Para quien no lo sepa, Fantastic Four: First Steps (E.U. 2025), no es el primero, ni el segundo, ni el tercer intento de llevar al cine a la familia de superhéroes que inició el boom de Marvel en los cómics (circa 1961).

Esta es ¡la quinta ocasión! que Hollywood trata de llevar a estos personajes (creados por Stan Lee y Jack Kirby) a la pantalla grande. Las anteriores tentativas van de lo malo (Fantastic Four de 2005 - 2007), a lo patético (Fantastic Four, 2015), pasando por lo penoso (Fantastic Four, 1994). Y es que la versión del 94 fue realizada solo para que los dueños de los derechos no perdieran potestad sobre los personajes. Lo penoso no solo es lo lamentable de la película, sino que nunca les dijeron a los actores que estaban trabajando en una cinta destinada a no estrenarse jamás.

Así pues, la vara no estaba precisamente alta. En todo caso, el reto principal de esta película es superar esta racha de películas malas y aburridas que desde Avengers: Endgame (2019) nos ha recetado Marvel.

Para ello, la productora da dos pasos atrás y uno adelante. Esta nueva versión de Cuatro Fantásticos sucede en una tierra diferente a la nuestra, lo que permite que el guión (escrito a ¡ocho manos! por Josh Friedman, Eric Pearson, Jeff Kaplan e Ian Springer) no esté atado a ninguna de las cintas anteriores. En Marvel esto es lo más parecido a una especie de “libertad creativa”.

El diseño de producción es absolutamente notable. Al menos en la primera mitad de la película, el Nueva York sesentero de Los Cuatro Fantásticos es de colores vivos y estética retro futurista. Es el tipo de lugar que series como Los Supersónicos nos prometió (y nunca nos cumplió).

Pero Marvel no quiere arriesgar demasiado, deja atrás esta tendencia de traer autores emanados del cine independiente (Chloé Zhao, Cate Shortland, Sam Raimi, Nia DaCosta) y recurre un cineasta -Matt Shakman- competente pero disciplinado en el exigente mundo de la televisión. Shakman tiene un amplio currículum como director en series de tv y ésta es apenas su segundo largometraje (el primero, Cut Bank, 2014, con John Malkovich y Billy Bob Thornton, y que de hecho es una buena película).

El inicio de Fantastic Four es emocionante y esperanzador. Vemos a una Nueva York vibrante, ingenua, de colores vivos, con una población que adora a los Cuatro Fantásticos. Al igual que con Superman (Gunn, 2025), el guion se ahorra la historia de origen (literalmente la han contado ya cuatro veces antes) y nos regala un hermoso montaje de los fantásticos salvando a la población una y otra vez.

Desgraciadamente es hasta ahí que veremos a los Cuatro en acción, porque de inmediato la amenaza se hace presente: una mujer desnuda, plateada, montada en una tabla de surf (nunca entendí por qué el Silver Surfer era surfer, ¿alguna obsesión con California y los Beach Boys?) le avisa los héroes que al mundo entero le quedan pocos días: un ente gigante llamado Galactus vendrá en unas semanas a devorar (literalmente y nomás por que sí) la tierra.

Mal momento para que esto pasara porque apenas minutos antes nos enteramos que Sue Storm (Vanessa Kirby) y Reed Richards (Pedro Pascal) van a tener un bebé. Los cuatro serán cinco, por lo que las tareas se acumulan: poner esquineros a los muebles, comprar biberones y pañales, cambiar los logos de los uniformes (el cuatro por el cinco) y encontrar la forma de detener a Galactus (voz, criminalmente desperdiciada, de Ralph Ineson).

Para un universo que le tiene aversión a las relaciones sexuales (¿cuántas veces hemos visto que en Marvel alguien tenga sexo?) resulta sorprendente no solo que el tema central de la película sea el bebé fantástico, sino que además la película muestra la angustia de Reed frente a todo el asunto.

Probablemente es la primera vez que una película Marvel trata temas adultos, y la cara de angustia de Pedro Pascal en toda la película lo confirma. No es para menos, traer un bebé a este mundo no es cosa fácil, menos cuando el mundo está por ser destruido.

El guion confunde “temas adultos” con solemnidad. Si bien esto no es Nolan, la película si es excesivamente solemne para ser una cinta de los Cuatro Fantásticos. No son pocas las escenas donde los personajes monologan: Sue Storm se avienta su monólogo, Reed se avienta su monólogo, ambos se avientan una plática sobre la paternidad, el Llamas a Mí (Johnny Storm, interpretado por Joseph Quinn) tiene su monólogo y hasta la Silver Surfer (Julia Garner) nos avienta rollo.

No todo está perdido: el gran Paul Walter Hauser tiene un papel de no más de diez minutos y con ello le basta y le sobra para robarse la película. Bravo.

La cinta es un triunfo si se le compara con las cuatro anteriores, pero esa vara está demasiado baja. Si con algo hay que comparar esta cinta, eso debería ser con The Incredibles (Bird, 2004), una de las mejores películas de superhéroes en la historia y que también trata de una familia de cuatro con superpoderes, en los años sesenta retro futurista (y la pareja también tiene un bebé).

Rumbo al final, la película regresa a lo de siempre: escenas de acción convulsas, viajes al espacio, festival de CGI (mejor que en diez películas anteriores, eso sí), y un final no sólo previsible, sino que además se niega a romper con las reglas de la casa: toda película Marvel es un tráiler de lo que viene, y lo que viene se llama Robert Downey Jr… otra vez.

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