Gran parte de las realidades económicas, políticas y sociales de México están condicionadas por su relación con Estados Unidos, una relación que está mediada por la frontera que los países comparten. Como detallamos en la duodécima edición del , presentada esta semana, la frontera es el punto de innumerables flujos bidireccionales de bienes y personas.

La gran mayoría de estos flujos son legales, regulados y mutuamente beneficiosos. Pero como bien se sabe, hay ciertos movimientos ilícitos y no autorizados que han generado inestabilidad y daños sociales severos en ambos países, además de tensiones diplomáticas. No obstante, en contraste con gran parte del discurso sobre las supuestas crisis interminables en torno a estos flujos, nuestro informe destaca que algunos de ellos parecen haber alcanzado su punto máximo en los últimos años y estar ahora en una trayectoria descendente.

Los dos flujos ilegales más devastadores a través de la frontera probablemente han sido los de drogas y armas de fuego. En México, estos han alimentado niveles extremos de conflicto armado entre grupos de la delincuencia organizada a través del país, mientras que en Estados Unidos se han relacionado con decenas de miles de muertes por sobredosis de drogas.

Algunas de las principales rutas de estos dos flujos se ilustran en el siguiente mapa.

Flujos de drogas y armas de fuego
Flujos de drogas y armas de fuego

En la última década, los cambios en el mercado de drogas estadounidense han provocado transformaciones en las operaciones del narcotráfico en México. Específicamente, ha habido una disminución significativa en la demanda de drogas de origen vegetal, como la marihuana y la heroína, y un aumento considerable en la demanda de drogas sintéticas, especialmente el fentanilo. Debido a sus , este cambio ha sido .

A pesar de la solidez y rentabilidad general del comercio de fentanilo, datos recientes indican que el tráfico transfronterizo de esta sustancia podría haber llegado a su punto máximo y estar actualmente en declive. Entre 2019 y 2023, la cantidad de fentanilo decomisada en la frontera aumentó más de 600%, pasando de 604 a 4,267 kilogramos. Pero en 2024 se registró una caída del 19.3% en el volumen total decomisado. Estas tendencias se reflejan en la siguiente gráfica, que muestra la evolución indexada del volumen de decomisos de drogas en la frontera, desglosada por los principales tipos de droga.

Volumen de decomiso de drogas
Volumen de decomiso de drogas

La marcada disminución en la cantidad de fentanilo decomisado en la frontera en 2024 también parece reflejarse en las estadísticas de sobredosis en Estados Unidos. El año pasado, las muertes por sobredosis relacionadas con la droga disminuyeron en más de un 25%, marcando el primer descenso tras una década de aumentos sostenidos.

Los datos indican que la mayoría de las personas que trafican fentanilo a través de la frontera son ciudadanas estadounidenses. Entre 2019 y 2024, los ciudadanos estadounidenses representaron el  en cruces fronterizos oficiales.

Asimismo, los ciudadanos estadounidenses han desempeñado un papel clave en el tráfico ilícito de armas desde Estados Unidos hacia México, un flujo conocido como el . En muchos casos, los contrabandistas  para comprar armas en tiendas o ferias, y luego transferirlas a representantes de los cárteles.

Las trazas realizadas a armas recuperadas en escenas del crimen en México han demostrado de forma consistente que al menos . Aproximadamente  del suroeste de Estados Unidos, en particular Arizona y Texas, y son ingresadas a México mediante rutas de tráfico hacia Sonora, Chihuahua, Nuevo León, Tamaulipas y Guanajuato.

Estas rutas han permitido que los , incluso con armas de grado militar, lo que ha intensificado sus disputas territoriales letales tanto entre ellos como con las fuerzas de seguridad del Estado. Además del conflicto por el control de rutas del narcotráfico, los grupos también han protagonizado disputas territoriales por otras actividades ilícitas, como el tráfico de personas.

Las operaciones de tráfico de personas, muchas de las cuales están vinculadas a grandes organizaciones criminales, se han convertido en un negocio cada vez más lucrativo. Informes recientes indican que los migrantes que buscan cruzar la frontera pueden pagar , y que los cárteles podrían estar generando ingresos combinados de entre  al año por estas operaciones.

Se desconoce qué proporción de los migrantes recurre a traficantes para entrar a Estados Unidos, pero al igual que con ciertos bienes ilícitos, en los últimos años se han registrado aumentos en los flujos no autorizados de personas, lo que ha dado lugar a diversos desafíos sociales tanto en Estados Unidos como en México.

No obstante, estos movimientos migratorios también parecen haber alcanzado su punto máximo y estar en descenso. Entre 2010 y 2018, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU. registró menos de 600,000 encuentros por año con migrantes no autorizados. En 2019, la cifra comenzó a subir y, a partir de 2021, aumentó drásticamente.  alcanzaron su punto máximo en 2022 y 2023, con más de 2.5 millones cada año. Pero en 2024, cayó más de un tercio, alrededor de 1,6 millones.

El aumento de los encuentros entre 2021 y 2023 se atribuye a varios factores. La pandemia generó dificultades económicas e inestabilidad social en muchos países. Al relajarse las restricciones de movilidad, muchas personas en contextos de violencia y pobreza buscaron mejores oportunidades en Estados Unidos. Esto se reflejó en el creciente número de migrantes provenientes de países sudamericanos con inestabilidad política, que históricamente no solían ingresar a Estados Unidos por su frontera con México.

Además, ciertos cambios en el discurso y las políticas bajo la administración Biden generaron la percepción de procedimientos de asilo más accesibles, lo que motivó a muchas . En este sentido, algunos también atribuyen el aumento al  ante el atraso en la resolución de solicitudes de asilo, ya que los procesos prolongados podrían haber incentivado a las personas a  para iniciar un trámite, en lugar de intentar cruzar sin ser detectados, inflando así las estadísticas.

Ya sean autorizados o no, los flujos de bienes y personas a través de la frontera México–Estados Unidos han tenido, y seguirán teniendo, impactos significativos en la estabilidad y el desarrollo de ambos países. México y Estados Unidos son los principales socios comerciales el uno del otro, y millones de personas a ambos lados de la frontera tienen vínculos familiares, comunitarios y económicos que la trascienden. Por tanto, mantener el orden, la legalidad y la eficiencia en los flujos fronterizos es una tarea de interés compartido.

Aunque ciertos flujos han generado inestabilidad y violencia, las voces que insisten en nociones de crisis perpetuas —mientras oscurecen avances positivos y los beneficios mutuos de la relación transfronteriza— no reflejan la complejidad de la realidad ni contribuyen a soluciones duraderas. No es posible saber si se mantendrán los recientes descensos en ciertos flujos no autorizados en la frontera, pero la relación entre México y Estados Unidos exige una visión equilibrada, que combine rigor en el control fronterizo con cooperación, evidencia y respeto mutuo. Este tipo de colaboración bilateral será crucial para fomentar la paz y el bienestar económico en ambos países en los próximos años.

* Alex Vedovi es el coordinador e investigador principal del Índice de Paz México 2025, producido por el Instituto para la Economía y la Paz. Es Maestro en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.

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