Con el asesinato de Carlos Manzo, el crimen organizado y sus socios en las esferas del poder político cruzaron una línea que ha despertado una genuina indignación en todo el país. Desde luego, no es que sea la primera vez que asesinan a un alcalde (nada más en lo que va de este sexenio han sido ultimados diez), pero sí a uno que los combatió activamente y exigió públicamente al gobierno federal respaldarlo, cosa que no sucedió, por lo menos no como para evitar su muerte, anunciada desde hace tiempo.
Tanto va el cántaro a la fuente que por fin se rompe. Y este se le ha roto al gobierno de Sheinbaum, aunque fue llevado y traído desde hace años por su mentor y jefe, López Obrador. Porque son tantos los crímenes y tantas las irresponsables y elusivas maneras del gobierno morenista para no hacerse cargo de nada (la culpa siempre está en el pasado neoliberal), que su imaginaria paz, la paz de los sepulcros por donde se la vea, ha quedado exhibida.
La presidenta creyó que presentando otro Plan Michoacán, increíblemente parecido al que impulsó hace años su abominado Felipe Calderón, el asunto (de fondo) quedaría en el olvido. Esto es, que más militarización, pero sin remover a un gobernador ligado de una forma u otra con los oscuros intereses criminales que segaron la vida del alcalde Manzo, y más mentiras, prometiendo miles de millones que ya eran parte del presupuesto considerado para la entidad, harían que la gente dejara pasar una vez más el hecho de que el Estado mexicano está siendo tomado por el crimen organizado a través del partido en el poder.
A la espontánea indignación nacional –con enorme resonancia internacional–, la presidenta, empequeñeciéndose una vez más ante la trágica coyuntura, no atinó sino a señalar a los sospechosos de siempre, que en su discurso no son nunca los miembros del crimen organizado, sino los exgobernantes (Calderón a la cabeza), la prensa “carroñera” y los “buitres” conservadores. Otra vez, lo importante no es el infame homicidio, sino los que se “sirven” de este.
Si seguimos el extraño pero predecible razonamiento de la señora presidenta, la reacción de la sociedad frente a un asesinato como el del alcalde Manzo no puede ser espontánea, natural; se necesita que la prensa, obviamente de derecha, la soliviante. Y en cuanto se ha anunciado una marcha de la generación Z para el próximo sábado, la presidenta ha ordenado investigar la procedencia “real” de su convocatoria, es decir, “quién está detrás” de la misma, porque en su lógica es imposible que los jóvenes por sí mismos promuevan una acción de protesta contra la inseguridad, la impunidad y la cada vez más evidente relación del gobierno con el crimen organizado.
“Podrá haber jóvenes –dijo la presidenta en su conferencia mañanera– que no estén de acuerdo con nosotros y eso es parte de la democracia, pero es muy importante que se sepa cómo se orquestó esta movilización. Hay pruebas de que muchos de los promotores nada tienen que ver con la generación Z, sino que se trata de una operación política incluso financiada desde el extranjero”.
No le preocupan a Sheinbaum los motivos de la movilización, la gravísima situación que esta denuncia, las quejas legítimas que están en boca de estos mexicanos (jóvenes o no) que marcharán el próximo sábado, sino “quiénes” la promueven. En su apuro (¿o espanto?) se ha encontrado incluso con el fantasma favorito de todos los gobiernos autoritarios: “el extranjero”. Claro, en países como el nuestro donde reina la felicidad, el descontento solo puede provenir de fuera.
Es pronto para definir el impacto profundo que tendrá el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, en los acontecimientos políticos futuros. Algunos hablan de “voto de castigo”, mientras que Morena –acaso temiendo perder el Congreso– ya planea un nuevo fraude con la iniciativa para colocar ilegalmente a la presidenta Sheinbaum en la boleta electoral de 2027, con el pretexto de ahorrarse millones de pesos en la consulta de revocación de mandato (que nadie ha solicitado).
De último momento, se ha pospuesto la aprobación de esta iniciativa en la Cámara de Diputados. Por lo que puede verse, algunos en Morena desean que bajen primero las aguas para proseguir con su agenda autoritaria. Amurallado metálicamente el Palacio Nacional, tal vez quieran ver primero el resultado de la convocatoria de la marcha del próximo sábado, no sea que vaya a ser, como parece, el inicio de una nueva etapa para la organización y resistencia ciudadanas.
@ArielGonzlez
FB: Ariel González Jiménez

