estados Unidos, cuando en realidad ha sido todo lo contrario, los Estados Unidos deben su riqueza en gran parte al saqueo y condicionamiento impuesto contra casi todo el planeta. La carga de aranceles a los países que comercian de alguna manera con Norteamérica es muestra de ello. Trump negocia bajo una relación de “ganar-perder” no de “ganar-ganar”. Él gana y quien negocia con él pierde, así lo ha manifestado al decir: “quien no quiera pagar aranceles que venga a producir a los Estados Unidos. Es decir, sólo Norteamérica debe ganar, mientras el resto de países deben de pagar.

La reacción de los Estados Unidos, es resultado de la confrontación entre diferentes burguesías de ese país, existiendo el riesgo de que el conflicto se extienda hacia el resto de las burguesías del planeta. Haciendo una división un tanto arbitraria porque no es posible definir la pertenencia de cada empresario a un determinado grupo en particular, sino más bien las fortunas se integran simultáneamente a diferentes agrupaciones empresariales.

Por un lado, están las riquezas ligadas a la industria automotriz, del acero, las armas, la minería, la eléctrica y electrónica, mientras por otro lado está la burguesía ligada al sector financiero y especulativo. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte fue un proyecto impuesto por la industria automotriz, eléctrica y electrónica norteamericana de utilizar a México y Canadá como grandes talleres para ensamblar y vender sus productos. Este proyecto parece haber llegado a cierta saturación o por lo menos crecer más lento que en sus inicios.

En México existen actualmente más de 5 mil empresas participantes con ventas superiores a 500 mil millones de dólares anuales. Estas mismas empresas también participan en diferente magnitud en el sector financiero, abriéndose la posibilidad de obtener elevadas ganancias con las acciones emprendidas por Trump, nada más que las industrias antes señaladas no se pueden desprender fácilmente de su producción y de su localización, por lo que la imposición de aranceles entre los 3 países, eliminaría por completo la ventaja de los bajos costos ligados a su integración comercial. Estas industrias no pueden aceptar los aranceles impuestos al comercio con Canadá y México, ello causaría la perdida de negocios millonarios, además de una sustancial caída del empleo.

Los aranceles impuestos al resto del mundo tienen su lado positivo como recaudar impuestos que ayuden a reducir el déficit público y disminuir importaciones para abatir el déficit comercial. No obstante, los lados negativos de los aranceles serán, el aumento de los precios así una caída severa de la mayor parte de las bolsas de valores de todo el mundo. Pareciera ser que el crac de las bolsas de valores es una medida esperada y programada, pues al caer el índice de las bolsas, las acciones pueden ser compradas por las grandes fortunas a precios sumamente baratos.

Y, una vez pasada la debacle, las mismas acciones podrán ser vendidas a precios mucho más altos obteniendo así elevadas ganancias a costa de los capitales que vendieron barato víctimas del pánico especulativo. No es de extrañar que después de un tiempo, Trump inicie medidas que favorezcan la confianza y estimule nuevamente las inversiones. La estrategia antes descrita se agudiza con el estancamiento del mercado interno causado por el despido de miles de empleados del gobierno a raíz del cierre de secretarías y agencias del Estado, además de la expulsión de miles de trabajadores extranjeros documentados y no documentados.

Pero este plan no está libre de problemas, es posible que la bolsa de valores y la economía norteamericana no se recuperen por mucho tiempo, lo que peligrosamente cedería terreno a China y otros competidores como la Unión Europea y Rusia. El cierre del mercado norteamericano deja a sus socios dos posibilidades, una es renegociar la no aplicación de los aranceles y dejar las cosas como estaban antes, lo cual es difícil de suponer en la mentalidad de Trump; la otra posibilidad es que el resto del mundo diseñe nuevas estrategias a fin de elevar el grado de integración comercial y económica en el mundo sin la presencia norteamericana y posiblemente sin su moneda el dólar.

Desde una perspectiva financiera, Norteamérica no tiene ninguna posibilidad para competir contra China, la cual no paga intereses al pagar su déficit público porque el gobierno controla la emisión monetaria. Sumando el superávit comercial chino en 2023, mayor a 800 mil millones de dólares, más sus reservas en dólares en el mismo año superior a 3.3 billones de dólares, menos su déficit público, el país tuvo en 2023, más de 2.3 billones de excedentes financieros, si no incluimos el déficit público porque este puede ser pagado con emisión de moneda nacional sin utilizar dólares, entonces China dispone de más de 4.1 billones de dólares para invertir, subsidiar o comprar cualquier cosa en el mundo.

Ante esto, los Estados Unidos no tiene ninguna oportunidad para competir contra China, en el mismo año, el déficit comercial del Tío Sam rebasó los -1.2 billones de dólares y el déficit público fue mayor a -1.9 billones de dólares, no tiene reservas por haberse confiado en ser el emisor de dólares. En total el déficit norteamericano en 2023, fue mayor a -3.1 billones de dólares.

Los déficits público y comercial de los Estados Unidos, y la magnitud de su deuda, colocan al país al borde del colapso financiero, al que se le suma el estancamiento con inflación creado por las órdenes ejecutivas de su actual presidente. Para cubrir sus déficits público y comercial, el gobierno norteamericano contrata deuda con la Reserva Federal (FED), la cual cobra intereses, que se incrementan por la mayor demanda de dinero del gobierno, a la vez que inhiben la inversión y el crecimiento. En suma, en los próximos meses la economía norteamericana se hundirá en una profunda recesión con inflación, junto con el posible colapso financiero del gobierno que se traducirá en devaluación del dólar e impago de algunos de sus compromisos financieros.

Profesor de tiempo completo del Departamento de Producción Económica, UAM Xochimilco

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