Por recomendación de mi amigo Héctor de Mauleón, leí "Mi novia, la tristeza" (Océano, 2009), de Guadalupe Loaeza y Pável Granados, quienes pretenden hacer el recuento biográfico más completo sobre Agustín Lara.

El libro presume de una amplia investigación, aunque el editor anota que “los autores recurren a la recreación; a veces al montaje, al ejercicio analógico, al recurso connotativo, nunca amilanados ante el torrente documental”. Pese a esto, como en cualquier biografía, hay huecos de información. En un intento por cubrir estos, y luego de algunas búsquedas hemerográficas, encontré unas minucias que creo pueden sumarse a la labor compartida de reconstrucción de esta vida tan singular.

Uno de los grandes misterios en torno a Lara que todavía no ha sido resuelto, es quién lo enseñó a tocar el piano. En una conferencia posterior a la publicación, Granados reveló que el padre de “el flaco de oro” era aficionado a la música y que ahí posiblemente hubo influencia. Por otro lado, hay otro personaje que es relevante en su formación y que no ha sido estudiado a cabalidad: Francisco Aguirre del Pino Ramírez, primo por la línea materna, 11 años mayor, e hijo de un abogado y notario que en otros ámbitos también fue relevante.

Viñeta de Gilberto Adame
Viñeta de Gilberto Adame

Buscando algún registro en los archivos, encontré una nota de 1912 sobre un concierto de piano a cuatro manos que ofrecieron, el 8 de marzo, Francisco y Ángel Agustín Lara, este último de 14 años, en el marco de una velada literaria-musical organizada a beneficio de la Cruz Blanca Neutral, que tuvo lugar en el ‘Cine Salón’ de Coyoacán.

Aguirre del Pino era un maestro y barítono calificado. En una publicación de "Acción Mundial" del 9 de junio de 1916 se da cuenta de su participación como director artístico de un evento en la Escuela Normal para Maestras. Pero su carrera no se limitó a las aulas, ya que al parecer fue la voz de una de las primeras cintas comerciales de "La Adelita".

Según los registros de la Fonoteca Nacional, esta grabación —que “nos permite imaginar cómo se escuchaba esta melodía en los campamentos de la División del Norte”— data del 22 de diciembre de 1919 y fue hecha en Nueva York por el Trío González, fundado por el guitarrista Guillermo J. González e integrado conjuntamente por Aguirre del Pino y el tenor panameño Alcides Briseño.

Es importante mencionar que, aunque las grabaciones se realizaron en Estados Unidos, esto no era sinónimo de fama, sino que, por la falta de equipo especializado en México, los artistas se veían obligados a viajar al extranjero para realizarlas. En sus inicios, el propio Lara también lo hizo.

Otra faceta del primo de Lara fue la composición. Dentro de sus piezas se encuentran: “Pensaba que tu amor”, “La Decena Trágica”, “Villa” y “Francisco I. Madero”, las cuales grabó, entre 1919 y 1920, junto con otras más de 90 canciones —entre ellas algunas de Manuel M. Ponce—, unas como parte de la banda de Guillermo y otras, con su propia agrupación, el Trío Aguirre del Pino. Los audios de varias de estas grabaciones pueden escucharse en la página "Discography of American Historical Recordings".

A pesar de la relevancia que pudo haber tenido, la figura de Francisco se diluye y su nombre deja de aparecer en los periódicos. No obstante, es evidente que, con estos antecedentes, el primo debió influir en el joven Agustín, tanto en su aprendizaje musical como en su deseo de dedicarse a su profesión. Sin embargo, con la reticencia del músico-poeta a contar su vida, condenó a uno de sus principales maestros al olvido.

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