“Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”

Thomas Jefferson es uno de los personajes más multifacéticos de la historia de Estados Unidos. No solo fue abogado, escritor, agricultor e inventor, sino también uno de los llamados padres fundadores de su país y el principal autor de la Declaración de Independencia.


Declaración de Independencia de los Estados Unidos, 1776

Jefferson fue un funcionario público eficaz, de profunda inteligencia y capacidad de negociación. Como primer Secretario de Estado y, bajo la dirección de George Washington, sentó las bases de una nación próspera y con gran influencia global. Sus méritos en el gobierno y su activismo político lo convertirían a la postre en el tercer presidente de Estados Unidos (1801–1809).

Este personaje, nacido en el estado de Virginia, fue heredero de diversas plantaciones y tierras, por lo que siempre mantuvo un estatus social acomodado. Además de trabajar en el campo, Jefferson fue un activo defensor de la soberanía de las trece colonias, lo cual lo llevó a participar en el Congreso Continental, que funcionó como cuerpo legislativo antes de culminar la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.

Más tarde, en su calidad de presidente, se encargaría de llevar a cabo la negociación y compra del antiguo territorio de Luisiana a Francia. Este duplicaría la extensión geográfica de Estados Unidos, pues incluye a 16 de los estados actuales. Al final de su mandato, se retiró a vivir a su mansión y rancho en Virginia, conocido como Monticello.

Sin embargo, y más allá de los aspectos que muestran la faceta de estadista de Thomas Jefferson, también se ha suscitado una controversia histórica en torno a su imagen. De acuerdo con los registros de su propiedad y notas personales, se calcula que, a lo largo de su vida, Jefferson llegó a tener aproximadamente 600 esclavos, quienes se dedicaban a trabajar en las plantaciones y otros inmuebles adyacentes.

Entre estos esclavos se encontraba Sally Hemings, quien tras la muerte de la esposa de Jefferson se volvió muy cercana a él y llegó a acompañarlo en su estancia por París. Paradójicamente, en aquel entonces la esclavitud ya había sido abolida en Francia, y Hemings pudo haber huido para vivir en libertad. Sin embargo, al parecer, ella prefirió volver a Estados Unidos y mantener su condición de esclava con el objetivo de que su familia recibiera un mejor trato y de que, eventualmente, Jefferson diera libertad a sus futuros hijos. Al regresar de París y con tan solo 16 años, Hemings siguió trabajando como camarera de la mansión y costurera de la familia.

La historia va mas allá, pues ya en aquel entonces se presumía que Jefferson mantenía una relación sentimental con Sally Hemings. Se piensa, además, que juntos pudieron haber procreado seis hijos, de los cuales solo cuatro vivieron hasta la edad adulta. Dos de ellos fueron liberados de la esclavitud durante su estancia en Monticello, y los otros dos gracias al testamento de Jefferson. Ninguna otra familia de esclavos fue liberada.

Esta versión, desde luego, ha sido negada durante años tanto por familiares reconocidos por Jefferson como por historiadores y políticos. Quienes en un principio defendieron la hipótesis contaban apenas con algunos recuentos orales de los descendientes de Sally Hemings, notas de periódico y ciertos inventarios de las plantaciones de Monticello. No obstante, el vínculo genético entre los Jefferson y los Hemings fue confirmado casi dos siglos después por un estudio de ADN realizado en 1998. Basado en esta información y documentos recopilados a lo largo de varias décadas, la Fundación Thomas Jefferson estableció un comité de investigación que elaboró un extenso reporte presentado en el año 2000. En él, se señala que existe evidencia suficiente para aseverar con gran probabilidad que Jefferson fue el verdadero padre de los hijos de Sally Hemings.

Thomas Jefferson murió en 1826 y nunca mencionó nada al respecto. Resulta difícil comprender cómo un hombre que fue inspirado por los principios de la Ilustración y que redactó la Declaración de Independencia, en la que se establecía que todos los hombres habían sido “creados iguales”, entre otras notables hazañas, fue capaz de ejercer y defender la institución de la esclavitud y no reconocer a miembros de su familia. Podría argumentarse que la tenencia de esclavos era una práctica común de su época, pero él mismo fue testigo de la vida en libertad en Europa y fue cuestionado en varias ocasiones por esta actividad, que ya para ese entonces generaba un álgido debate en Estados Unidos.

Este suceso es un buen aliciente para aprender a mirar a todos los personajes históricos desde distintas perspectivas y evitar visiones maniqueas o caricaturescas. De Sally Hemings no existen artículos, diarios ni notas, mucho menos retratos, bustos o mausoleos. Sin embargo, lo poco que sabemos de ella debe movernos a la reflexión sobre tantas historias de mujeres que apenas se conocen o a las que no se les ha dado el merecido espacio, y que valdría la pena rescatar, preservar y difundir. Esta es una de ellas.

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