Cuando Santiago Giménez sea fue del Cruz Azul, hubo (aunque usted no lo crea) quienes cuestionaron la decisión de dejar una titularidad asegurada por ser suplente en el Feyenoord.
Dejemos de lado la falta de conocimiento sobre la grandeza del Feyenoord en su país, y es que lo verdaderamente importante es no entender el lugar que tiene el futbol mexicano en el concierto internacional.
Giménez no se la jugó a lo tonto. Supo elegir a la perfección una Liga en la que se potencia el desarrollo del futbolista joven y, lo más importante, es que la Eredivisie fue escala y no destino final.
La Primera División neerlandesa no es una de las Ligas top en Europa, pero sí es un aparador importantísimo para muchachos con talento. En resumen, jugar en Países Bajos puede abrir las puertas del futbol grande en serio.
Santiago Giménez anotó 65 goles con el Feyenoord. Imaginemos que se hubiera quedado en el Cruz Azul y, en ese mismo periodo, hubiera metido 80 en lugar de 65. ¿Esos 15 tantos más le habrían dado la posibilidad de llegar al Milan?
Honestamente, y sin ser presuntuoso, estoy 99.99% seguro de que no habría sido así.
Salvo Javier Hernández, ningún futbolista mexicano dio el salto desde nuestro país a uno de los gigantes europeos (el Atlético de Madrid no está en esa categoría).
La realidad es que, aunque no nos guste, los visores de los grandes clubes del viejo continente no ven a nuestra Liga.
Es por eso que hacer escalas en Ligas no tan importantes es fundamental para aquellos que aspiran a llegar a torneos de gran envergadura.
El ejemplo opuesto es el de Diego Lainez, quien eligió al Real Betis sobre el Ajax y su aventura europea fue un fracaso. Por supuesto, nunca sabremos si jugar en la Eredivisie habría cambiado el destino del atacante o no.
Lo que sí es una realidad es que Giménez brilló en el Feyenoord y, hasta el momento, con los rossoneri lo está haciendo fantásticamente bien: Asistencia y gol con menos de 90 minutos en la cancha, repartidos en dos encuentros.
Le falta mucho camino por andar en Italia, pero ojalá muchos jóvenes mexicanos se vean en el espejo de Giménez y den el salto hacia Europa, dejando de lado las comodidades de México.
Una manera de arreglar el desgarriate llamado Selección Azteca es la reeducación de nuestros jugadores en clubes de otras latitudes.
Adendum. “Ni extrañamos a Anselmi”, me mandó Knut este fin de semana. Por ahora es cierto, pero en La Noria son capaces de todo.
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