“Juega limpio, siente tu liga”. Ese es el eslógan de la Liga MX. La lógica indica que si antes de cada partido se repite esa frase, desde las oficinas del torneo se pugnaría porque el juego limpio fuera el distintivo del certamen. Pero nada más alejado de la realidad. Cada semana vemos como los futbolistas le manotean a los árbitros y les faltan al respeto sin consecuencias. Es un secreto a voces que los mismos dirigentes solicitan que no se expulse a nadie por ese tipo de cuestiones “por el bien del espectáculo”.
Otra manera de afectar la limpieza e integridad del juego es hacer tiempo de manera descarada. El domingo pasado, lo hecho por Alex Padilla rozó lo ridículo y lo vergonzoso. El arquero de Pumas dejó claro que es un gran actor, pero que no conoce el concepto de continuidad (tan importante en las puestas en escena y las películas), porque fingía muy bien las dolencias en la pierna derecha para acto seguido despejar de área a área. Con la pierna lesionada o acalambrada sería imposible contactar con normalidad el balón.
Padilla, por supuesto, no es el único futbolista que hace tiempo en México. Dicha práctica está totalmente normalizada en toda Latinoamérica. Pero lo del domingo fue excesivo y, para colmo de males, el que no lo hayan expulsado (como correspondía) se convierte en un hecho que afecta directamente al resultado porque Padilla fue el héroe universitario en la tanda de los penaltis. El forjado en el Athletic de Bilbao atajó tres penaltis y le dio el pase a su escuadra.
El señor Cáceres no lo expulsó, ¿pero es todo culpa de él? La respuesta simple es que sí. Pero si analizamos el panorama general, veremos que en México difícilmente se amonesta a quien hace tiempo, de mostrar la tarjeta roja ni hablamos. Entonces, ¿no será que desde las oficinas también recomiendan no echar futbolistas por este motivo? Saberlo es imposible, pero no lo considero descabellado.
Alex Padilla tiene 21 años y demostró que es un costal de mañas (cuando es necesario). Pero todo esto es permitido por su entrenador, quien jamás mostró molestia ante las actuaciones de su jugador. Recuerdo cuando Javier Aguirre llegó al Monterrey y cómo les exigía a sus futbolistas que no se tiraran y fingieran lesiones. El Vasco exigía ritmo y evitar perder el tiempo (hábito adquirido tras tantos años en Europa sin duda).
Padilla fue el villano y el héroe. Lo que tal vez él no sabía es que Toni Amor, auxiliar de Javier Aguirre, estaba en el estadio observando su dantesco show. Daría lo que fuera por leer su informe y daría todavía más porque en la Liga MX empiecen a hacerle caso a su eslógan.
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