¿Qué sensación habrá experimentado Bernardo Bravo Manríquez en el momento en que su vehículo era cercado por sus asesinos? ¿Reconstruyó acaso en unos cuantos segundos la pesadilla que diez años atrás habría vivido su padre? (en 2013, don Berna fue asesinado por lo mismo: denunciar las extorsiones).

Allí estaba en toda su expresión la furia y la cobardía de los sicarios... “¡Te lo advertimos, hijo de tu... Te ordenamos que pagaras y te callaras!” Pero Bernardo era más que valiente, temerario y hoy está muerto. Tras esta experiencia los productores de limón, como los de aguacate, naranja y otros productos en Michoacán, no tienen para dónde hacerse: pagan o se mueren.

La pesadilla es rancia, está en la memoria aquella noche de noviembre de 2006 cuando cinco cabezas rodaron sobre la pista de un antro de nombre “Sol y sombra” en Uruapan, Michoacán, eran los últimos días del gobierno de Vicente Fox.

Rebasado por los criminales, el entonces gobernador Lázaro Cárdenas Batel —hoy jefe de la Oficina de la Presidencia— acudió al nuevo titular del Ejecutivo, Felipe Calderón, para pedir el apoyo de la Federación. Calderón ordenó el despliegue militar para intentar contener y replegar a la delincuencia, sus críticos dicen que pateó el avispero, quizás lo que debió haber hecho era mirar hacia otro lado mientras seguía el avance de la mancha criminal dejando indefensos a los habitantes de las comunidades de Tierra Caliente.

La tortura y el asesinato de Bernardo Bravo, líder de los productores de limón en Apatzingán, es un hecho que produce rabia y dolor, apenas el 23 de septiembre pasado, una nota de EL UNIVERSAL informaba que Los Viagras habían aumentado su cuota de extorsión a los limoneros: pasaría de 2 a 4 pesos por kilo. Si con dos pesos la utilidad para las organizaciones criminales anda por los 1700 millones de pesos anuales, con cuatro pesos subiría a 3400.

Debido a la rendición del gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla y de la Federación (“abrazos, no balazos”), Tierra Caliente en Michoacán es un territorio sustraído de la autoridad, donde no hay responsables. ¿Es que no hay manera de determinar la responsabilidad de los mandos de las fuerzas públicas estatales y federales en esos cuadrantes?

Han pasado muchos años desde que el doctor José Manuel Mireles y otros líderes comunitarios denunciaron la impunidad con la que los criminales secuestraban a sus mujeres y a sus hijas y las violaban. La manera en que hace dos años ejecutaron a Hipólito Mora, otro de los fundadores de las autodefensas, exhibió quién sigue mandando en esa región.

¿Tiene el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla un pacto con los criminales o solo miedo de actuar? Imponiéndose a la intimidación, el alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, pide a la Federación que les entregue armamento militar equiparable a los de los criminales para poder enfrentarlos.

La nueva estrategia que conduce Omar García Harfuch tiene una prueba decisiva en Michoacán, que hoy es un ejemplo vivo de un estado fallido.

Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario. @alfonsozarate

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