No se confunda, una golondrina no hace verano; recuerde siempre que la Cuarta Transformación no roba, no miente, no traiciona y no tiene propiedades millonarias, salvo algunas muy contadas excepciones, unas solitarias golondrinas que no representan a la gran parvada de la transformación.
Para estos personajes que se han desviado de los mandamientos de la 4T, no debe haber piedad, pues hacen parecer que los gobiernos de la honestidad valiente también tienen su cártel inmobiliario.
El capo mayor de este cártel es un padrino que aprendió sus mañas en el PRI y, por desgracia, las trajo al primer piso de la 4T. Sí, se trata de Manuel Bartlett. Cuando la 4T despertó, el dinosaurio todavía estaba allí con sus 23 casas, algunas a su nombre y otras a los de sus familiares.
Con menos propiedades que el padrino Bartlett, otra exfuncionaria de la 4T, quien además estaba encargada de la lucha contra la corrupción al inicio del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, también integra el Cártel Inmobiliario de la 4T. o Cártel Inmobiliario del Bienestar. Se trata de Irma Eréndira Sandoval; junto con su esposo, logró ser la propietaria de inmuebles con valor comercial de 60 millones de pesos, entre ellos, un terreno de 253 metros cuadrados al sur de Ciudad de México, que asegura Sandoval fue un regalo, y que hoy está valuado en seis millones de pesos. Pero no todo fue regalado; doña Irma y su pareja pudieron comprar otras cinco propiedades, en solo nueve años, cuando ambos se desempeñaban como académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Todas ellas fueron pagadas de contado. El problema es que ella reportó en su declaración patrimonial un valor de los inmuebles cinco veces menor del real.
Ya en el segundo piso de a 4T, está el caso del próspero secretario de gobierno de Tabasco, José Ramiro López Obrador. Este caso es la muestra de que la sangre de un hombre honesto y austero no siempre es garantía de que todos aquellos que la llevan en las venas sean probos.
José Ramiro, Pepín, como le dicen sus amigos, como buen aficionado al beisbol, se voló la barda. El austero hermano es el propietario de ¡13 ranchos!”, y más impresionante que el número de propiedades es el bajo costo al que fueron adquiridas.

“Son propiedades chicas, fruto de mi esfuerzo, que fui adquiriendo poco a poco”, dijo Pepín acerca de sus ranchitos. Sin embargo, valdría la pena decir que la mayoría de ellos los compró durante una pequeña parte de su vida. Nueve de los trece ranchos fueron adquiridos durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, incluyendo uno de 58 hectáreas.
Y, como no hay ranchito sin vaquitas, Pepín también compró 694 cabezas de ganado, que aseguró haber adquirido el 19 de marzo de 2024 por 10 millones de pesos y, de paso, un par de modestos tractores, uno de ellos en 1.2 millones de pesos. Sumado esto al valor de los ranchitos, resulta que Pepín ha logrado amasar un capital. Por el bien de todos, primero los López.
Y, ni cómo defender el caso del expresidente del Senado, el compañero Gerardo Fernández Noroña, quien por obra y gracia de la santísima transformación pasó de vivir en una vecindad en el centro histórico de la CDMX a una residencia en Tepoztlán, Morelos, que, dice él, le costó 12 millones de pesos, y que la compró con un crédito hipotecario —al parecer otorgado por el Banco de la Ilusión—, el cual paga con lo que le sobra de sus viajes de lujo por el mundo.

Hay varios otros casos, como el del diputado y vocero de la bancada de Morena Arturo Ávila, quien compró una casa en Rancho Santa Fe, una zona residencial catalogada como una de las más costosas de California, cuyo costo ronda los 100 millones de pesos; sin embargo, como se dijo antes, son solo golondrinas pasajeras que no representan el verdadero espíritu de austeridad de la Cuarta Transformación.
Estos personajes deben ser señalados como parte de un cártel inmobiliario, en este caso el Cártel Inmobiliario de la 4T.
ME CANSO GANSO. – Los lujos en el Legislativo. - Sergio, el bailador; Temo, el deportista; Noroña, el viajero: Adán, el barrendero. Chulada de legisladores. Larga vida a la mayoría oficialista en el Congreso.

