Como parte del rompecabezas en América Latina (Ugo Pipitone hablaba del desencuentro continental), destaquemos alguna de las piezas que podemos distinguir en la coyuntura, aunque, como señalara F. Braudel, tomando la previsión de que “la historia es la suma de todas las historias posibles: una colección de oficios y de puntos de vista, de ayer, de hoy y de mañana. El único error, a mi modo de ver, radicaría en escoger una de estas historias a expensas de las demás”.
1. María Corina Machado es reconocida con el Premio Nobel de la Paz 2025, lo que desató una ola de críticas y perplejidad en América Latina. También, es cierto, hubo manifestaciones de apoyo, por ejemplo, del presidente argentino J. Milei y, al norte de América, de D. Trump. Pero remitiéndonos a los hechos, la paradoja es evidente: la política venezolana, que en múltiples ocasiones ha exhortado a la intervención militar de Estados Unidos en su propio país, recibe un galardón destinado -en teoría- a quienes promueven la paz. Su trayectoria, marcada por acciones violentas y llamados a la desestabilización, desmiente el espíritu del reconocimiento: “Estamos en el umbral de la victoria y hoy más que nunca contamos con el presidente Trump, el pueblo de los Estados Unidos y las naciones democráticas del mundo como nuestros principales aliados para lograr la libertad y la democracia”, exclamó Machado en uno de sus discursos. Al conocer el premio, añadió con fervor y con un guiño muy afectuoso: “¡Dedico este premio al sufrido pueblo de Venezuela y al presidente Trump por su decidido apoyo a nuestra causa!”.
Las palabras son reveladoras: la paz como retórica de guerra. El respaldo militar estadounidense en el Caribe, al que Machado dio su explícito apoyo, confirma que detrás del lenguaje de la libertad se esconde el viejo libreto del intervencionismo, ahora revestido de legitimidad humanitaria.
2. Otra pieza apunta al retorno de la tutela imperial. En Argentina, el embajador estadounidense Peter Lamelas (sin albur, así se apellida), de ascendencia cubana igual que Marco Rubio (secretario de Estado de Estados Unidos), expresó que las empresas norteamericanas “están al borde de invertir una cantidad sin precedentes en la soberana República Argentina”, para “hacer que vuelva a ser grande” -a tono con las conjugaciones de Trump y de Milei-. Remata con “Trabajaré día y noche para hacer de esto una realidad que beneficie tanto a la Argentina como a los Estados Unidos y a todos nuestros pueblos. ¡Dios bendiga a la Argentina y Dios bendiga a América!”, escribió Lamelas. En apariencia, una promesa de cooperación. En el fondo, una advertencia: los capitales vendrán siempre y cuando el país se mantenga alineado con los intereses del “mundo occidental”. Alineación tutelada mata soberanía, en el gobierno de Milei.
El “diplomático”, es un decir, no ocultó su inclinación ideológica cuando, refiriéndose a Cristina Kirchner, afirmó que “ella está en arresto domiciliario debido a algún favoritismo político”, insinuando su culpabilidad en el encubrimiento del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). Veamos la cita completa, para develar con claridad las intenciones del embajador: “Ella está en arresto domiciliario debido a algún favoritismo político que está pasando allí. Obviamente, ella no estuvo involucrada en el atentado de la AMIA, pero definitivamente de alguna manera estuvo involucrada en el encubrimiento, y Dios sabe si estuvo involucrada en la muerte del fiscal especial. Aplaudo los esfuerzos de Milei por llegar al fondo de esto” (¿se podrá ser más intervencionista?).
Más aún, sostuvo que existe “un movimiento cristinista que hay que seguir vigilando”. Así se transparenta la agenda conservadora: mantener en prisión a quien encarna la memoria de los gobiernos populares, mientras se glorifica a quienes garantizan la apertura económica y la subordinación política.
La persistencia del encarcelamiento de Milagro Sala, los intentos de proscripción contra Cristina Fernández de Kirchner y el uso selectivo del Poder Judicial, son expresiones de un mismo patrón de disciplinamiento. Como he argumentado antes, el lawfare opera como un nuevo tipo de golpe blando, que sustituye la represión militar por la manipulación judicial y mediática (véase “Proscripción, violencia y lawfare: anatomía del disciplinamiento político en Argentina”, El Universal, 28/06/2025; y “Los herederos. Del uniforme militar a la toga”, El Universal, 26/11/2022).
3. La inestabilidad como estrategia de control es lo dominante en Perú. La figura de la “incapacidad moral permanente” ha sido la herramienta recurrente para destituir a tres de los seis presidentes removidos en el transcurso breve de seis años. La inestabilidad ya no es una consecuencia, sino una técnica de control político, que impide la consolidación de cualquier proyecto con legitimidad popular.
4. La situación de Chile no escapa a este cuadro. Con José Antonio Kast al frente de la derecha, el país se encamina a una posible restauración conservadora. Las encuestas, más allá de su exactitud, reflejan el ascenso de una corriente que busca revivir el autoritarismo bajo nuevas formas electorales. Kast, Matthei, Kaiser y Parisi simbolizan la fragmentación de una ultraderecha que, unida, superaría el 50% de apoyo, según los propios sondeos.
La retórica del orden y la seguridad social, enmascarada bajo la idea de “recuperar la nación”, reedita los discursos del pasado (¿el peso de los muertos, en este caso el fantasma de Pinochet, alentando a la ultraderecha y recorriendo al país andino?), adaptados a un tiempo en el que la guerra cultural sustituye a la confrontación militar.
5. Del Caribe al Cono Sur: sanciones, visas y amenazas. En Brasil, la administración Trump intervino directamente en los asuntos judiciales al revocar las visas del juez Alexandre de Moraes -acusado de censurar la libertad de expresión- y de sus familiares. La medida, amparada en la Ley de Inmigración y Nacionalidad de Estados Unidos, supone una intromisión directa en la soberanía brasileña. No se puede despegar esta situación del apoyo de Trump a Bolsonaro, y su condena por alentar el golpe de Estado en Brasil (27 años y tres meses de prisión). Lo que antes se lograba con dictaduras hoy se busca mediante sanciones personales, restricciones de viaje y campañas mediáticas; no obstante, a pesar de encontrarnos en el siglo XXI, la opción del golpe de Estado es parte de la escena.
Algo similar ocurre en Colombia, donde Washington revocó la visa del presidente Gustavo Petro tras su participación en una protesta propalestina en Nueva York. El mensaje es claro: cualquier disidencia con la política exterior estadounidense tendrá consecuencias diplomáticas inmediatas. Se sanciona el pensamiento autónomo y se recompensa la obediencia. Las broncas con Brasil y Colombia vienen de tiempo atrás. Vale traer a la memoria los asuntos de los aranceles, la expulsión de migrantes y las cerraduras y muros como dispositivos de la derecha de Washington.
6. México: la amenaza de la intervención directa. No escapa a este escenario nuestro país. En su primer día de regreso a la Casa Blanca, Donald Trump decretó la designación de seis cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, junto con dos pandillas latinoamericanas. Bajo ese pretexto, autorizó operaciones militares en el extranjero que incluyeron el ataque a una lancha venezolana en el Caribe. Poco después, altos mandos estadounidenses insinuaron la posibilidad de intervenciones directas en territorio mexicano, justificadas en la lucha contra el narcotráfico.
El argumento de Derek S. Maltz, exadministrador de la DEA, es ilustrativo: “Los cárteles han matado a más estadounidenses que cualquier organización terrorista en la historia de Estados Unidos, por lo que deben rendir cuentas”. La narrativa del enemigo externo, tan útil durante la Guerra Fría, vuelve reciclada para legitimar la injerencia contemporánea.
7. La región en disputa: entre la soberanía y el tutelaje
Estos episodios no son aislados. Configuran una estrategia continental de control político, judicial y económico. Desde el financiamiento a figuras opositoras hasta las sanciones selectivas y las operaciones mediáticas, todo forma parte de un esquema de dominación que se presenta como defensa de la libertad.
Frente a ello, la visita a México de Daniela Vilar, ministra de Ambiente del gobierno de Axel Kicillof (Provincia de Buenos Aires, la más grande y poblada de Argentina), adquirió un significado especial. En su encuentro con la comunidad de la Universidad Autónoma Metropolitana, Vilar subrayó la importancia del ambientalismo popular y la soberanía política como ejes de resistencia latinoamericana. En la charla (jueves 09/10/2025) se subrayó el relieve de la actividad industrial en la Provincia, por lo que se trabaja en un programa de Reconversión Industrial, el cuidado y creación de reservas naturales, la revisión minuciosa de la Agenda climática bonaerense, el tratamiento y reciclamiento de la basura, reconociendo el papel de los denominados cartoneros (recuperadores urbanos), mientras que al día siguiente, la ministra realizó una plática con argentinos (Argentinos para la Victoria, Provincia 25) que viven en México convocando a la unidad, a trabajar con energía en la campaña de la libertad a Cristina Kirchner, en el entendido de que se trata de una proscripción y de un hecho claro de lawfare (practicado en América Latina contra cualquier expresión nacional popular), entendiéndole por el uso “estratégico del sistema legal para lograr objetivos militares o políticos”. Vilar fundamentó porqué se trata de una condensa injusta e ilegal, que rompe el pacto democrático -la proscripción como evidencia irrefutable-, convocando la atención internacional y la lucha dentro de los cauces de la democracia.
El intervencionismo ya no se disfraza de misiones de paz ni se ejecuta con tanques. Hoy se reviste de causas judiciales, campañas mediáticas y discursos moralizantes. Sin embargo, su propósito es el mismo: neutralizar las voces que cuestionan la hegemonía estadounidense y las élites locales asociadas. Al escribir estas notas, creo que no por casualidad, me vinieron a la memoria las palabras atribuidas a Franklin Delano Roosevelt sobre Somoza, aunque también se señala que pertenecen a Cordell Hull, secretario de Estado de Roosevelt.: “Sí, es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.
La historia reciente de América Latina enseña que la paz no se decreta, se construye con soberanía y justicia social. En este sentido, el reclamo por la libertad de Cristina Kirchner trasciende lo personal. Es una causa continental, una bandera por la defensa de la democracia como instrumento de resolución pacífica de las controversias, frente a la deriva autoritaria que impulsan los poderes fácticos, judiciales y mediáticos.
Restaurar el pacto democrático regional significa oponerse al retorno del tutelaje imperial, defender el derecho de los pueblos a elegir su destino y exigir que los conflictos se resuelvan por la vía política, no por la imposición o la persecución. En tiempos de un intervencionismo reciclado, la verdadera paz en América Latina sólo podrá alcanzarse cuando la justicia deje de ser un arma y vuelva a ser un derecho.
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