A las madres en Gaza y Cisjordania

1. La masacre sistemática por la ofensiva de Israel contra los palestinos ha dirigido sus baterías, en general, de manera indiscriminada; sin embargo, al revisar sus alcances y efectos, no es descabellado afirmar que se trata de una guerra que en particular selecciona estratégicamente la población infantil palestina: por un lado, dirigiendo las balas y bombas a destacamentos humanos donde seguro hay niñas y niños (barrios residenciales, escuelas, hospitales); para confirmar la masacre, el uso de francotiradores para garantizar la muerte infantil (¡nada de que se reproduzcan!). Otro filón es la producción de hambre y sed, problemas no resueltos a pesar de que hay cientos de camiones esperando pasar para calmar un poco la sed y el hambre, pero la autoridad israelí, por fuera de las normas internacionales, no permite el paso. Como apuntábamos líneas arriba, otro filón a destacar se refiere a la destrucción de escuelas y hospitales, es decir, los basamentos para construir comunidad, socialización, sentido de la patria, amor a la tierra y, nada menor, cuidar la vida, es decir, el cuidado de la salud (en una tierra devastada, destruida y expropiada).

El impacto de este combo de violencia empuja la desintegración de las familias. Los judíos de derecha no digieren que existan los palestinos, los odian -como los nazis odiaban a los judíos-, sacando aún provecho de la condición cada vez más débil, pero aún eficiente, de la guerra cognitiva occidental (Enzo Traverso), pues la guerra de Gaza está cambiando la imagen de Israel, desnudando su violencia diagramada desde el dogmático mesianismo judío, para desmontar el discurso de víctima a victimario. Revisando muchos vídeos, queda uno desgastado del odio que circula en las venas de los “colonos” y del gobierno judío con la alianza con los ortodoxos conservadores, promovida por B. Netanyahu.

En lo que hace al hambre, para que no quede como un rollo más, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Programa Mundial de Alimentos, conscientes de que no se permite el acceso humanitario solicitan el apoyo de la comunidad internacional. Es la crisis de los organismos internacionales, que exhortan, pero no vinculan sus medidas. La urgencia es para salvar vidas y evitar afectaciones físicas irreparables. Esto ya está en la escena, al presentarse cuadros de desnutrición infantil. También está en escena que los organismos internacionales no pueden frenar la masacre.

Pongamos atención en datos clave que aporta UNICEF sobre la desnutrición. Por ejemplo, en la Franja de Gaza, se plantea por UNICEF que la desnutrición aguda entre niños menores de dos años se duplicó en un mes (15,6% en enero, 31% en febrero de 2024). Vale poner la luz roja, de que de un año para acá las cosas han empeorado. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU plantea que la emaciación, esto es, el “estado de delgadez excesiva y desnutrición, generalmente causada por una ingesta insuficiente de alimentos o por enfermedades”, asola la población infantil palestina (https://www.unicef.org/es/comunicados-prensa/desnutricion-aguda-duplicado-en-un-mes-norte-franja-gaza). Se trata de un hecho estratégicamente buscado: enfermar, destruir la vida. Es la forma más letal de la desnutrición, en seco, pone en riesgo la vida (del África hambrienta con vientres hinchados al norte de Gaza, la geografía interactiva del hambre).

Hay niñas y niños que han muerto por desnutrición y deshidratación (las fuerzas armadas de Israel impidiendo que entre agua y alimentos), o sea que son asesinos con las armas y el bloqueo. En una nota, entre cientos, se alude a que al menos 23 niñas/niños fallecieron por no llevarse nada sólido ni líquido a la boca: “Más de uno de cada tres niñxs menores de dos años del norte de Gaza sufre desnutrición aguda, y UNICEF ha informado de que al menos 23 niñxs del norte de la Franja de Gaza han muerto por desnutrición y deshidratación en las últimas semanas” (https://viacampesina.org/es/uawc-palestina-al-menos-23-ninxs-del-norte-de-la-franja-de-gaza-han-muerto-por-desnutricion-y-deshidratacion-en-las-ultimas-semanas/).

Sigamos en esta línea: 90% de los niños menores de dos años y el 95% de las mujeres embarazadas y lactantes, padecen pobreza alimentaria grave, consumiendo dos o menos grupos de alimentos al día con un valor nutricional extremadamente bajo. No es la voz personal, es la información oficial de UNICEF y del Programa Mundial de Alimentos. La información de UNICEF es clara: se come menos en Gaza, en frecuencia y cantidad: en 64% de los hogares solo se realiza una comida al día. ¿Quedarán niños con hambre, con sed? ¿Llorarán estos niños desesperados por eso y porque no van a la escuela, y porque algún miembro de su familia murió por los pistoleros del gobierno de Israel? Seguramente, por eso la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (IPC) señala que 96% de la población de Gaza enfrenta una grave escasez de alimentos, con más de 495.000 personas, incluidos niños (lo hemos subrayado en este escrito), en condición de hambruna.

El hambre y la sed aniquilan a la población infantil (si llegan a sobrevivir, la aniquilación continúa al augurar un futuro miserable). Aparte de este daño objetivo, la ofensiva israelí afecta de manera directa y desproporcionada a la niñez palestina en todos los ámbitos. Tracemos algunas notas sobre la afectación en la salud y el sufrimiento, con base en que los niños y las niñas palestinos enfrentan a diario la muerte.

2. En lo referente a la salud en general, y la mental en particular, en información periodística encontramos que desde la brutal ofensiva israelí en octubre de 2023, más de 1.000 profesionales de la salud han perdido la vida en Gaza. Se trata de médicos, enfermeras, camilleros, trabajadores de la salud, no escudos humanos, argumento que ha justificado su asesinato a manos de las fuerzas armadas de Israel. A esto se suman arrestos en el orden de todos los días, así como la destrucción de ambulancias e infraestructura hospitalaria y laboratorios. El ejército israelí de destroyers, especialistas en la pulsión de muerte, echan al suelo cualquier condición de vida. En la numeralia, en informe de la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, se contabiliza al menos 136 ataques contra hospitales y otras instalaciones médicas, resultando en la muerte de 500 sanitarios (Infobae, 31/12/2024). Ya en 2025, en marzo, 15 paramédicos y cooperantes humanitarios fueron asesinados por el Ejército israelí y encontrados en una fosa común en Rafah. Organizaciones como la Media Luna Roja Palestina y la ONU han denunciado este hecho como un posible crimen de guerra.

Pongamos atención en particular en la población infantil. Vivir a diario la guerra, la muerte de un familiar o un amigo, la muerte de un militante o de un soldado israelí, mutila a las niñas y niños que lo viven (no tienen de otra, ¡lo viven!). Se trata de generaciones marcadas, con traumas psicológicas que exigirían una vida de atención y afectos, hechos que están ausentes de la realidad palestina. No se pueden sustraer por el ruido de los cañonazos, de las bombas, de la caída de los muros y techos de las casas, a lo que se suma el desplazamiento de drones como parte de la guerra diagramada por aparatos - ansiedad y miedo perennes-. Save the Children y UNICEF han documentado esto, broncas de sueño, convulsiones, incontinencia urinaria en niños y adolescentes, producto de la carga del miedo.

La sociedad acorralada. Desde su nacimiento, los niños y niñas de Gaza están controlados. Nacen en un territorio vigilado, del que no pueden salir voluntariamente (ahora están siendo expulsados sin que lo quieran). Así como hay control estricto en el acceso de alimentos, agua y medicinas (restringidos al máximo) que en su matriz está plenamente controlado. La población infantil vive encierro estructural. Esta diagramación de la subjetividad tiene costos, para la vida sin duda. Como parte del control y vigilancia sistemática hacia la población palestina infantil, las detenciones y encarcelamiento de la población infantil son asunto ordinario. Un encadenamiento de hierro: detención de niños y jóvenes por las fuerzas armadas de Israel; revisión de los casos en juzgados en tribunales, en los que las niñas y niños viven en condiciones de maltrato físico y psicológico, sin acceso para resolver necesidades básicas (cf. https://elpais.com/internacional/2025-05-04/israel-lleva-a-gaza-al-borde-de-la-hambruna-con-su-cerco-alimentario-mas-largo.html).

La destrucción sin pausa deja ver un escenario en el que no existe el futuro. Domina el presentismo violento. En información periodística se señala que en Gaza el 95% de las instalaciones escolares con daños que en muchos casos pueden caracterizarse como en condiciones inutilizadas. Como se planteó ya en estas páginas, se diluye el derecho a la educación a la población infantil (cf. https://www.swissinfo.ch/spa/destruir-por-sistema-la-educaci%C3%B3n-en-gaza-es-atacar-la-disposici%C3%B3n-mental-de-su-pueblo/87514582). Integrantes de la ONU señalan que “más de 625.000 estudiantes quedaron sin acceso a la educación”, documentando que, en datos de 2024, “Casi 5.500 estudiantes, 261 profesores de primaria y secundaria, y 95 catedráticos fueron asesinados en el enclave, mientras que cerca de 8.000 alumnos y 756 profesores fueron heridos” (Página 12, 19/04/2024).

En distintas fuentes se escucha a dirigentes del gobierno de Israel referirse a los niños con expresiones como “crecerán y nos atacarán”, en 10 años más nos enfrentarán. Es decir, si se mata a un niño no hay problema, para una franja de la población de Israel, representada en y aliada con el gobierno de B. Netanyahu. De esta lectura de los niños, invisibilizando su condición infantil, a señalar que son usados como escudos -argumento sistemático en la narrativa gubernamental-, hay sólo un paso y pretexto a modo para los bombardeos indiscriminados y para su justificación mediática.

La velocidad y contundencia de la represión sobre el pueblo palestino ha propiciado que se reduzca el tiempo para llorar a los muertos. Esto lo viven los niños, en parte al no poder despedirse de sus afectos, en parte porque son controlados incluso en sus emociones. ¡El duelo al suelo, sin piedad!

He estado revisando mucho material sobe el expansionismo israelí (“Estas son nuestras tierras”, es su argumento). Este despojo, sin ninguna capacidad de contención, se une al conjunto de marcas con el que se intenta doblegar el cuerpo y espíritu de la población infantil palestina. El gobierno de Israel, y sus operadores territoriales -los colonos-, son un peligro para el pueblo palestino, no tienen límites. Esto también lo viven los niños, llenos de dolor.

El compositor británico Cat Stevens -nombre artístico-, de origen Steven Georgiou, en su conversión al Islam Yusuf Islam, compuso el tema Where Do The Children Play/Dónde juegan los niños. Allí cantaba “¿dónde juegan los niños? ¿Y dónde descansan las criaturas pequeñas?”. En ese momento era una crítica a un modelo de vida destructor de la naturaleza, de la vida. En la tierra arrasada de Gaza (objeto de disputa de los colonos anexionistas judíos), ¿dónde juegan los niños? ¿Y dónde descansan las criaturas pequeñas? ¿Juegan y descansan?

(UAM) alexpinosa@hotmail.com

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