Joaquín de la Cantolla y Rico fue un aficionado a los vuelos en globo. Nació el 25 de junio de 1829 en la Ciudad de México y estudió en el Colegio Militar, aunque no siguió en esa carrera y se dedicó a trabajar en las primeras líneas del telégrafo.

A partir de 1862 se acercó a los hermanos Wilson, pioneros en los globos aerostáticos, quienes le contagiaron su gusto por ellos. A raíz de esto, De la Cantolla comenzó a confeccionar algunas naves con sus propios medios, entre las que destacaron “Moctezuma I”, “Moctezuma II” y “Vulcano”. Antes de estos, creó una serie de prototipos elaborados con papel china, mismos que hoy en día son conocidos con su nombre. Además, inventó un sistema para regular el fluido de la llama de alcohol que servía como combustible para el aerostato.

El 25 de julio de 1863, en medio de notas sobre la guerra contra la intervención francesa y los distintos discursos de las facciones liberal y conservadora, en el periódico "La Sociedad" apareció un pequeño anuncio: De la Cantolla realizaría su “tercera ascensión” en honor a los generales de división Juan Nepomuceno Almonte y Leonardo Márquez, ambos conservadores —no parece gratuito, entonces, que en su momento el emperador Maximiliano de Habsburgo obsequiara al aeronauta unas mancuernillas de oro—. El espectáculo se anunciaba junto con una “soberbia corrida de toros”, amenizada por “una graciosa mojiganga”.

Ahora bien, llama la atención el riesgo que conllevaba el vuelo. Así, la empresa aerostática mexicana advertía: “Por medio de este procedimiento no se ofrecen grandes cosas, pero sí cree que hará cortas travesías con bastante dificultad”. El propio De la Cantolla estaba consciente de las limitaciones de su prototipo: “No lo juzgo indigno de ser el precursor del aparato de dirección que está en obra”, aunque sus esfuerzos eran reconocidos por animar “los deseos más ardientes por el engrandecimiento de la ciencia y de su país”.

Ángel Gilberto Adame
Ángel Gilberto Adame

El aeronauta ganó mucha popularidad con sus vuelos, algunos de los cuales mostraron el peligro del sistema que utilizaba. El más grave de ellos fue un accidente en el cual un acompañante se atoró en una de las amarras y cayó en Palacio Nacional, perdiendo la vida. Otro percance más le ocurrió en Salto del Agua, aunque la anécdota fue más jocosa: aterrizó en la casa de un obrero, causando daños a un tragaluz. De la Cantolla no sufrió lesión alguna, pero no pudo evitar la furia de los inquilinos que lo golpearon después de la intromisión a su hogar.

Su último vuelo fue documentado por la prensa. El 25 de enero de 1914 ascendió en compañía del primer aviador latinoamericano, Alberto Braniff, quien ya había probado varios aparatos diseñados por De la Cantolla. De nuevo, hubo inconvenientes durante el trayecto. Un viento inesperado cambió el rumbo de la nave y los llevó a Valle de Chalco. Ahí, ejércitos zapatistas dispararon al instrumento aerostático, pero fueron repelidos por el Ejército. Después de esto, “descendió modestamente en San Ángel y el gran Don Joaquín de la Cantolla y Rico se mareó”. Algunas fuentes indican que el inventor falleció a los días de este terrible suceso, sin embargo, otras dicen que murió hasta marzo, casi un mes después del vuelo.

Sea como sea, queda el recuerdo del hombre que conquistó el aire con sus globos aerostáticos, a quien todavía se celebra por su “tenacidad y constancia […] aplicadas generalmente a nuestra raza, que nos hubieran bastado para hacer de México uno de los más grandes países de la tierra”.

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