Hubo un tiempo –supongo que “neoliberal”, como nombran los morenistas a casi todo nuestro pasado inmediato– en el que el Fondo de Cultura Económica publicaba en sus diversas colecciones lo mejor del pensamiento político, económico y social del mundo, pero también, desde luego, lo mejor de las letras mexicanas e internacionales.

No era raro ver en las mesas de novedades de todas las librerías cómo predominaban diversos títulos del FCE acerca de las más diversas materias. No era un favor el que se le hacía: eran las librerías reconociendo el gigantesco esfuerzo y la gran calidad de la editorial más relevante de Hispanoamérica.

Como lector y desde siempre, esta editorial fue mi gran maestra y compañera no sólo de mis años juveniles, sino mucho más allá. Mientras escribo estas líneas observo al azar unos cuantos anaqueles de mi biblioteca y me encuentro con muchos autores que juzgo imprescindibles: Gonzalo Rojas, Lucien Febvre, Ramón López Velarde, François-Xavier Guerra, Gilberto Owen, Xavier Villaurrutia, Pedro Henríquez Ureña, Fernand Braudel, Alfonso Reyes, Alexis de Tocqueville, Jorge Luis Borges, José Luis Martínez, Marc Bloch, Octavio Paz, Lilian Hellman, Benedetta Craveri, Álvaro Mutis, Carlos Marx, Gastón Bachelard… y un larguísmo etcétera al que debo agregar todos mis libros de economía, porque debe recordarse que la idea fundacional de esta editorial fue acercar al público lector al pensamiento económico.

Huelga decir que las librerías del FCE eran el espejo de la riqueza y pluralidad de la misma editorial. Ahí se encontraban, todavía hace unos años, libros preciosos de un sinúmero de editoriales hispanoamericanas; sus sucursales en distintos países eran nuestras verdaderas representaciones culturales. Recuerdo la de Buenos Aires, en la avenida Santa fe, un espacio maravilloso que ponía el nombre de México en alto.

Desgraciadamente, todo esto que refiero forma parte del pasado. El toque destructivo de la llamada Cuarta Transformación ha alcanzado al Fondo de Cultura Económica y lo ha golpeado severamente. Por supuesto, tratándose de un sello inmenso, no ha sido fácil para su director, Paco Taibo II (adoran las dinastías), acabar con un catálogo tan impresionante. Pero en esas está.

Mal comenzó su gestión quien permitió, por ser español de nacimiento, que se trastocara al vapor la ley que le impedía ocupar el cargo. La prepotencia autoritaria de su jefe macuspano lo hizo posible, para que el propio Taibo pudiera ufanarse procazmente, como es su estilo, de que en la victoria electoral de Morena “se las metimos doblada”. No se esperaba menos de quien ha querido ser el hagiógrafo de un personaje sanguinario y violador como Pancho Villa.

La más reciente exhibición de su verdadero talante la acaba de dar con motivo de la presentación, con bombos y platillos populistas, de la entrega gratuita de dos millones y medio de libros en 14 países de Latinoamérica. Al preguntársele por qué entre los autores elegidos solo siete son mujeres, Taibo contestó eso que ya lo hizo célebre entre las feministas de todo el mundo: “Si partimos de la cuota, un poemario escrito por una mujer, horriblemente asqueroso de malo, por el hecho de haber sido escrito por una mujer, no merece que se lo mandemos a una sala comunitaria en mitad de Guanajuato, ¿por qué hay que castigarlos con ese libro de poesía?”.

Son más que justificadas las diversas reacciones de muchas artistas, poetas y escritoras que piden que se disculpe y renuncie; pero creo que Taibo II debería renunciar sobre todo por el enorme daño que le ha hecho a una institución cultural de primer orden como el FCE.

Que el comisario Taibo –que no editor– no encuentre lugar para figuras como Elena Garro o Rosario Castellanos, en el listado de autores que va a obsequiar (¿a cuento de qué, por cierto?) a varios países, no es extraño si revisamos el listado de sus elegidos, completamente disparejo y guiado por criterios estrictamente ideológicos. ¿Qué hace Fabrizio Mejía al lado de García Márquez? ¿Y por qué publicar un texto de García Márquez que justifica la participación horrenda de Cuba en la guerra de Angola?

Lo “horriblemente asqueroso” que dice el señor nunca publicaría, ya ocupa diversos espacios en sus colecciones; y la mayoría, nuevamente, no son mujeres, sino sus amigos y compadres. Ay, Sor Juana, de vivir hoy seguro habrías sido víctima de este necio militante.

De cualquier forma, queridas amigas, no va a renunciar. Ni por sus ofensas misóginas, llenas de ignorancia y estulticia; ni por el desastre provocado en la que fue la máxima casa editorial de Hispanoamérica. Y no sucederá, porque lo mismo que a Cuauhtémoc Blanco y a otros impresentables, los cobijan las mujeres de su partido. En primer lugar –y para seguir demostrando que con ella sólo llegaron las mujeres que un hombre todopoderoso quiso– goza de la protección de la presidenta Sheinbaum, que ya lo declaró “un gran compañero”.

Lo que todas y todos (sólo para enfatizar) debemos entender, es que en este gobierno, donde la impunidad ha sentado sus reales como en ningún otro, donde los acosadores y violadores ocupan diversos cargos, donde las morenistas son las primeras en consentir y proteger a estos personajes, los nefastos dichos de Taibo son vistos, a lo sumo, como una mera gracejada; pecata minuta, pues, para los estándares de ignominia a los que nos quieren acostumbrar.

@ArielGonzlez

FB: Ariel González Jiménez

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.