Nuevamente la presidenta Sheinbaum ha podido presumir su “cabeza fría” y la kalimanesca “serenidad y paciencia” con la que viene enfrentando los amagos arancelarios del gobierno de Estados Unidos. El gusto le durará hasta el próximo dos de abril, cuando el impredecible Trump volverá a evaluar si los aranceles van o no a ser aplicados.

La “buena relación” entre los dos países dura unos días y luego, conforme se va acercando la nueva fecha anunciada para la imposición de aranceles, vuelve al tono ríspido y amenazante por parte de Trump y su gabinete. Baste recordar que dos días antes de la milagrosa llamada telefónica de este mes –esa que le devolvió la sonrisa a la señora Presidenta– la Casa Blanca insistía en que “las organizaciones mexicanas de tráfico de drogas, líderes mundiales, traficantes de fentanilo, operan de manera oculta debido a una intolerable relación con el gobierno mexicano”.

Al mismo tiempo, J.D. Vance acaba de señalar que “si el gobierno de México no controla a los cárteles, su pueblo se despertará en un narcoestado, donde estas organizaciones tendrán más poder que el propio gobierno […] Esperamos que el gobierno mexicano actúe y se tome el problema en serio. Si no lo hace, veremos qué medidas tomamos”.

Luego vino el dulce trato en la llamada telefónica de ayer que Claudia Sheinbaum presentó con enorme alegría en su conferencia matutina, cobijada por un montón de “periodistas” que le leyeron penosamente todas las amables e inocuas preguntas pactadas con su oficina de prensa. Ahí refirió cómo transcurrió la charla:

“Él al principio, pues planteó que se quedaran las tarifas y luego revisarlas, en fin, hubo un diálogo, y pues le seguí informando de muchas cosas que hemos hecho en México en relación a la seguridad. Incluso la decisión que tomó el Consejo de Seguridad de las 29 personas privadas de la libertad que se enviaron a Estados Unidos, es decir, los resultados que se habían tenido en estas fechas, las detenciones, etcétera. Y él finalmente nos hizo la propuesta de enviar todo al 2 de abril en una revisión distinta”.

Bien leído, la misma Presidenta Sheinbaum acaba de reconocer que trató el tema arancelario NO con argumentos comerciales, sino mostrándole a Trump los “avances” de su gobierno en materia de decomisos de fentanilo y detenciones. Es un poco raro, ¿no? En la historia del comercio mundial creo que es la primera vez que una cosas así sucede.

De cualquier modo, con la prórroga de ayer, ella y todos sus fieles han quedado muy contentos, por lo que el mitin (“asamblea informativa”) del próximo domingo se transformará, según anunció ella misma, en “un festival” donde habrá grupos musicales y ella dará cuenta de estos extraordinarios resultados (aunque también deslizó que hablará del Poder Judicial, supongo que para resaltar que “salvó a la patria” enviando a Estados Unidos a 29 narcos que “iban a ser liberados” por los jueces).

Sin embargo, el anuncio del mitin en el Zócalo, donde originalmente Sheinbaum pensaba anunciar las medidas que su gobierno habría de tomar frente a la imposición de aranceles, dejó entrever dos cosas: o bien –algo muy improbable– el gobierno de Sheinbaum no sabía cómo responder en el terreno diplomático- técnico-comercial- y lo único que se le ocurrió fue promover un mitin para ganar tiempo y perfilar una batería de medidas; o bien, a sabiendas de que el problema (su problema, para ser precisos) no era estrictamente arancelario sino más bien un tema de seguridad partidista (no de seguridad nacional) decidió refugiarse en la Plaza de la Constitución como último recurso frente a lo que pudiera venir.

Ahora sabemos que la idea del mitin, efectivamente, respondía a la certeza de que el gobierno de Trump la estaba presionando con pisarle los talones seriamente a un grupo de políticos de su partido ligados de un modo u otro con el narcotráfico, y por eso buscó el apoyo popular apelando a la soberanía a pesar de que entiende perfectamente que el asunto de los aranceles no tiene nada que ver con esta (es más: en realidad, la decisión arancelaria que tome Trump el próximo 2 de abril o luego, será una decisión soberana; lo mismo que la que puede tomar en esa materia el gobierno mexicano).

Sheinbaum entiende, es un hecho, las verdaderas dimensiones del problema. No es solamente una cuestión arancelaria, sino de seguridad. El filo comercial que está usando Trump no busca exclusiva ni principalmente una “compensación” económica, sino una o varias piezas de caza mayor en la arena política de México, lo que pone en un serio aprieto a la Jefa del Ejecutivo porque sabe que esto puede abrir la debacle total de su partido y de su propio gobierno.

Por lo pronto, el tema arancelario ya quedó entremezclado con el de la seguridad por mucho tiempo; ahora la Presidenta tiene que entregar cuentas mes con mes o periódicamente, y es probable que las exigencias de Trump se incrementen hasta el punto en que para su gobierno sea imposible cumplirlas sin atentar contra los más conspicuos miembros de su partido.

Ayer jueves, nuevamente, Sheinbaum volvió a ser la empleada del mes para el gobierno de Trump. No sabemos si el próximo dos de abril lo conseguirá, ni si le dará tiempo de organizar otro mitin o un festival.

@ArielGonzlez

FB:Ariel González Jiménez

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