“No les pido que me den, nomás que me pongan donde hay.”
-Refrán popular
Tenían tantas ganas de todo, de vivir en casa propia con patio y jardín, de tener un coche así fuera un vochito, de comprar sus trajes en Palacio de Hierro y no en las tiendas Milano, de tener tarjetas de crédito y dinero en la cartera…
Repudiaban a los priistas por rateros, pero hicieron suya la frase del profesor Hank: “un político pobre es un pobre político”. De pronto, la revolución (de las conciencias) les hizo justicia, presumían de muy honrados porque nunca habían estado frente al arca abierta. Si quienes los antecedieron solían cobrar el 10% de comisión por otorgar un contrato, ellos piden el 20 o el 30% y asignan de dedo contratos multimillonarios con sobreprecios a las empresas de sus amigos y socios.
¿Cuánto dinero tiene Andy para darse el lujo de adquirir la obra de la artista plástica japonesa Yayoi Kusama por 30 mil dólares, más de medio millón de pesos? Y allí están para probar su honestidad y austeridad los trece ranchos de José Ramiro (Pepín) López Obrador comprados de contado y en efectivo..., los ingresos millonarios de Adán Augusto y el patrimonio de la familia Monreal que presume su origen humilde mientras acumula poder y dinero... Y está la residencia en Tepoztlán de José Gerardo Rodolfo Fernández Noroña y sus viajes en business class o en avión privado, y todo lo que hasta hoy permanece oculto. Despreciaban tanto a los fifís y se convirtieron en parte de ellos.
¿Seguirá encubriendo la presidenta Sheinbaum las raterías del círculo más próximo al expresidente? Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) ha mostrado la manera en que los gobiernos de la llamada 4T fueron desmontando las regulaciones incómodas de la Constitución y las leyes para poder despacharse con la cuchara grande.
La mayoría de los contratos y concesiones se entregan mediante adjudicaciones directas. El reemplazo de civiles por militares en las aduanas ha disparado la corrupción. La misma clase política que ha demolido y desnaturalizado instituciones, ha empoderado a una runfla de oportunistas que se han vuelto millonarios de la noche a la mañana. Los integrantes de la nueva clase gobernante —los exgobernadores y funcionarios corruptos, entre ellos— ocupan cargos en el gobierno federal mientras se persigue a los de afuera.
Los escándalos van in crescendo y cada día involucran a más altos integrantes del obradorismo. Primero se descubrió el desvío escandaloso de recursos de Segalmex y para rematar vino el huachicol fiscal, que involucra a altos mandos de la Armada de México. Frente a estos desfalcos palidecen los casos de La Casa Blanca, La Estafa Maestra y Odebrecht, que marcaron a la voraz cofradía que encabezó Peña Nieto. Una vez que se ha perdido todo asomo de dignidad y de vergüenza, lo que sigue es cuesta abajo.

