Esta semana se cumplieron 25 años de la primera proyección de “Amores perros” en Cannes, y Guillermo Arriaga desempolvó la anécdota: él y Alejandro González Iñárritu pensaban que el público se estaba saliendo de la función por aburrimiento… hasta que supieron que eran compradores internacionales queriendo asegurar derechos.
Además del emotivo recuerdo, Arriaga aprovechó para poner orden en el mito: aseguró que la estructura narrativa no fue inspirada en Pulp Fiction, aunque reconoce que la cinta de Tarantino es una obra maestra. Lo suyo, dice, vino más de la literatura que del cine. Y de paso, soltó una frase con doble fondo: “Alejandro tenía otras influencias para dirigir la película que creo que fueron sumamente afortunadas”.
Traducción: cada quien con lo suyo, pero no revuelvan el crédito.
Yuri revive coreografía de los 90… ¡con el mismo vestido!
Yuri sorprendió en el programa “Juego de Voces” con un zapateado de son jarocho que sacó aplausos no sólo del público, también de su rival María León. Lo impresionante fue que repitió una coreografía montada hace 30 años por su entonces coreógrafo Luis Roberto Pérez… y lo hizo con el mismo vestido de aquella época.
Luis Roberto compartió en Instagram imágenes del montaje original y celebró que su exjefa mantenga el ritmo como si el tiempo no hubiera pasado. Sus fans ya piden que él reaparezca a su lado en la gira Icónica, donde varias de sus coreografías siguen vigentes. ¿Será que se arma el reencuentro en el escenario? Sería un número con zapateo… y nostalgia.

Alma Cero, mamá veterana… con susto incluido
Alma Cero siempre ha hablado con orgullo de su hijo Bruno, que ya es mayor de edad y vive en Los Ángeles. Pero este fin de semana, en el estreno de “Slava’s snow show” en la CDMX, la actriz y comediante mostró que la maternidad no se le olvida, ni aunque el hijo propio ya haya crecido.
Acompañada por el más pequeño de los hijos de su esposo, Enrique Orozco, Alma fue puro cariño y atención durante todo el evento. Pero al final del show, cuando el escenario se llenó de papelitos, el niño se trepó a una escalinata y… ¡zas!, se fue de boca. Ella, espantada, corrió a auxiliarlo; él, como si nada, se sacudió y siguió jugando.
El susto fue gratis, pero el reflejo maternal quedó clarísimo.
