Las elecciones legislativas en Alemania han dado un revés al gobierno socialdemócrata. La derecha alemana representada por la coalición Unión Democristiana-Unión Social Cristiana (CDU/CSU) liderada por Friedrich Merz, obtuvo más del 28 por ciento de los votos, y si bien todo anuncia que formará gobierno con los propios socialdemócratas y no con la ultraderecha de ese país, el resultado marca un punto de inflexión en la política alemana y europea, en momentos en que la derecha continúa avanzando en el continente.
La derecha gobierna varios países europeos, con partidos de derecha o coaliciones conservadoras como en Austria con el Partido Popular Austriaco y el Partido de la Libertad de Austria; en Eslovaquia y el partido Gente Común y Personalidades Independientes; Hungría y el partido Fidesz; Italia y el partido Hermanos de Italia; Polonia, con el partido Ley y Justicia, y Suecia, con el partido Demócratas de Suecia.
La victoria de la derecha en Alemania replantea el futuro de la Unión Europea y la política económica del continente. La CDU ha prometido una política económica más conservadora y una mayor restricción a la inmigración, fortaleciendo las posiciones nacionalistas.
Al mismo tiempo, la derecha internacional se ha realineado con el gobierno del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, con su discurso nacionalista y conservador, y con políticas como “America First”, que enfatiza la protección de los intereses estadounidenses, la restricción de la inmigración y a los derechos de las minorías, así como al multiculturalismo y la promoción de políticas proteccionistas en el comercio.
La relación entre Trump y la derecha internacional es estrecha. Durante su campaña presidencial, Trump recibió el apoyo de varios líderes de la derecha internacional, como la primera ministra italiana Giorgia Meloni, el brasileño Jair Bolsonaro y el líder del partido Vox en España, Santiago Abascal. Además, en la ceremonia de investidura presidencial de Trump este año contó con la asistencia del presidente ecuatoriano Daniel Noboa, el presidente argentino Javier Milei, del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, y del líder del partido Alternativa para Alemania, Tino Chrupalla. Destaca su relación con Benjamín Netanyahu, presidente de Israel.
América Latina no es la excepción, donde hay varios países gobernados por la derecha, como Argentina, Ecuador y El Salvador, lo que destaca la relevancia del gobierno de México en este contexto internacional como bastión de la izquierda global y los retos que se enfrentan con el avance del fascismo y la ultraderecha en el mundo.
Lo que implica contrarrestar estos movimientos con políticas y acciones que den resultados tangibles en la economía, el bienestar de las personas y sus derechos, y reconocer las causas que han propiciado el resurgimiento de las ideas conservadoras: políticas económicas fallidas que han depreciado los salarios e incrementado la desigualdad social; la pérdida de legitimidad en la representación política; la desconfianza en las élites y en los partidos tradicionales; la proliferación de campañas de desinformación y noticias falsas en las redes sociales que propagan discursos de odio y teorías de la conspiración; la xenofobia: el rechazo a la diversidad y las políticas de género, así como las campañas de miedo contra el “otro”, como herramienta política para culpar al “otro” por tu malestar.
Los discursos populistas y nacionalistas: el uso de la retórica antinmigrante, la retórica de la violencia y el extremismo, las amenazas de grupos neonazis y milicias armadas, el control de la información: la censura, la manipulación mediática y los ataques a la libertad de prensa han tenido como consecuencias para la democracia y los derechos humanos, la erosión de las instituciones democráticas y el debilitamiento del Estado, así como ataques a minorías y grupos vulnerables: racismo, sexismo, homofobia y transfobia, la normalización de la violencia y el autoritarismo, y también el intento de imponer una sola visión de las cosas como lo reflejan la visión binaria (hombre-mujer) que no permite otras expresiones de género.
Pero también hay que asumir el fracaso de la ambigüedad de las políticas de la socialdemocracia, y la brecha profunda que se ha abierto con los movimientos políticos, gremiales y sociales que conformaron su base social y la fuente original de la legitimidad que ahora se encuentra gravemente maltrecha.
Secretario de Metrópolis de la CDMX