La reforma propuesta a la Ley Federal del Trabajo y aprobada en comisiones del Senado se presenta como una aportación de buena fe a la equidad de género en el ámbito deportivo.
La iniciativa, impulsada por senadores de distintos partidos, pretende corregir la innegable desigualdad salarial que hay entre deportistas hombres y mujeres. También, busca mejorar sus condiciones laborales.
Se han presentado tres propuestas distintas, desde noviembre del año pasado.
La primera iniciativa, del PT, busca corregir la disparidad salarial de género en la Liga MX Femenil (de Futbol).
La segunda, presentada por Morena, PAN, PRI y MC, propone seguridad social y un salario base equitativo.
Y la tercera, de MC, propone un salario base similar y excluye el embarazo como “accidente laboral”.
Las jugadoras de la Liga MX Femenil perciben salarios sustancialmente inferiores a los varones.
Por ejemplo, trasciende que el jugador mejor pagado de la liga masculina es André-Pierre Gignac, cuyo salario ascendería a 7 millones 437 mil pesos mensuales, mientras que la jugadora Stephany Mayor, quizás la mejor pagada en la Liga MX Femenil, percibe un salario mensual de 120 mil pesos. Es decir, el francés gana 62 veces más que Stephany Mayor.
La noción de "salario base" surge como un elemento central en la reforma. Este salario mínimo para deportistas profesionales, sin distinción de género u otras características personales, pretende establecer un punto de partida equitativo, promoviendo así la igualdad de oportunidades y un trato justo en el ámbito deportivo mexicano.
Sin embargo, la implementación de la igualdad salarial debe ser meticulosamente ejecutada para evitar, en palabras de la presidenta de la Liga MX Femenil, Mariana Gutiérrez, "una tragedia con un costo irrecuperable".
La imposibilidad de igualar salarios entre deportistas de diferentes géneros se debe a las disparidades en ingresos, ganancias y gastos publicitarios (el tamaño del negocio del futbol femenil no permite aún la igualdad de salarios).
La economía del deporte, como señala la presidenta, no sigue un patrón igualitario, y la imposición de salarios desde el Congreso podría asfixiar financieramente el desarrollo del fútbol femenino.
La inquietud expresada a los legisladores, que fue desestimada, resuena entre senadoras que respaldan la equidad, pero que al mismo tiempo reconocen los riesgos para la sostenibilidad financiera de la liga. ¿Valdrá la pena comprometer el avance del fútbol femenino en busca de una equidad salarial impuesta?
Según Mariana Gutiérrez, el aumento estimado en los costos anuales ascendería a 273 millones de pesos, lo que representaría un incremento del 43% respecto al costo anual del Torneo Clausura que es de 191 millones.
El fútbol femenil, aunque prometedor y emocionante, aún no ha alcanzado la popularidad del masculino, y las imposiciones legislativas podrían sabotear su crecimiento natural al ir en contra de las preferencias y gustos de los aficionados.
No parece justo exigir un incremento significativo en los costos a las ligas femeninas sin considerar sus circunstancias económicas y el tiempo necesario para su adaptación. Además, la urgencia por aprobar la reforma antes del 15 de diciembre hace que surjan preguntas sobre la validez y la profundidad del debate.
Aunque se argumente que los puntos de vista de la Liga MX Femenil podrían haberse presentado en los meses previos de discusión, la realidad es que la urgencia de la aprobación no permite una revisión completa de los posibles impactos y ajustes necesarios. En medio de este dilema entre ideales y realidades, la equidad salarial en el deporte emerge como un desafío complejo que requiere de un enfoque cuidadoso y una consideración exhaustiva de todas las variables en juego.