A quienes vivimos la aventura de conformar el SITCIDE

En pasada colaboración aludíamos a la reflexión de D. Trump sobre la carrera de la inteligencia artificial (IA) entre China y Estados Unidos de América, y la significación de la algoritmización de la sociedad: "Nuestros niños no van a vivir en un planeta controlado por algoritmos que transmitan los valores e intereses de nuestros adversarios" (Trump). Así, con el proceso de adoctrinamiento, pero éste sí avalado por Trump, se espera que sean “objetivos y libres de sesgos ideológicos de arriba hacia abajo”.

Es pertinente anotar que la transmisión de valores e intereses no es un asunto de orden reciente ni producto que se circunscriba a la IA, aunque se exacerban con ésta la capacidad de encauzar y predecir comportamientos. Para comprender un poco más este escenario de discusión, acerquémonos al concepto de dispositivo en el sentido de M. Foucault, como red con alcances distintos en la sociedad (para nuestros fines, pensemos en el circuito familiar, la escuela, los clubes deportivos, los centros de trabajo, el servicio militar, entre otros), que en su correlato se concreta este dispositivo red en expresiones de poder, de dominación, de control social.

Escuchando en entrevistas a Carolina Bracco, especialista en cultura árabe y cultura hebrea, Bracco reflexionaba sobre la forma en que se presenta Palestina en la educación sionista israelí: ubicando concretamente el espacio educativo, lo que se machaca en la población infantil que está en los pupitres escolares es que los árabes son un peligro latente, sin importar edades; que los árabes no quieren que existamos; no nos dejan vivir en paz. Casi desde la lactancia, la lectura de los palestinos deja su impronta en la población israelí, de que los palestinos son animales, no humanos, atrasados, retrógrados, amenaza a Israel (cf. https://www.youtube.com/watch?v=a6W667bvBdI&t=1232s&pp=ygUPY2Fyb2xpbmEgYnJhY2Nv). Se trata de una narrativa histórica fundacional, que emula la confrontación entre civilización y barbarie. A esta algoritmización manual se suma la obligatoriedad del servicio militar, que, siguiendo a Bracco, implica el modelaje de soldados, no ciudadanos: “Fuerzas de Defensa” capaces de manejar con precisión la mira telescópica, llevando a la práctica el odio incorporado.

No hicieron falta los algoritmos de la IA para modelar el pensamiento y las convenciones sociales dominantes en Israel. Acerquemos nuestro microscopio para atender la mirada y las palabras que se explican por sí solas, inoculadas de odio, de Moshe Feiglin, exmiembro del parlamento israelí: “Cada niño, cada bebé en Gaza es un enemigo […] Tenemos que conquistar Gaza y colonizarla y no dejar a un solo niño gazatí allí. No hay otra victoria”. Esto último se relaciona estrechamente con el temor en franjas amplias de la sociedad de Israel del crecimiento demográfico de la población palestina. Allí encuentra un basamento la bala dirigida, la operación militar quirúrgica, la muerte programada. En la propia narrativa hegemónica israelí, si hay acción violenta de Israel es por la conducta perenne de rechazo del mundo árabe a la existencia de Israel, así lo presentan. Por eso, limpiándose de culpas, los dardos venenosos de Golda Meir, la dama de hierro: “Cuando llegue la paz tal vez con el tiempo podamos perdonar a los árabes por matar a nuestros hijos, pero nos resultará más difícil perdonarlos por habernos obligado a matar a sus hijos. La paz llegará cuando los árabes amen a sus hijos más de lo que nos odien a nosotros”.

Estas palabras, bruscas y al mismo tiempo medianamente edulcoradas, se encuentran muy lejos de la realidad de la infancia palestina, y de la acción política real del gobierno de Israel: en Gaza y Cisjordania, los niños no tienen derechos, están encarcelados (esa es su vida desde chicos), con la muerte cotidiana al acecho, bombas en cualquier momento del día, condenados a morir de hambre y sed, rotas las cadenas de abastecimiento de afectos y seguridades; sin vivir ese período de la vida como niñas y niños, hay un proceso de desinfantilización. En Israel, la población palestina en general es tratada como ciudadanos de segunda. La civilización en entredicho.

En diciembre de 2023, UNICEF planteaba en su Informe Declaración de UNICEF sobre el riesgo de hambruna en la Franja de Gaza, con base en la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases, lo siguiente: “al menos 1 de cada 4 hogares de la Franja de Gaza, es decir, más de medio millón de personas, se enfrentan a niveles catastróficos de inseguridad alimentaria aguda, el nivel más alto de alerta […] Estas condiciones catastróficas, totalmente provocadas por el ser humano, previsibles y evitables, significan que los niños y las familias de la Franja de Gaza se enfrentan ahora a la violencia desde el aire y a las privaciones en el suelo, una situación que todavía podría empeorar aún más” (cf. https://www.unicef.org/es/comunicados-prensa/declaraci%C3%B3n-de-unicef-sobre-el-riesgo-de-hambruna-en-la-franja-de-gaza). Es cierto, la situación empeoró dramáticamente.

El siguiente paso es la extinción, es decir, la limpieza étnica. Y no nos apartamos del sentido estratégico del gobierno de Israel, y en particular ahora de Netanyahu, si atendemos que la colonización persiste, y se alienta a los colonos como fuerzas paramilitares. Netanyahu planteaba, de acuerdo a crónicas periodísticas, que la “conquista total de la Franja solo parece tener ese significado: la erradicación de todos los palestinos de ese territorio y su conversión en parte de Israel”. En las últimas horas el Gabinete de Seguridad del Gobierno de Israel aprueba el plan de Netanyahu para ocupar la Ciudad de Gaza, en el norte del enclave palestino. Esto a contramano de la opinión de expertos militares israelíes, de familiares de los secuestrados por Hamás, de parte de la sociedad movilizada por la ofensiva destructiva del gobierno de Israel sobre la población palestina. La escalada de violencia incrementada.

Este crimen sigue avanzando con la complicidad activa de D. Trump, nombrado por B. Netanyahu (aparecía en los periódicos del mundo el 8 de julio de 2025) como candidato al Premio Nobel de la Paz. La “civilización” avanzando sobre los huesos quebrados de la población palestina. Pero es claro que en su crujir, los huesos también hablan.

(UAM) aley@correo.xoc.uam.mx

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